Image: La historia silenciada de los Estados Unidos de América

Image: La historia silenciada de los Estados Unidos de América

Primera palabra

La historia silenciada de los Estados Unidos de América

8 mayo, 2015 02:00

A lo largo de mi dilatada vida profesional he presenciado de cerca la alianza de la democracia de Estados Unidos con la dictadura de Chiang Kai-shek de China; de Marcos de Filipinas; de Ne Win de Birmania; de Ngo Dinh Diem de Vietnam; de Pinochet de Chile; de Mobutu del Congo; de Franco de España; de Salazar de Portugal; de Suharto de Indonesia; de los reyes dictadores de Arabia Saudí, Kwait, Qatar o Dubái.

Que nadie espere de mí una diatriba contra los Estados Unidos de América. Tampoco un panegírico. El sosiego intelectual exige el análisis moderado y objetivo. Estados Unidos es hoy el Imperio que domina el mundo por la fuerza de las armas, además de controlarlo económicamente y todo ello bajo una abrumadora superioridad científica y tecnológica. A diferencia de los grandes Imperios occidentales -el inglés, el español y el francés- que convertían a las naciones dominadas, en el mejor de los casos, en virreinatos, Estados Unidos permite la apariencia de la soberanía. Inglaterra, Francia, España o México son propiamente virreinatos del Imperio estadounidense pero mantienen la dignidad de la independencia, lo que no es poco.

Está claro que Estados Unidos prefiere la democracia pluralista como sistema político y que se ha esforzado por estimularla en cuantas naciones del mundo ha alcanzado su influencia. Pero si le ha resultado conveniente, se ha aliado, como he explicado más arriba, con dictaduras a veces especialmente crueles. Han tenido que venir dos historiadores norteamericanos desapasionados y objetivos para destapar las vergüenzas de Estados Unidos en el último siglo y en muy diversos órdenes. Oliver Stone y Peter Kuznick han publicado con La Historia silenciada de Estados Unidos un formidable alegato que sitúa a la gran nación americana en el lugar que le corresponde, en la categoría de Imperio, con parecidas características a las que tuvieron en la Edad Moderna y Contemporánea primero España, después Francia e Inglaterra.

Los autores cuestionan a Truman y a Eisenhower, resbalan sobre Kennedy, desprecian a Nixon, se burlan de Carter y Reagan, despedazan a Bush II y no salvan a Obama. A lo largo de un millar de páginas desvelan para el lector los entresijos de la política estadounidense y también sus miserias. Hay pasajes en el libro ciertamente reveladores que demuestran la fragilidad de la libertad de expresión en el Imperio, el poderío de los tiburones económicos, la indiferencia ante las víctimas civiles durante las guerras, la hipocresía de un sector apabullante de la alta sociedad del país y el cinismo de ciertas decisiones presentadas al mundo como ejemplo de altruismo y generosidad.

Hacía falta un libro como éste, escrito por dos intelectuales de alto calibre: un cineasta de prestigio mundial y un profesor de Historia que dirige el Instituto de Estudios Nucleares de la American University de Washington. Sería injusto, sin embargo, no apuntar que los autores podrían escribir otro libro titulado La Historia no silenciada de Estados Unidos, que demostraría todo lo positivo, que es mucho, dejado por la gran nación en el mundo. Al final, si se hace una reflexión entre lo bueno y lo malo, entre los aciertos y los errores, el balance histórico de Estados Unidos resulta altamente positivo. Pero bien está que dos autores americanos hayan puntualizado, al margen del libelo, una parte de lo que de reprochable vertebra la historia del siglo XX estadounidense, la historia del último Imperio que el mundo ha padecido y del que, en parte, se ha beneficiado. Conviene no obviar que Estados Unidos contribuyó decisivamente a liberar a Europa del nazismo y, junto al Vaticano de Juan Pablo II, a doblegar la tiranía comunista. Nadie podrá negar seriamente que, con todas las fluctuaciones que se quieran, la admirable nación americana ha sido el alfil de la libertad en el mundo.