En Internet la parte positiva de la crítica se está perdiendo, polarizándose todo hacia los fanboys, si te gusta algo, o hacia los haters si no comulgas con todo lo que diga una empresa. Y no es así.
Una de las cosas que más se valoraba antaño era tener criterio propio, que una persona fuera capaz de tener una opinión fundada sobre un objeto o hecho y que fuera capaz de defenderla con argumentos, no con insultos o bromas, y de cambiarla si se daba cuenta de que estaba en un error.
Esto actualmente no es más que una quimera en Internet, al menos en algunos aspectos. Fuera de la red sucede lo mismo aunque no con tanta intensidad.
Hace unos días publiqué un artículo de opinión hablando del Xiaomi MI MIX, posiblemente el móvil más bonito que he analizado jamás, y son muchos años ya.
Algunos lectores criticaron el artículo en base a que algunas de las cosas que yo le reprochaba al terminal también se daban en otros móviles y sugerían que yo estaba criticando este modelo por ser de Xiaomi.
Como si ser de una marca u otra fuera bueno o malo. Es absurdo.
Personalmente me siento cercano a Xiaomi porque me gusta su política. Me gusta que tengan precios muy bajos en sus móviles y que moneticen de otras formas, formas que yo puedo elegir no usar. De hecho si tuviera una marca preferida sería ésta.
Mi móvil personal es un Xiaomi, tengo su báscula, su lámpara de noche, su pulsera de cuantificación, dos baterías externas, he regalado varios accesorios de esta marca…
También me parece bien que Samsung o Sony pidan 800 euros cuando lanzan un terminal, están en su derecho, pero no es una acción que me haga querer comprar sus productos.
Las dos caras de la verdad
La empatía, la capacidad de ponerse en el lugar de una persona que piensa de forma diferente a ti, es algo clave en las interacciones sociales. Y es importante cuando vemos que algo encaja con nosotros pero no con los demás, y viceversa.
Puedo criticar que Huawei quiera vender su Porsche Design por más de 1000 euros cuando hay móviles chinos con esas prestaciones y a un precio inferior a la mitad. A la vez puedo criticar que los móviles de Apple tengan un diseño tan basto en lo que a marcos de pantalla se refiere. También que Xiaomi debería haber hecho las cosas diferentes en su MI MIX.
Y de pronto, ¿qué? ¿Soy un hater de media industria móvil sólo porque veo lo que, a mi juicio, son fallos? Es absurdo. También admiro la capacidad de Apple de crear marca, la de Huawei de montar una logística a nivel mundial que catapulta sus ventas, de Xiaomi por formar una comunidad sin invertir en marketing tradicional…
¿Y por eso soy un fanboy? Igualmente absurdo.
Hay una diferencia clave entre decir o hacer algo y decirlo y hacerlo a toda costa, cuando la realidad te indica que lo que dices es falso, que te estás equivocando.
Vinculación a una marca como necesidad de reafirmación
Esto, que pasa en los móviles, es algo innato a la naturaleza humana. Lo vemos en los partidos políticos, en los deportes y a la hora de elegir una ciudad como la más bonita.
La capacidad de las personas de dejarse llevar por sus sentimientos y proyectarlos en entes vacíos me fascina.
Pero esto lo encuentro más comprensible que cuando se hace con una marca que tiene sus propios intereses comerciales, gente que defiende a capa y espada a un fabricante (y literalmente da igual el que sea) porque es su elección.
Y quién no esté de acuerdo se equivoca.
La necesidad de reconocimiento que denota esto en nuestro sector es notoria y aunque la inmensa mayoría no se encuentra en el grupo de usuarios que lo hace el ruido formado es tal que son muchos los medios, de todo tipo pero también tecnológicos, que apuestan por cerrar los comentarios.
Los comentarios en Internet
Lo mejor que tiene Internet es que ha dado voz a todo el mundo. Lo peor que tiene Internet es que ha dado voz a todo el mundo.
El otro día comentaba con el compañero Iván P. sobre la decisión de los medios de cerrar los comentarios debido a personas que critican sin ton ni son, no las que lo hacen de forma constructiva.
Él decía que un artículo sin comentarios se convierte en un monólogo, y tenía razón, y aunque una conversación es mejor que un monólogo, ¿es un monólogo peor que una discusión?