Las actualizaciones de Android son todo un quebradero de cabeza para muchos de sus usuarios. Pero siendo francos ¿quién tiene la culpa?
Bajo mi parecer, la culpa la tienen las marcas. Pero no de la forma obvia en la que podríamos pensarlo. Sí, es cierto que los dispositivos que compramos deberían tener un soporte de actualizaciones constantes incluso después de un tiempo. Pero es que el problema no es que se actualicen tarde los teléfonos. El problema es que no da tiempo.
El mejor ejemplo para mí es el OnePlus 5T. Teniendo el OnePlus 5 unos meses, ha salido a la palestra este nuevo terminal de la firma china. Y ya están saliendo titulares hablando del futurible Galaxy S9. El problema no radica en las actualizaciones, sino en la incesante cantidad de dispositivos que actualizar.
Demasiados teléfonos que actualizar
Las siguientes generaciones de dispositivos están llegando a un ritmo que casi no podemos abarcar. Teniendo el Galaxy S8 menos de un año de vida, ya queda menos para que se enfrente a su sucesor, el Galaxy S9. Y ya no es cuestión de actualizar según qué dispositivos o no. Es que con tamaña cantidad de teléfonos, es casi imposible.
Pongo otro ejemplo, de nuevo enfocado a la gama Galaxy de Samsung. Recordemos el tremendo éxito de ventas que supuso el Samsung Galaxy S7 Edge, sin duda uno de los terminales que marcaron un antes y un después en la historia de la compañía. Os suena lejano ¿verdad? Ahí radica el problema. Un dispositivo con poco menos de dos años que ya casi está en el olvido.
Si ya es difícil que actualicen dispositivos de gama media, imagina teléfonos de hace 2 años
Esto provoca que no dejemos al mercado respirar. Comprar a día de hoy un dispositivo no nos asegura que al año siguiente disfrutemos de todas las bondades de la última versión de nuestro software por la preferencia del fabricante en mimar a su último flagship. Y esto genera un desconcierto y una desconfianza en aquellos usuarios que le dimos una oportunidad en sus intentos más arriesgados.
Los usuarios también tenemos la culpa
Y sí, está claro que las empresas fabricantes deberían reducir el ritmo de comercialización de dispositivos. Pero no os creáis que nos libramos de la culpa. Muchos de los usuarios más genéricos que mueven el mercado tienen su parte de culpa igual o mayor al de estos fabricantes. Lo último de lo último. ¿Os suena esta frase?
No sería la primera vez que veo a una persona quejarse de que su teléfono ya tiene poco más de un año. De hecho, un caso cercano me ha dado mucho en lo que pensar. Un conocido adquirió a principios de año el Huawei Mate 10 Plus ilusionado por tener por fin un tope de gama. Tras un cierto tiempo y después de la salida del Huawei Mate 10… vendió el primero y se ha comprado el segundo.
Y preguntándole sobre aquello, la respuesta me dejó patidifuso. «El Mate 10 me parece un teléfono más nuevo, y ya me estaba cansando del Huawei P10 Plus.» Me quedé sin habla. No había durado con tal dispositivo apenas unos meses, sintiendo que era un Android antiguo. Y es una tendencia que se ve claramente reflejada en el mercado.
Entonces, dispongámonos a aunar conceptos. Un fabricante lanza un teléfono que se queda «anticuado» al poco tiempo, y pasa el tiempo. Sólo los usuarios que le dieron a ese dispositivo una oportunidad lo siguen llevando. ¿Entonces ese fabricante va a gastar recursos y trabajo en actualizar un dispositivo que «apenas» se usa y queda por detrás del volumen de compradores de su teléfono actual?
Resulta en un círculo vicioso. Se sacan dispositivos cada poco tiempo que son abandonados al cabo de otro poco lapso de tiempo tanto por los usuarios como por sus compañías y acabamos en un soporte de actualizaciones muy discutible y lejos de la política de actualizaciones de marcas como Apple.
Seamos un poco más cuidadosos con la tecnología
Cada uno puede hacer lo que quiera con su dinero. No le voy a recriminar que quiera lo mejor de lo mejor a nadie. Pero siendo un poco menos «consumistas» podremos alargar la vida útil de un dispositivo por el que seguramente habremos pagado un cierto dinero. Y no sienta nada bien ver cómo abandonan prematuramente a un teléfono. Lo sé por experiencia.
Porque luego mantener el ritmo de actualizaciones o no sale rentable o cae en el polvoriento cajón de tareas que hacer de un fabricante. Demos un margen más grande a nuestros teléfonos y disfrutemos más de las novedades que vendrán más que buscar una nueva cada 6 meses. No nos aburramos tan rápido de la tecnología, o acabaremos aburridos de mucho más que ella.
¿Crees que somos demasiado ansiosos pidiendo dispositivos cada pocos meses?