“España debe reducir el gasto público y acompañarlo con una rebaja fiscal para que los ciudadanos puedan sobrellevar esta crisis económica sin precedentes desde que terminó nuestra última guerra civil”.
Jano García es un hombre joven, un escritor libre, un intelectual independiente que se distingue por la claridad expositiva, la permanente moderación y la seriedad en la investigación. He leído su libro La gran manipulación (La Esfera de los Libros) de un tirón. Queda claro que en algunos medios de comunicación, sobre todo televisión y redes sociales, han facilitado a los políticos sanchistas la manipulación de las masas hasta descoyuntar la verdad.
Jano García ha perseguido como un sabueso las huellas de la desinformación que convirtió a España en el paraíso de la Covid-19. Y no ha perdido el rastro. En un impecable ejercicio de rigor intelectual, desmenuza, paso a paso, el ejercicio manipulador que ha zarandeado a la sociedad española en los últimos meses.
Dos tercios de la población española consume una media que roza las 4 horas de televisión al día. Los totalitarismos preconizan: todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado. La televisión y las redes sociales, de hinojos ante los becerros de la audiencia, permiten a algunos gobernantes, incluso en sistemas democráticos, manejar a su antojo a la opinión pública. García aporta documentación definitiva sobre cómo se ha tratado el coronavirus en China, en Europa, en Estados Unidos, en Iberoamérica, en África...
Y en España. “No hay ninguna razón de salud pública para suspender o aplazar el Mobile World Congress”, afirmó el 11 de febrero Salvador Illa. Dos días después, el señor Simón aseguraba: “En España no hay transmisión ni riesgo de infectarse”. El 23 de febrero manifestó: “El virus en España no está”. Jano García aporta docenas de datos en los países de nuestro entorno y también en otras latitudes, así como la reacción reveladora de las Bolsas. El 25 de febrero, Echenique decía: “El coronavirus está absolutamente controlado en España”. Jano García discrepa y asegura que “la falta de controles de viajeros y las nulas medidas de prevención son una bomba de relojería a punto de estallar”. Periódicos afines al sanchismo hablan de luchar contra la coronohisteria. Era necesario para Sánchez llegar al 8 de marzo con las masas dominadas. Por eso las autoridades se declaraban hartas “del alarmismo, la conspiranoia y los vendehumos”. Pero “en Italia, Francia, Suiza, Austria, etcétera, habían prohibido la concentración de personas”, afirma Jano García, mientras el Gobierno “decide apostar por centrar sus esfuerzos en la manifestación del 8-M y evitar que el miedo pueda desinflar el show de masas más importante para la política socialista”. El sagaz análisis de Jano García llega al punto medular de la gestión del sanchismo. Y concluye el autor del libro: “600.000 personas iban a salir a la calle creando una bomba biológica sin parangón”. En 24 horas se duplicaron los contagiados y los fallecidos. “Y allí estaban –según el poeta– Erato y Melpómene y alguien a quien no nombro, dentro del antro inmundo, repartiendo el botín”.
El Gobierno, según Jano García, siguió mintiendo “porque quería dejar pasar unos días hasta declarar el estado de alarma para que no fuera tan evidente hacerlo apenas 72 horas después del 8-M”, que se había celebrado, por cierto, “en contra de la agencia europea”. El 14 de marzo se proclama el estado de alarma, cuando “España se ha convertido en el país del mundo con más víctimas por millón de habitantes”.
El duro confinamiento da ocasión a que Sánchez multiplique hasta la náusea su presencia en TV con el borbolleo de su Aló presidente al estilo venezolano. Y con una finalidad que García resume así: “El objetivo es tapar por todos los medios que este Gobierno es responsable directo de la muerte de unas 45.000 personas y que la inmensa mayoría de esas muertes podrían haberse evitado simplemente poniendo la salud de los ciudadanos por delante de la ideología”.