Fernando Jáuregui, Federico Quevedo y 'El desengaño'
En el pelotón de cabeza del periodismo independiente español figura Fernando Jáuregui. Desde hace muchos años se esfuerza por encontrar y contar lo que él cree que es la verdad. Siente el olor y a veces el hedor de una noticia, pega la nariz al suelo como si fuera un sabueso, persigue el rastro sin perder la huella fugitiva, la descubre, la contrasta y luego la lanza al vuelo del periódico impreso, hablado, audiovisual o digital. Además, Fernando Jáuregui es también un periodista de opinión y rara sagacidad para desovillar la actualidad.
A Federico Quevedo le falta la experiencia de Fernando Jáuregui. Le sigo desde hace más de diez años sin una decepción. Es un periodista águila, zaranda capaz de separar los escobajos de la casca. Con Daniel Forcada escribió uno de los libros más certeros entre los que se han publicado en España desde la Transición: El negocio del poder. Los autores descubrieron ante el lector anónimo varios centenares de corruptelas y abusos de poder. Valga un ejemplo: “Al palacio de la Mareta, acondicionado con un gasto de 271.697 euros, -denunciaron Quevedo y Forcada- se llevó un alto cargo para pasar sus vacaciones nada menos que 15 cocineros como si se tratara de un monarca saudí”.
Y bien. Fernando Jáuregui y Federico Quevedo han aunado sus esfuerzos para publicar un libro -El desengaño- de espectacular interés y al que solo le falta la actualización de algunos de sus textos. Los dos periodistas radiografían la España democrática desde la Transición. Sus planteamientos, justos e implacables, colocan a los políticos destacados en el lugar que les corresponde. Cuentan los aciertos y las insuficiencias de Adolfo Suárez. Se recrean en los tiempos de gloria de Felipe González y lo devastan en los errores de sus últimos años. Hacen la resonancia magnética de José María Aznar. No regatean la crueldad al juzgar a Zapatero y desvelan algún pasaje desconocido como la contienda entre Rubalcaba y Carmen Chacón para sucederle. Toman la temperatura a la Monarquía desde distintos puntos de vista con más cercanía que saña.Y cercan a Mariano Rajoy con una crítica que descarna sobre todo la gran sandez de Pedro Arriola: “No hay que hacer nada porque el tiempo lo arregla todo y lo mejor es tener cerrado el pico”.
Desde la libertad sin ira, desde la esperanza cierta, desde la lucidez compartida, Jáuregui y Quevedo comprueban cómo el régimen de la Transición empezó a agotarse hace ocho o diez años, cómo en 2016
y 2017 se inicia el desmoronamiento, cómo nadie intentó poner remedio a la catástrofe, cómo se llegó a la proclamación por el Parlamento catalán de la independencia de Cataluña.
Cómo, en fin,las nuevas generaciones permanecen al 70% indiferentes ante el sistema fracturado, indignadas al 30%, asqueadas casi al ciento por ciento. Con el régimen que se desmorona, se produce el gran desengaño. Los dos periodistas, que se sintieron integrados en la nueva democracia, se quedan atónitos entre tantos escombros, tantos vertederos, tantos albañales. Han podido comprobar que los partidos políticos se preocupan antes que nada del interés partidista, relegando el interés nacional al zaquizamí de la Historia. La metástasis de la corrupción invade el cuerpo social de la vida pública. La mediocridad se convierte en la característica esencial de nuestros políticos. Se enturbian los horizontes. El tiempo se hace borrascoso. Y solo Europa significa, a pesar de su incertidumbre, la esperanza de una reacción que permita superar el gran desengaño. Conviene en todo caso no olvidar que la crítica a los abusos de los partidos en la primera mitad del siglo pasado condujo al fascismo en Italia, al nazismo en Alemania, al estalinismo en Rusia, al franquismo en España, al salazarismo en Portugal... Y eso es mucho peor.
Estamos, en fin, ante una obra imprescindible si se quiere entender cabalmente lo que ha sucedido en España a partir de laTransición. Desde una independencia feroz, Fernando Jáuregui y Federico Quevedo han compuesto un libro que se lee de un tirón sin que el interés decaiga un instante.