Felipe II, Felipe III y Felipe IV vivieron el Siglo de Oro de la cultura española. Conocieron personalmente o tuvieron noticia cercana de los más grandes: Cervantes y San Juan de la Cruz, Lope de Vega y Santa Teresa, Velázquez y Calderón, Fray Luis de León y Gracián, Góngora y Tirso de Molina. Y Quevedo, que desafió al valido de Felipe IV y deslizó en la mesa real su crítica más demoledora en favor de la justicia y la libertad y en contra del conde-duque dictador: “No he de callar, por más que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo. ¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?” Mi primera colisión de relieve con la dictadura fue cuando en un almuerzo que me ofrecieron con motivo del Premio Cavia recordé a Franco estos versos y delicadamente le propuse que se retirara a Yuste porque “estoy seguro de que dentro de muy poco tiempo volveremos a escuchar sobre las losas cargadas de historia del Palacio Real los pasos amigos del Monarca que llega”.

Graciano García, con sagacidad impagable, situó a Don Felipe en la plataforma del Premio Príncipe de Asturias, lo que ha permitido al actual Rey comprender la significación profunda de la cultura en las letras, las artes plásticas, la música, el cine, la ciencia...

He tenido la suerte de sentarme a la mesa con Don Felipe, Arthur Miller y Woody Allen. Los dos genios norteamericanos no se conocían. Se saludaron por primera vez en el vestíbulo del Hotel Reconquista en Oviedo. He visto al actual Rey conversar con Paco Nieva, con Günter Grass, con Miguel Delibes, con Octavio Paz, con Doris Lessing. Ha estrechado la mano de Matta y Miguel Barceló, de Norman Foster y Santiago Calatrava, de Grisolía y Stephen Hawking. Se divirtió hablando con Pedro Almodóvar, el gran genio del cine español, con Maya Plisétskaya y Tamara Rojo, con Paco de Lucía y Michael Haneke.

Y el mundo de la Comunicación. Recuerdo a Indro Montanelli, mi inolvidado, mi gran amigo, departiendo con Don Felipe sobre Grecia y su historia, sobre el periódico impreso y las nuevas tecnologías. Alain Touraine, Enzensberger, Kapuscinski, Umberto Eco, Jean Daniel, Mario Bunge, George Steiner desfilaron por la mesa del nuevo Rey.

Suma y sigue: Don Felipe de Borbón ha tenido contacto fluido con Mario Vargas Llosa y Camilo José Cela, con Martín de Riquer y Sánchez Albornoz, con Amos Oz y Paul Auster, con Daniel Barenboim y con centenares de representantes de la cultura española, iberoamericana y mundial.

Felipe VI no gobierna. Pero reina. Y estoy seguro de que alentará al Gobierno a que dedique sus mejores esfuerzos al mundo de la cultura en el que España ocupa lugar de relieve internacional. El mayor tesoro cultural de nuestra nación es el idioma, hablado como lengua materna por más de 500 millones de personas. Felipe VI sabe mejor que nadie lo que esto significa. Lo ha podido comprobar en sus incesantes viajes. El Gobierno de Mariano Rajoy perpetró gravar el teatro con el 21% de IVA mientras dejaba a las revistas porno en el 3%. Es de esperar que, durante el reinado de Felipe VI, se solucione el atropello. El Rey es un hombre inmerso desde adolescente en el mundo de la cultura. La conoce y la siente y tiene la suerte que su compañera, la Reina Letizia, perteneció a ese mundo durante largos años. Tal vez se abra ahora una nueva época para la literatura y las artes plásticas, para la música y el cine, para la ciencia y todas las manifestaciones culturales.

ZIGZAG

Alfonso S. Palomares es uno de los grandes profesionales del periodismo español, aparte de un sugerente novelista. En Siempre llega la noche ha desgranado sus recuerdos vitales con especial hincapié en las experiencias que el ejercicio del periodismo le ha proporcionado. Es un libro de memorias que cautiva por su sinceridad y por los personajes que la pluma del escritor hace desfilar ante el lector. Desde Ben Bella a Don Juan Carlos I, desde Felipe González a Don Juan III, desde García Márquez a Tierno Galván, desde Arafat a Fidel Castro, medio siglo del mejor periodismo desfila por las páginas de este libro.