Alacranear la excelencia es ejercicio predilecto de los críticos cicateros. “No he nacido -escribe Inma Shara en su libro biográfico La batuta invisible- con la Cuarta Sinfonía aprendida. He pasado muchas horas estudiando esa obra con gran esfuerzo y dedicación, para que luego se haga una crítica banal y sin sentido”. “En mi mesa -añade- hay una parte desgastada a puro dar pequeños y discretos golpes con el lápiz para llevar el ritmo como si fuera el bastón de los primeros directores de orquesta”. Ver a Inma Shara dirigir la complicada Sinfonía 40 de Mozart es un espectáculo que eriza el sentimiento. La soledad sonora de la música se hace milagro en la batuta invisible.

Inma Shara está considerada por una parte de la crítica especializada como la mejor directora de orquesta de Europa. Hay pocas dudas al juzgar la excelencia de su trabajo. Casi sin excepción, las grandes orquestas del mundo por ella dirigidas, se han rendido a la sabiduría de su batuta, sexto dedo de su mano diestra. Es la “uva pisada” de Beethoven, el “imán de los sentidos” de Calderón, “la verdadera filosofía” de Schopenhauer. Inma Shara lleva la música fuera, el cuerpo dentro. Se hace cuerda aguda o media o grave; se convierte en percusión; se transmuta en los viento metal o madera. Ha dirigido a los grandes clásicos y también a la última vanguardia que ha dejado atrás ya el dodecafonismo y el atonalismo. De Franz Von Suppé a Saint-Saëns, de Lanner a Caccini, de Händel a Mozart, de Johann Strauss a Gruber, de Mendelssohn a Glinka, de Puccini a Brahms, de Dvorák a Offenbach he visto y escuchado cómo la gran directora vasca ha provocado el éxtasis en el público, imponiendo siempre su maestría cuando el tutti orquestal se hace in forte.

Encendida como una fresa, Inma Shara siente el color de todas las músicas. Dirige con calidad plástica, con rotundidad sonora, con el espíritu avezado y la gracia en la expresión corporal. Igual que su maestro Zubin Mehta, la directora española siente la música como una religión. Tiene sin duda defectos y ya se ocupan los críticos cicateros de señalarlos pero Ortega y Gasset aconsejaba en Musicalia que es necesario sobreponerse a los rebaños melómanos, incapaces de aceptar la excelencia porque solo “es arte un arisco imperativo de belleza integral”.

Inma Shara ha condensado en el libro La batuta invisible su experiencia vital. Los dos primeros acordes del Coriolano de Beethoven la conducen a escuchar la llamada hacia lo eterno y lo infinito y, según escribe, “hacen que el tiempo se detenga”. Cita la directora a Kant: “Una belleza natural es una cosa bella. La belleza artística es bella representación de una cosa”. Inma Shara explica cómo fue su infancia, cómo llegó a ser directora de orquesta, algo que parecía vedado a la mujer. Explica su admiración por Karajan, por Zubin Mehta y considera a Carlos Kleiber el mejor director de orquesta de todos los tiempos. Reflexiona la autora del libro sobre la diferencia entre el público de ópera y el de la música sinfónica y, mujer de su época, del tiempo que nos ha tocado vivir, escribe: “Cuando tengo el privilegio de volver a dirigir la Sinfonía de Nuevo Mundo de Dvorák siento una gran conexión con las diferentes culturas, con la globalización y la eternidad, con lo infinito del mundo”.

La batuta invisible, en fin, es una pincelada en el alma de Inma Shara, un libro sutil y esperanzado en el que explica cómo ha conseguido que la orquesta suene dentro de su cuerpo y, sobre todo, dentro de su alma.

ZIGZAG

Las teorías son varias y todas indemostrables. Pero la mayoría de los geólogos creen que un cuerpo

celeste gigantesco al que llaman Theia impactó con la Tierra hace 4.500 millones de años y provocó la creación de un satélite: la Luna. Daniel Herwartz, de la Universidad de Gotinga, ha medido los isótopos de oxígeno en las rocas lunares que regresaron a lomos del Apolo. “Ahora podemos estar razonablemente seguros -afirma el profesor Herwartz- de que se produjo la gran colisión, lo que nos da una idea de la geoquímica de Theia". La revista Science ha destacado el descubrimiento con notable alborozo.