Image: Premios Princesa de Asturias

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Primera palabra

Premios Princesa de Asturias

21 octubre, 2016 00:00

Vivían los dos en Nueva York. Se dedicaban a actividades paralelas. Estaban considerados como genios de la literatura y el cine. Se conocieron personalmente, sin embargo, en Oviedo, en el hotel Reconquista, cuando acudieron a recibir el Premio Príncipe de Asturias. El encuentro resultó erizante. Lo recuerdo muy bien.

Ardía como siempre el Oriente Medio en llamas, zarandeado por la guerra y porque allí estaba y está el nudo gordiano de la política internacional, con las tensiones añadidas de las grandes religiones monoteístas, el cristianismo, el judaísmo, el islamismo. Era el año 1994 y el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional reunió en Oviedo a Isaac Rabin y a Yaser Arafat. Mantuve con ellos, por separado, largas conversaciones, como lo hice en su día y en el mismo escenario con Nelson Mandela o con Stephen Hawking por citar personajes inaccesibles que la ciudad de Oviedo y el Premio nos acercaron.

Günter Grass había escrito contra Steffi Graf por razones del tratamiento de la deportista y sus familiares en relación con los impuestos. La gran tenista, Premio Príncipe de Asturias al Deporte, pisó el estrado como si fuera la pista de Wimbledon, desdeñó a Günter Grass, Premio Príncipe de Asturias de las Letras, adelantó ligeramente el sillón y al sentarse cruzó sus piernas inacabables y se convirtió en la gran atracción del público.

Gracias a los Premios, somos muchos los que hemos tenido ocasión de conversar en Asturias o fuera de Asturias con nombres de especial significación como Mijaíl Gorbachov, Helmut Kohl, Mario Soares o Peter Higgs, con su bosón a cuestas de la fama. La emoción de la Reina Sofía, que ha asistido todos los años a la ceremonia de entrega en el teatro Campoamor, acogida siempre con aplausos interminables, forma parte de la imagen de los Premios. Recuerdo su especial alegría al recibir el saludo de Rostropovich y también el de Yehudi Menuhin o Daniel Barenboim.

Kapuscinski, Enzensberger, Steiner, Umberto Eco, Octvavio Paz (por Vuelta) y mi inolvidado amigo Indro Montanelli brillan en el Premio Príncipe de Asturias de la Comunicación y Humanidades que tuve yo la suerte de ganar en 1991, hace ahora 25 años.

Tras los Premios Nobel, los hoy Princesa de Asturias se han convertido en los más importantes del mundo, tal y como subrayó The New York Times. Fueron primero, por cierto, Premio Príncipe de Asturias de las Letras y después Premio Nobel de Literatura Doris Lessing, Günter Grass, Camilo José Cela, Mario Vargas Llosa y Octavio Paz. Los Premios Príncipe de Asturias han rendido un gran servicio de prestigio a España, a la Monarquía Española, al Principado de Asturias y al vasto mundo de las artes, las letras, la comunicación, las humanidades, la música, la ciencia, la concordia internacional y el deporte. A la cultura, en definitiva, en la más ancha expresión de la palabra, como subrayó Emilio Lledó en el extraordinario discurso que pronunció al recibir de manos del Rey Felipe VI el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.

El éxito sin fronteras de los Premios se debe a la acción de Pedro Masaveu, Plácido Arango, José Ramón Álvarez Rendueles y Matías Rodríguez Inciarte que han presidido la Fundación con prudencia, flexibilidad y prolongado acierto. Se debe también a Teresa Sanjurjo que está haciendo una labor sobresaliente en la Dirección General. Y, sobre todo, a Graciano García, periodista de raza, excelente poeta, organizador sagaz, el hombre que desde el primer momento se dio cuenta de que, respaldado por la Corona, podía internacionalizar los Premios y situarlos en el primer plano de la cultura universal. Este viernes, 21 de octubre se reproducirá en Oviedo la ceremonia que, retransmitida por televisión al mundo entero, convertirá a Asturias, a España, al Rey Felipe VI, a la Reina Letizia y a los personajes galardonados en el centro de atención de todas las mujeres, de todos los hombres, interesados en las altas manifestaciones de la creación literaria, artística, periodística, musical, deportiva y también de la acción política en favor de la concordia y la paz.