Relatos androides: Detenido por cazar Pokémon

Relatos androides: Detenido por cazar Pokémon

El Androide Libre

Relatos androides: Detenido por cazar Pokémon

Marcelo es detenido e interrogado por un acto irresponsable. ¿Cuál? Cazar Pokémon, así empieza este original relato androide.

10 julio, 2016 19:07

—A ver, vuelva a explicarme por qué estaba usted haciendo fotos a la Capitanía General del Puerto de Barcelona.

El inspector continuó su paseo circular por el espacio de la sala que no ocupaba la mesa mientras evitaba mirar directamente a Marcelo, el sospechoso. Éste mudó la cara de espanto con la que inauguró el interrogatorio por el rostro de hastío de quien debe repetir su argumento en bucle a sabiendas de que no convencerá a nadie.

—Ya se lo he dicho. Veinte veces.
—No se haga el gracioso conmigo, señor Marcelo —el inspector detuvo su movimiento de noria justo cuando pasaba delante de la mesa—, cuénteme lo que estaba haciendo de verdad.
—Pero si ya se lo he contad…
—¡DE VERDAD!

El manotazo contra la mesa sobresaltó tanto a Marcelo como la furia que desprendía la cara del inspector. Mientras, en la otra punta de la sala, oculto en la sombra que se escurría huyendo del flexo asentado en la mesa, un somnoliento comisario también se sobresaltaba a pesar de que conocía de memoria la pantomima.

—Estaba… —Marcelo contuvo con dificultad el llanto—. Estaba cazando un Pokémon.
—Otra vez con la misma gilipollez. ¡Le pillaron haciendo fotos a la capitanía!
—No eran fotos.
—Señor Marcelo, que no nací ayer. De pie, delante de la capitanía y con el móvil en alto. ¿Estaba llamando a su madre?
—No…
—Pues debería, porque esta noche dormirá en el calabozo.
—Pero…
—Relájese un poco, inspector —el comisario salió de las sombras adoptando la voz cantante—, dejemos que Marcelo explique por qué vio un pokebicho de ésos en la capitanía.
—Pero comisario, lo que está contando no es más que una invención. Y absurda, si me permite añadir.
—Yo tampoco es que me la crea, pero mírele. Un hombre de su edad, con entradas y tantas canas como un galán de Hollywood…
—Si me permite, comisario, el sospechoso se parece a un galán de Hollywood como yo a Camilo Sesto.
—Era sólo una manera de hablar. Quiero decir que me resulta extraño que un hombre con los huevos negros se entretenga cazando bichos imaginarios.
—¿Puedo decir algo?

Marcelo, tan herido en el orgullo que la ofensa vencía cualquier objeción impuesta por el miedo, intervino en la conversación dispuesto a arrojar luz sobre la ignorancia policial. Ignorando que de esta manera él mismo se encerraba en la jaula.

—Claro —dijo el comisario—. Explíquese.
—Llevo unos días con un juego de móvil muy famoso, Pokémon GO —los policías se miraron sin encontrar referencias de aquello que mencionaba el interrogado—. Di muchas vueltas buscando un Pikachu. Y por fin el radar me mostró uno cerca.
—Espere un momento —interrumpió el inspector—. ¿Ha dicho radar? Cada vez que trata de explicarse lo empeora.
—¡No, no! El juego tiene una especie de radar donde pueden verse los Pokémon que hay cerca. Cuando iba por el puerto vi la figura de Pikachu, por lo que supe que pronto lo tendría en mi Pokédex. Y apareció justo en la capitanía.
—Pero no le pillaron cazando pokeloquesea, estaba haciendo fotos.
—Es que para cazar hay que utilizar la cámara: se llama realidad aumentada.
—Realidad ¿qué? —El comisario empezaba a impacientarse.
—Realidad aumentada. Es cuando enfocas con una cámara y la pantalla, aparte de mostrar la realidad, crea una imagen falsa de un animal, un objeto, un coche…
—O un pokebicho.
—Sí, exacto. Si me devuelven el móvil puedo enseñarles cómo funciona, así me creerían.
—Su teléfono forma parte de la investigación —dijo mecánicamente el comisario—. Ahora mismo se encuentra requisado en el almacén de pruebas a la espera de que el juez lo inspeccione.
—Pero…
—Me temo que tendrá que contarnos la verdad, señor Marcelo —dijo el comisario apoyándose sobre la mesa para poder agacharse hasta la altura del sospechoso—. Puede que tanto el inspector como yo no estemos al día de lo que ocurre con los móviles, pero no nos tragamos eso de que estuviese cazando poke… Poke…
—Pokémon.
—Lo que sea.
—¡Deje que se lo enseñe! —El comisario se irguió sin esconder el gesto de aburrimiento—. Tendrán aquí un móvil, ¿no?

Comisario e inspector tornaron a dirigirse la mirada acordando mentalmente seguirle el juego a su interrogado.

—Tenga —dijo el comisario echando mano al bolsillo del pantalón para darle después el móvil a Marcelo. Éste lo tomó con delicadeza—. Tiene dos minutos para enseñarnos el pecacho ése al que estaba haciendo fotos.
—Es que… Puede que aquí no esté.
—Será mejor que aparezca, señor Marcelo —intervino el inspector—. Se está haciendo muy tarde y, si no nos convence de que no es más que un adulto haciendo cosas de críos, no tendrá más remedio que dormir en el calabozo.

Marcelo se apresuró a instalar una copia del juego en el móvil del comisario y a arrancarlo, procediendo a iniciar Pokémon GO con su propia cuenta. La señal de datos se filtraba con dificultad a la sala de interrogatorios, hecho que ralentizó la operación casi hasta el límite de la paciencia de los policías. Por fortuna para Marcelo, le permitieron sobrepasar los dos minutos hasta los casi cinco que transcurrieron tras el inicio.

—Miren, sólo tiene que cargar —Marcelo pulsó sobre «Iniciar sesión». En el móvil apareció la pantalla de carga—. Ahora el teléfono mostrará los Pokémon que hay cerc…

Marcelo no pudo terminar la frase. En lugar de enseñar mapa alguno con la situación del personaje principal o los animales cercanos, en la pantalla sólo aparecía un dibujo con un grupo de criaturas debajo del mensaje «Estamos experimentando problemas con nuestros servidores». Asustado, Marcelo salió del juego y volvió a entrar repitiendo la operación con idéntico resultado. Así otras dos veces, momento tras el cual el comisario le arrebató el móvil de las manos sin una pizca de delicadeza.

—Parece que no nos va a enseñar los pokebichos.
—Es que…
—Mentir a la policía es un delito grave.
—Los servidores…
—Servidores le vamos a meter en el calabozo hasta que nos cuente por qué fotografiaba la Capitanía.
—¡Déjenme que les explique! ¡Hay mucha gente cazando y los servidores se han caído!
—Usted sí que va a cazar —rió el inspector—: ratas en el calabozo.