Desde hace casi dos años soy un Android user. Mi andadura androide empezó con un HTC Wildfire, pasando por otros como el HTC Desire, Galaxy Nexus, Galaxy S3… etc. La verdad que Android tenía algo que me atraía mucho. Siempre he sido muy inquieto y me ha encantado experimentar, por lo que Android era un mundo totalmente nuevo para mí que me ofrecía muchísimas cosas nuevas. Y así he estado estos dos años, tan contento.

Pero la semana pasada decidí dar un giro y cambiar un poco de ecosistema porque Android me aburría un poco ya. Que sí, que cada dos por tres lanzan una nueva versión con cosas nuevas e interesantes, pero la base, la filosofía, sigue siendo la misma que el primer día, y eso es lo que me aburría ya. Por lo que decidí cambiar a un flamante iPhone 5.

¿Por qué cambiar?

Las razones para el cambio fueron varias. La primera fue las ganas de cambiar de ecosistema, de sistema y de móvil. Ya he tenido (y tengo) otros dispositivos de Apple, por lo que sé perfectamente de qué va la cosa y sus limitaciones, era sencillamente ganas de cambiar un poco de aires.

Otra razón es la cámara, que en el iPhone 5 es una maravilla. Me diréis que existen móviles como el Xperia T o Xperia S con unas super cámaras, y efectivamente es así, pero volvemos al párrafo anterior: las ganas de cambiar. Si Windows Phone tuviese más aplicaciones, probablemente habría adquirido un Lumia 920, cuya cámara está sorprendiendo gratamente a todo el mundo.

La siguiente razón es la experiencia de usuario. Yo tenía un Galaxy S3 y, a pesar de tener cuatro núcleos y 1 GB de RAM, el móvil no iba todo lo fluído que yo quería. Por esto decidí cambiar al LG Nexus 4 (el cual llegué a comprar el día 13 de noviembre), que sí cumplía este requisito. Pero nuevamente, volvemos a lo expuesto en el párrafo anterior: la cámara y las ganas de cambiar. El LG Nexus 4 tiene una cámara ligeramente inferior a la del Galaxy S3, y esto era un punto muy importante para mí, por lo que lo acabé descartando.

Y la última razón es el diseño. El iPhone 5 tiene un acabado magnífico, que da la sensación de ser un móvil de calidad desde el principio. Esta misma sensación también la tuve en su momento con el One X y con el Xperia S, pero eran dos dispositivos que no cumplían los requisitos anteriores, por lo que quedaron descartados también.

Así que con estos pensamientos en la mente, el único móvil que tenía todo lo que buscaba era el iPhone 5, y finalmente me decanté por él.

Conviviendo con el iPhone

Por diversos motivos, soy un heavy user de los servicios de Google y su sincronización con el iPhone era una de las cosas que más me tenía preocupado. Pero finalmente no hubo ningún problema y con algunos pequeños trucos y apps pude solucionarlo todo.

Para recibir el correo os recomiendo que utilicéis la aplicación oficial de GMail, que es fantástica. Los correos llegan al instante mediante push y la sincronización de carpetas y etiquetas es perfecta, asemejándose mucho a la experiencia de la aplicación de GMail para Android. Si habéis usado dicha aplicación quizás tengáis malos recuerdos de ella, pero os puedo asegurar que tras la última actualización es la mejor que puedes usar en tu iPhone.

Para mantener los contactos y los calendarios sincronizados entre tu iPhone y los servicios de Google, lo más sencillo es configurar la cuenta de Google en cuestión como si fuera de Exchange. Para ello basta con ir a Ajustes>Correo, contactos y calendario>Añadir cuenta. Una vez allí, selecciona Exchange e introduce tus datos de usuario. En una segunda pantalla de configuración, introduce los mismos datos que antes, dejando en blanco solo el apartado dominio y añadiendo «m.google.com» (sin las comillas) en el apartado «Servidor». Acepta los ajustes y después podrás elegir qué quieres sincronizar mediante Exchange.

