Se acerca la segunda mitad de 2017. Todos los grandes fabricantes están preparando dispositivos para afrontar la segunda parte del año con energías. Estamos esperando al Samsung Galaxy Note 8, LG V30, Huawei Mate 10, iPhone 8… la lista es larga y está llena de bestias.
Y, antes de que lleguen los Reyes Magos y Papá Noel, va siendo hora de sacar la lista de deseos. ¿Qué queremos ver en un Android a estas alturas? ¿Qué considera un servidor imprescindible en un smartphone en 2017?
1. Que no tenga pantalla jelly
Al hacer el análisis del OnePlus 5 comenté que yo no percibía el jelly scrolling del que tanto se ha hablado. Pero que, si te fijas, es un efecto que se nota. Y desde que saltara la polémica se está descubriendo el problema en más dispositivos, como el Moto Z2 Force. Esto ya no es un problema de pantallas, esto es que el fabricante no ha pasado el suficiente tiempo probando el dispositivo para encontrar fallos.
Este fallo generado por colocar la pantalla del revés debería haber sido encontrado en la fase de pruebas. Es normal que se tenga que recortar para llegar a tiempo si los fabricantes se están matando para llegar a sacar un buque insignia cada seis meses. Pero eso no hace que sea justificable, porque el objetivo sigue siendo que el teléfono llegue al usuario sin fallos.
2. Que tenga jack de 3.5 milímetros
Soy una persona, como muchos otros, que escucha música durante gran parte de su día. La escucho desde mi portátil cuando trabajo, o desde mi móvil cuando voy por la calle. Incluso escucho la radio del Grand Theft Auto cuando voy conduciendo en el juego. Todo en diferentes dispositivos: smartphone, portátil y consola. ¿Y qué tienen todos en común? Exacto, el jack de 3.5 milímetros.
No, no quiero llevar encima un adaptador que sólo puedo usar cuando voy a escuchar música en el teléfono. Y en este caso no, no puedo dejar el adaptador siempre conectado al cable de los auriculares. ¿Qué hago cuando quiera escuchar en mi portátil o en la consola? ¿Por qué mi smartphone tiene que ir a contracorriente y forzarme a volver 10 años atrás, cuando Sony-Ericsson o Nokia nos obligaban a usar adaptadores para conectar cosas a sus teléfonos?
3. Que lleve más batería que su antecesor
Nuestros teléfonos son más potentes que nunca. Tienen más memoria que nunca, van más rápidos que nunca, sacan mejores fotos que nunca… así tenemos decenas de afirmaciones. Pero no me vale de nada si a mitad del día me voy a quedar con un pisapapeles de diseño. La batería es un aspecto esencial de nuestro teléfono, sin ella estamos vendidos. Y no avanzamos mucho en ese sentido.
Parte de la culpa la tiene la optimización. Cuanto menos consuma el sistema, menos energía necesitará y más durará la batería. Pero otra parte de culpa la tiene la obsesión de hacer dispositivos lo más delgados posible. Si me das a elegir entre tener más batería o recortar unos milímetros de grosor, tardas en meter más miliamperios. No pido que el teléfono dure una semana, pero sí que sea capaz de llegar al día sin estar pegado a un router o a un enchufe.
4. Que tenga un ciclo de actualizaciones decente
Y con el cuarto punto llegamos a una de las mayores debilidades de Android: el tema de las actualizaciones. Después de ocho versiones siguen dando vergüenza. Google no consigue que las actualizaciones lleguen a todo el mundo, y los fabricantes pasan por completo en la mayoría de los casos. Hasta tenemos fabricantes como OnePlus que se niegan a actualizar teléfonos con apenas 6 meses en el mercado. O Motorola, que le daba pereza actualizar.
Ya ni siquiera pedimos que el fabricante actualice rápido: es una suerte si termina actualizando el teléfono más allá del primer año. Mantener un nivel de actualizaciones, y de adopción de nuevas versiones, a la Apple es algo imposible con las condiciones actuales. La única solución que queda es escoger el último Pixel, actualizados por Google. Y aquí es donde nos encontramos el siguiente punto de la lista.
5. Que esté disponible para comprar
Y todo esto no vale de nada si ni siquiera podemos comprar el teléfono. Si, estoy mirando al Pixel o al Essential Phone y su disponibilidad bloqueada según región. Estoy mirando a OnePlus y sus invitaciones absurdas. Miro al Nexus 4 y al Nexus 5, con los enormes problemas de disponibilidad que sufrieron. Miro a fabricantes como Xiaomi que nos obligan a comprarlo a China sin ninguna garantía. No sirve de nada tener el teléfono perfecto si no puedes vendérselo al cliente.
Y las exclusividades absurdas son para dar de comer aparte. Por ejemplo, que el LG G6 tenga un DAC genial sólo en su versión coreana. O el rollo de que Samsung a veces venda Qualcomm en unos mercados y Exynos en otros. ¿Si quiero la versión con Exynos o el modelo con el DAC, por qué diablos me atas a un modelo que no lo tiene? Lo único que hace es frustrar a los posibles compradores haciéndoles saber que su nuevo smartphone podría ser mucho mejor, pero no lo es. Es una versión inferior y no tienes opción de hacerte con la mejor.
A estas alturas hemos dejado de pedir especificaciones de primer nivel o bestias pardas. La tecnología en los smartphones ha llegado al punto en el que ya tiene potencia de sobra para hacer todo lo que se nos ocurra. No necesitamos lo último de lo último para hacer hasta las tareas más avanzadas.
Llegados a este punto, lo que hemos empezado a pedir es que no existan fallos tontos. Que no nos quiten funciones, que se comprometan a darnos una atención después de comprar, que no nos den teléfonos con errores absurdos.
Es una pena que, en un ecosistema que ha alcanzado tal madurez, lo único que pidamos los usuarios es que no metan la pata.