Seis especies de humanos poblaron la Tierra hace 100.000 años. La evolución histórica ha destruido a cinco hasta llegar al homo sapiens. El fulgor científico y la cabalgada tecnológica están ya muy cerca de crear el homo deus. La tentación bíblica de “serás como Dios” llama a los portones del futuro. Es la victoria de la serpiente que repta por el árbol prohibido. Yuval Noah Hariri en un libro magistral disecciona el pasado y explica con grave acento de verdad cómo será el futuro.
Iñaki Gabilondo se ha plantado delante del autor y le ha interrogado desde la sabiduría periodística. Me quedé prendado de la pequeña pantalla contemplando una entrevista de excepcional interés. Con la inteligencia artificial se nos viene encima en muy pocos años el mundo de los robots. Vivimos ya en la Edad Digital. Estamos todavía en su prehistoria pero se escuchan las voces que anuncian la trasformación más profunda que ha experimentado la Humanidad.
Un periodista fuera de serie, Iñaki Gabilondo, ha puesto sus antenas en el futuro y está haciendo desfilar ante los espectadores a los intelectuales y científicos, profetas del siglo XXI, que anticipan lo que va a ocurrir. Las naciones se juegan en la investigación y en la tecnología el futuro de todos. La inteligencia artificial desencadenada apenas se podrá controlar. Los robots harán casi todo. A las más diversas máquinas domésticas y vehiculares no se las controlará con las manos, ni siquiera con la voz, sino con el pensamiento.
En Sapiens, breve historia de la Humanidad, Yuval Noah Hariri, judío mizrají, recorre el camino que va desde los animales a los dioses. En Homo Deus, breve historia del mañana hace su proyección de futuro para asombro y meditación del lector. Pero Iñaki Gabilondo no se ha quedado en el sabio israelí. Ha espigado en el mundo entero hasta encontrar los cerebros más cualificados en el estudio del porvenir, desde la física cuántica a la arquitectura, desde la robótica a la astrofísica y se ha desbordado profesionalmente en una cascada de entrevistas audiovisuales bajo el formato Cuando ya no esté que atiza la inteligencia de los espectadores cualificados.
Ciertamente, la inmensa mayoría de los programas audiovisuales se dedican a buscar la audiencia en el patio de monipodio del cotilleo, en el erotismo cutre, en el humor vulgarizado o en la insidia de los personalismos. Nunca he rechazado la fórmula porque en esos programas hay a veces talento y en ocasiones originalidad. Satisfacen a un público que necesita de entretenimientos varios y que se complace en la vulgaridad y a veces también en la basura. Un público, en fin, al que es necesario atender, aunque algo más podrían hacer los dirigentes audiovisuales para contener la degradación social.
Por eso me complace resaltar que también se pueden hacer en televisión formatos de alta calidad. Y Cuando ya no esté es la mejor demostración. Iñaki Gabilondo corona así una carrera profesional vertebrada por el éxito y la seriedad, por el rigor y la exigencia. Ofrece ahora a los espectadores la imagen más certera de lo que será el futuro: deslumbrante por el desarrollo científico y tecnológico; preocupante porque la envidia, la pasión, los odios y los rencores, los celos y la agresividad, la tentación totalitaria del poder, seguirán formando parte de la condición humana. Y el hombre tendrá cada día más capacidad para destruir el hábitat en el que vivimos.
Nicholas Negroponte, el informático neoyorkino, impulsor de la revista Wired Magazine, publicó un libro El ser digital que hubiera deslumbrado a Martin Heidegger porque al ser le corresponde en el tiempo reflexionar sobre el mundo compuesto de átomos y sobre el mundo informático de los bits. Explica Iñaki Gabilondo que cuando preguntó en el espacio Cuando ya no esté de #0 a Nicholas Negroponte cómo será el mundo dentro de 20 años, el gran científico concluyó tras una exposición deslumbrante con esta frase atroz: “Suponiendo que el mundo exista entonces”.