Para acceder a Google Reader creo que la mejor opción es Reeder, sin lugar a dudas. Una aplicación repleta de gestos y pequeñas funciones que nos facilitan muchísimo las cosas. Me atrevería a decir que es el mejor cliente de Google Reader que he podido encontrar, incluso mejor que los que existen en Android.

Como no, para Google+ y Youtube la solución es tan sencilla como instalar la aplicación nativa desde la AppStore, las cuales cuentan con una calidad similar a la de Android, algo que se agradece muchísimo. Con esto ya tenía todos los servicios de Google sincronizados con mi iPhone.

Los primeros días con el iPhone fueron algo extraños porque todo era completamente nuevo. No me refiero al sistema operativo (que también, pero ya lo conocía de antes porque tengo otros dispositivos iOS) sino a las aplicaciones, que distan mucho de las de Android. No me refiero a que sean mejores ni peores, sino que son diferentes, y por tanto a veces hay que pensar algo más de lo normal. Pero vamos, nada del otro mundo, al segundo día ya estaba asimilado.

Las notificaciones me han provocado sensaciones encontradas. Si bien son muy bonitas, rápidas y personalizables, echo de menos ciertas funciones que sí tengo en Android como los ajustes rápidos o el deslizar lateralmente para eliminar notificaciones.

Alguno preguntará por la personalización (que en iOS es casi nula), pero la verdad que no la he echado de menos, más que nada porque no suelo personalizar mucho el móvil (el escritorio de mi Galaxy S3 tan solo tenía dos widgets). Lo que sí he echado de menos son cosas como las estadísticas de batería o del consumo de datos, unas cifras que yo miraba constantemente para controlar al milímetro lo que ocurría en mi móvil. Y aunque en iOS se pueden ver, no es tan detallada ni tan visual como en Android.

También hay muchas funciones «tontas» pero a la vez muy útiles, como las opciones de compartir, Android Beam o los widgets en la pantalla de bloqueo que se echan de menos. En mi día a día no eran funciones imprescindibles, por lo que el no tenerlas tampoco me importaba mucho, aunque en determinados casos sí que me habrían facilitado la vida.

Pero no todo es malo tras mi cambio a iOS. Sin duda lo que más me ha gustado de iOS es la calidad del SO y de las transiciones. Cuando usas un iPhone tienes la sensación de que todo fluye como una corriente de agua, ningún tipo de lag ni cuelgue. Eso es algo que tan solo los Nexus pueden ofrecer, y lo digo tras haber probado el 95% de dispositivos Android de gama alta. Así mismo se aprecia como las aplicaciones están hechas específicamente para ese móvil, cuidando cada detalle, mientras que en Android son más genéricas ya que deben de funcionar en todos los dispositivos del mercado.

Me gustaría destacar el teclado de iOS, cuyo funcionamiento es preciso y rápido. Escribir con dos manos es una delicia a pesar de que su pantalla es de solo 4 pulgadas. En mi anterior Galaxy S3 me equivocaba mucho más que con el teclado del iPhone (yo escribo sin corrector). Además, con una sola mano es mucho más fácil de escribir, lo cual se agradece. En comparación con el teclado original de Android creo que la diferencia no es excesívamente grande, aunque el tener una pantalla más pequeña ayuda mucho a escribir con una sola mano.

Así mismo, lo que más me ha gustado del iPhone es su diseño. La calidad de construcción es sublime, y creo que solo dispositivos como el HTC One X o el Nexus 4 se pueden acercar. Este ha sido otro de los puntos clave para cambiar al dispositivo de Apple.

Una de las funciones que también me gustaría destacar es Siri. En Android tenemos Google Voice Search que funciona de forma conjunta con Google Now, una combinación asombrosamente buena. Pero si nos centramos en el rango de respuestas, creo que Siri gana por goleada. Además, el hecho de que esté disponible en español es un punto muy a tener en cuenta.

Así que tras decir todo esto, creo que podríamos resumirlo en que el iPhone es un dispositivo más, con sus pros y sus contras. Como bien escuché en algún que otro podcast, es un mundo muy bonito pero con vallas, por lo que es solo cuestión de ver si esas vallas te afectan o no.