Image: Contreras: España, ¿un éxito efímero?

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Primera palabra

Contreras: España, ¿un éxito efímero?

10 enero, 2014 01:00

Emilio Contreras ha ejercido el periodismo de altura en dos diarios nacionales y en una cadena de radio de máximo relieve. Gozó de la confianza de Adolfo Suárez, que le nombró gobernador, primero, de Ávila y, después, de Santander. Ha triunfado en la empresa privada y es hombre de vasta cultura, sobre todo histórica, y de ancho y bien ganado prestigio de liberalidad por su moderación y por la ecuanimidad de su juicio.

Contreras acaba de publicar España, ¿un éxito efímero?, que es más que un ensayo histórico. Es un libro de filosofía de la Historia, en el que el autor reflexiona sobre las causas primeras del devenir histórico de España. Para Contreras, nuestra nación se desgajó de la corriente modernizadora del entorno europeo como consecuencia de la unidad religiosa, acentuada por el miedo a la herejía protestante y a la Reforma. Solo cuatro siglos después se incorporó de forma plena a la Europa del progreso cuando en 1986 ingresamos en la Comunidad Europea. Hasta entonces, incluso escritores como Quevedo acataron el dogma religioso ante el temor de franquear los límites de la ortodoxia. La Revolución francesa, “sublime por las ideas y abominable por los hechos”, según escribió Galdós en El audaz, echó por tierra el poder de la aristocracia y de la Iglesia y acabó devorando a muchos de sus protagonistas en los años del Terror. “La consecuencia inmediata en nuestro país -afirma Contreras- fue un frenazo en seco a las reformas que los ilustrados habían puesto en marcha”. La nostalgia de la España de la Contrarreforma condujo a los carlistas a tres guerras estériles. Poco antes se había promulgado la gran Constitución de consenso que fue la de Cádiz de 1812, origen de la España moderna en la que todos los ciudadanos son libres e iguales ante la ley. Para Contreras, el progresismo perdió su gran oportunidad en 1868, sobre todo porque la República no supo embridar los independentismos que alcanzaron no solo a algunas regiones sino incluso a varios municipios.

Contreras analiza de forma certera el canovismo, la significación de Silvela, la discrepancia de Maura, el esfuerzo de Canalejas y, al final, la dictadura de Primo de Rivera, respaldada por el Rey, que terminaría con su derrocamiento. Era la hora de la burguesía de izquierdas en una España de 24 millones de habitantes con más de 8 de analfabetos. El extremismo de derechas, por un lado, y el de izquierdas, por otro, cercenaron las posibilidades de un progresismo moderado, desembocando en la guerra incivil y en la dictadura producto de aquel despropósito.

Según Contreras, el primer intento serio posterior de concordia nacional lo protagonizaron el democristiano Gil-Robles y el socialista Prieto, que firmaron el Pacto de San Juan de Luz en 1948. Fue impulsado por el Jefe de la Casa Real Española, Juan III. Los aliados, por temor a que Stalin se apoderara de España, se echaron atrás de sus compromisos de Yalta, aislando al Conde de Barcelona, que, a petición de los vencedores de la II Guerra Mundial, había publicado el 14 de marzo de 1945, “un manifiesto reclamando un régimen de libertades que reconciliara a los españoles”. Tras el segundo gran intento de concordia, presidido por Madariaga en Munich, el líder socialista Rodolfo Llopis pidió a Satrústegui que transmitiera al Conde de Barcelona que “el PSOE tiene un compromiso con la República. Ahora bien, si la Corona logra establecer pacíficamente la democracia, a partir de ese momento el PSOE respaldará lealmente a la Monarquía”. “Quince años después -concluye Contreras- el heredero del Conde de Barcelona cumplió su compromiso, y los sucesores de Llopis también”.

Lamenta el autor de España, ¿un éxito efímero? que el Estado de las autonomías, consecuencia de la gran operación de concordia desarrollada tras la muerte del dictador, “no se ha llevado a cabo por un procedimiento alternativo racional sino por la presión de los grupos nacionalistas cuyos votos han sido imprescindibles...”

La crisis económica iniciada en 2007 ha provocado la desconfianza en el sistema democrático establecido en 1978, lo que en el análisis de Contreras “podría empujarnos a desandar el camino que nos devuelva a lo peor de nuestro pasado. Si tal cosa ocurriera, los últimos 35 años habrían sido el relato de un éxito efímero. En manos de los españoles está que no sea así”.