En la semana en que escribo este artículo, las obras teatrales en cartel anunciadas por las guías del ocio se elevan a 224 en Madrid capital, Comunidad aparte. El crítico más trabajador no puede atender ni de lejos la oferta que el mundo del teatro hace a los espectadores madrileños. Vivimos la apoteosis de la escena. La temperatura cultural de una ciudad se mide con el termómetro del teatro. Nueva York encabeza airosamente la clasificación. Tras la capital del mundo, figuran Londres, París, Madrid y Buenos Aires. No descarto a Berlín, muy próxima ya al pelotón de cabeza, ni a Shanghai, que está al acecho.

El teatro ha convertido a Madrid, en todo caso, en una de las capitales de la cultura universal. Los grandes museos, las salas de exposiciones, la ópera y los conciertos, las incesantes manifestaciones científicas y literarias subrayan la realidad de una ciudad notable en las expresiones deportivas y sobresaliente en las culturales. Tras dos años y medio de presidir el Gobierno, Mariano Rajoy, político de excelentes cualidades, no ha asistido a un solo estreno teatral. Ni siquiera se molestó en acudir a las dos comedias del Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, escritor de doble nacionalidad y que es académico de la Real Academia Española. A mí me parece que nadie le ha explicado a Mariano Rajoy la realidad del teatro en Madrid. Cada año acuden a las salas teatrales un millón de espectadores más que a los estadios de fútbol de los cuatro equipos de primera división de la capital de España.

Nuestro país ocupa un lugar destacado como potencia económica, moviéndose entre el puesto doce y el quince del mundo. Como potencia cultural, España se encuentra entre las cuatro primeras y unida a Iberoamérica disputa el lugar de cabeza a la cultura anglosajona. El inglés significa tal vez el 70% como idioma

internacional. Es igual que el latín en la Edad Media. La lengua española ocupa destacadamente el segundo lugar, del que ha desplazado al francés. Y como idioma materno es el primero del mundo con más de 500 millones de personas que se expresan desde el nacimiento en el idioma de Cervantes y García Márquez, de San Juan de la Cruz y Octavio Paz, de Pablo Neruda y Federico García Lorca, de Benito Pérez Galdós y Jorge Luis Borges. El chino, del que tanto se habla, no es una lengua internacional y se agita además en medio de un descomunal enjambre dialectal.

Los recortes, en fin, han caído de forma implacable sobre la cultura en España. Como ha escrito Boadella, el porno está gravado con un 3% de IVA; ver a Lope de Vega o a Calderón, con un 21%. Noruega aplica al teatro el 0% de IVA; Francia, el 2,1%; Suiza, el 2,5; Grecia, el 6,5%; Alemania, el 7%; Irlanda, el 9%; Italia, el 10%; España multiplica por diez a Francia. La idea que una buena parte de los políticos españoles tiene de la cultura es un esperpento. Sin embargo, a pesar del acoso que padece el teatro, a pesar del desdén de los políticos, reconforta abrir una guía del ocio en Madrid y comprobar que cada semana las salas teatrales ofrecen por encima de las 200 obras. Cristóbal Montoro, hombre inteligente y político capaz, debería reflexionar sobre la soberbia realidad cultural de España. Casi nadie sabe, por ejemplo, quién fue el ministro de Hacienda en tiempos de Felipe III o Felipe IV. Todo el mundo conoce, sin embargo, a Cervantes o a Velázquez. Dentro de 200 años las gentes medias recitarán los poemas de Lorca o Alberti y nadie se acordará de los discursos de Zapatero o Rajoy.

Zigzag

Se habla de Andrei Linde como futuro Premio Nobel de Física. Un telescopio descomunal instalado en el Polo Sur ha confirmado, según los científicos, su teoría de cómo fue el Big Bang. A los 15 años el genial físico se preguntó: ¿quién dio la orden para que todo empezara? Es absurdo afirmar que al ciudadano medio no le interesa nada despejar esa incógnita. Linde explica a Ixone Díaz que eso mismo se dijo de la teoría de la relatividad de Einstein. “Sin esa teoría, el GPS de tu móvil no funcionaría. El hallazgo de Einstein que parecía no tener utilidad está hoy en el bolsillo de todo el mundo”.