Image: Las revistas porno, 3% de IVA; representar a Calderón, 21%

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Primera palabra

Las revistas porno, 3% de IVA; representar a Calderon, 21%

Por Luis María Anson, de la Real Academia Española Ver todos los artículos de la 'Primera palabra'

11 octubre, 2013 02:00

Erre que erre. Sostenella y no enmendalla. El clamor del mundo cultural abrumado por el 21% del IVA con que se gravan sus actividades ha entrado por el oído izquierdo de Montoro y ha salido por el derecho de Mariano Rajoy sin romper ni manchar los cerebros de estos personajes ensoberbecidos. Dentro de 200 años nadie sabrá quién es Montoro, tampoco Rajoy, pero los españoles verán las películas de Almodóvar o Buñuel; contemplarán la pintura de Tàpies o Barceló y leerán los poemas de Alberti o Gimferrer. No digamos los nombres cimeros de la pasada centuria: Picasso, Miró, Dalí, Gaudí, Chillida, Pío Baroja, Federico García Lorca, Buero Vallejo, Juan Ramón Jiménez... Nadie o casi nadie sabe quién fue en el siglo XVII el ministro de Hacienda de Felipe IV pero todo el mundo recuerda a Velázquez o a Cervantes. La petulancia de los políticos raya con la estupidez.

Los Presupuestos Generales del Estado agreden de nuevo a la cultura con el 21% del IVA. ¡Qué error, qué inmenso error! Recordando a Boadella podríamos repetir: “Se grava a las revistas porno en el 3% de IVA y con el 21% representar a Lope de Vega o a Calderón”. Noruega, he explicado en alguna ocasión, grava el teatro con el 0% de IVA; Francia, con el 2,1%; Suiza, con el 2,5%; Grecia, con el 6,5%; Alemania, con el 7%; Irlanda con el 9%; Italia, con el 10%. El teatro es el termómetro cultural de una ciudad. Madrid figura entre las cinco grandes capitales teatrales del mundo junto a Nueva York, Londres, París y Buenos Aires. Al teatro acuden cada año en Madrid 1.000.000 de espectadores más que a los cuatro estadios de los equipos de fútbol de Primera División.

Y para colmo, según los últimos estudios, el Estado ha recaudado menos en el teatro y en el cine que antes de la tropelía del 21% porque ese gravamen ha ahuyentado a los espectadores. No es verdad que a más impuestos más recaudación. Ese es un planteamiento estúpido que funciona en algunos sectores, sí, y en otros, no.

El desdén que el presidente del Gobierno manifiesta hacia la cultura parece incongruente en una nación como España reconocida como la tercera o cuarta potencia cultural del mundo. Tras casi dos años de permanecer sentado en la silla curul de Moncloa, Mariano Rajoy no se ha molestado en levantar sus presidenciales posaderas y acudir al teatro ni siquiera por una vez. Ha desdeñado incluso los grandes estrenos que se han celebrado, entre ellos el de Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, con una Chunga en la que Aitana Sánchez-Gijón derramó sabiduría interpretativa. Como ha escrito Pedro J. Ramírez, “nunca ha habido en Moncloa un gobernante tan distante de todos y de todo, tan alejado de la sociedad civil, tan desentendido de los problemas sectoriales, tan incomunicado de los españoles, tan ajeno a los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa. Ni está en la calle ni habla con la gente ni va al teatro ni organiza cenas interesantes -tampoco aburridas- ni se implica en debate ni controversia alguna”.

El mantenimiento del IVA que grava la actividad cultural ha prorrogado la irritación creciente contra Mariano Rajoy de un mundo con capacidad cualificada para influir sobre la opinión pública. Sin embargo, ni siquiera eso parece afectar al hombre que permanece agazapado en su madriguera monclovita. A Mariano Rajoy, en su reciente viaje a Japón, además de sentarle junto al descendiente de la dinastía Tenno, cabe el emperador que encarna la institución más antigua del mundo, más incluso que la Iglesia Católica, debieron llevarle al templo de Nikko para que pudiera postrarse ante el altar de los tres monos a los qua adora Pedro Arriola: “No ver nada, no oír nada, no decir nada”.