Existe un Quijote antes del estudio crítico de Francisco Rico y otro después. La aportación del gran filólogo español al entendimiento cabal de la obra cervantina es indiscutida en el ámbito de la más alta crítica literaria. El prestigio internacional de Francisco Rico ha crecido de tal forma que al académico se lo rifan en las instancias editoriales de mayor alcurnia, tanto de Europa como de América. Su trabajo de investigación sobre el Quijote es ciertamente inconsútil, carece de costuras.

Nuccio Ordine, filósofo de largo alcance, crítico de anchas lecturas, experto en la obra de Giordano Bruno y en el Renacimiento, sitúa a Cervantes en la cabeza de la creación literaria de todos los tiempos, junto a Shakespeare, Proust, Homero, Goethe, Dante, Tolstoy o Dostoievski. En la colección que dirige, Classici della Letteratura Europea, ha tenido el acierto de publicar una monumental edición bilingüe, italo española, de Don Chisciotte della Mancia, que incluye el texto establecido por Francisco Rico con su correspondiente arsenal de notas y una extensa introducción del experto español para trasladar al lector italiano hasta las arboledas más profundas de la obra cervantina.

Hoy por hoy, España solo puede exhibir dos escritores auténticamente universales: Cervantes y Lorca. A Lope de Vega lo estudian en Rusia, a Calderón en Alemania, pero si se pregunta a universitarios de Pekín o de Sidney, de Delhi o de Montreal, de El Cairo o de Nairobi, la respuesta sobre los escritores españoles que conocen será siempre la misma: Cervantes y Federico García Lorca. El cuarto centenario de la publicación del Quijote robusteció en el mundo la presencia de la novela en la que se sintetiza la colisión permanente del ser humano entre el idealismo y el realismo. Frente a tanta literatura despoblada, frente al axioma de que “se escribe lo que se vende en lugar de venderse lo que se escribe”, esta edición bilingüe, con cuidada traducción al italiano de Angelo Valastro Canale, constituye una aportación literaria de primer orden y un homenaje al escritor que despejó los cauces de la novela contemporánea y que cantó de forma permanente a la libertad. El Cervantes cautivo supo ahondar en la significación del hombre de pensamiento libre.

Es lástima que realidades como este Don Chisciotte della Mancia, de Francisco Rico y Angelo Valastro, pasen inadvertidas en la República española de las Letras, más atenta a los forajidos de la metáfora deshabitada y del lugar común que a la auténtica calidad. Por eso he querido desovillar esta Primera palabra para destacar la hazaña dirigida por Nuccio Ordine que ha merecido el reconocimiento general de la crítica italiana. Miguel de Cervantes, con su prosa de cristal de roca, ha ganado una vez más el pulso del interés literario, derrotando en el juicio de la historia a algunos de aquellos coetáneos suyos, de cuyo nombre no quiero acordarme, que tanto le desdeñaron, tanto le menospreciaron. Como ha escrito un pensador ilustre, entre los barcos que se refugian en las radas de los nuevos puertos literarios destaca hoy esta nueva edición del Quijote.