Image: Charlie y la libertad de expresión

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Primera palabra

Charlie y la libertad de expresión

23 enero, 2015 01:00

O se está con la libertad de expresión o se está contra la libertad de expresión. Si se está con la libertad de expresión hay que hacerlo con todas sus consecuencias. A veces no es fácil respetar el derecho que los demás tienen a manifestar lo que piensan pero hay gentes que estarían dispuestas a dejarse despedazar antes de aceptar que se impida a los discrepantes expresar su opinión. La libertad de expresión es el cimiento sobre el que se levanta el entero edificio de la democracia pluralista. Se atribuye al presidente Jefferson esa frase que es ya un tópico: “A una nación más le vale disponer de periódicos libres aún sin Gobierno que de un Gobierno sin periódicos libres”.

Las dictaduras cierran la boca con la mordaza de la censura. En las democracias algunos políticos, algunos financieros, algunos sindicalistas, algunos dirigentes sociales o religiosos buscan subterfugios para coaccionar a los periodistas e impedirles expresar lo que piensan o lo que sienten, hiriendo gravemente a la sociedad puesto que el periodista es solo el administrador de un derecho ajeno: el que tienen los ciudadanos a la información.

La atrocidad perpetrada contra el semanario Charlie ha abierto de nuevo el debate sobre la libertad de expresión. La actitud general ha sido abrumadoramente hostil al crimen cometido. Algunos intelectuales, sin embargo, al tener conocimiento de lo que publica Charlie, se han preguntado en dónde están los límites de la libertad de expresión. La respuesta no puede ser más clara: en la ley.

Si un articulista hace apología del terrorismo; si un reportero incita a la pederastia; si un columnista se dedica a dañar grave y reiteradamente la imagen de un personaje; si un editorialista se inventa datos y cifras para arruinar a una entidad empresarial; si un comentarista invade la privacidad de un personaje famoso, la respuesta de los afectados no puede ser otra que apelar a la Justicia. Jueces y magistrados aplican la ley derivada de la voluntad general libremente expresada. Y a ellos corresponde interpretar el código penal dentro de un sistema judicial con los diversos recursos establecidos para garantizar a todos sus derechos.

El periodista no es un ciudadano impune. Si en el ejercicio de la profesión delinque porque injuria, calumnia, daña deliberadamente la imagen ajena o hace apología del terrorismo, el ciudadano afectado o la fiscalía pueden poner en marcha la maquinaria de la Justicia. Estamos en un Estado de Derecho.

Si Charlie calumnia a un dirigente del Islam, si injuria gravemente al Papa, si arremete contra la imagen de un personaje famoso, está la ley y el código penal para imponer los límites que eviten eventuales abusos de la libertad de expresión. Nunca, por supuesto, es admisible que se solucionen a tiros las diferencias de opinión. El crimen y la violencia se han descartado en el Estado de Derecho. También las leyes mordaza y cualquier tipo de tapabocas para impedir que los profesionales del periodismo o los ciudadanos puedan manifestar, dentro de la ley, lo que piensan.

Tan arraigada está en la ciudadanía de las democracias occidentales la libertad de expresión como primordial derecho humano que a las manifestaciones en su defensa han acudido de forma multitudinaria gentes de todas las edades y todas las ideologías políticas y religiosas.

ZIGZAG

Sigo de forma periódica y con la máxima atención los descubrimientos del vehículo robótico Curiosity. Los resultados obtenidos durante los 605 días marcianos en funcionamiento asombran por su interés y por el prodigio de la información que recibimos de Marte. La revista Science se refiere a las fluctuaciones de metano en la atmósfera de Marte. Los científicos trabajan ahora para aclarar a través de qué fuentes se producen esas fluctuaciones. Cada vez parece más claro que Marte como la Tierra fue una bola metálica de fuego que se ha ido apagando hasta dejar el planeta en su actual situación. También la Tierra es una bola metálica ardiendo que todavía no se ha apagado y que mantiene vivo a nuestro planeta.