Gatos. Gatos adorables y destructores. Si con esa premisa Crashy Cats no te interesa, no eres un buen ser humano. Bueno, puede que no tanto, pero es un juego muy divertido el que te vamos a presentar.

¿Te gustan los gatos? Hay dos opciones: sí y sí. Si has sido una buena persona y has dicho que sí, entonces el juego del que te vamos a hablar te va a gustar bastante. Porque si encima que un juego tiene gatos, los pone destruyendo cosas, la cosa se desmadra. Esto es Crashy Cats.

Destruye cosas, lindo gatito

Lo mejor de este juego (aparte de los gatos) es que su premisa se explica en pocas palabras: encarnas a gatos monos destruyendo cosas en un endless run con estética de 8 bits. O más simplificado: eres un gatito que rompe cosas y gana dinero. No tenemos más argumentos para hacer que te descargues Crashy Cats.

Bueno, sí, tenemos más. Nos encontramos ante un título que no destaca por tener ni historia ni una premisa establecida. Se trata de un endless run clásico con una estética pixelada en el que nuestro único objetivo será desbloquear cosméticos. Algo así cómo Tape it Up! pero cambiando cajas por gatos.

Los controles son tan sencillos como pulsar la pantalla para que el gato salte, ya que corre de forma automática. Cuantas más cosas destruyas más dinero obtendrás y mejor puntuación conseguirás. Por supuesto, habrá unos malvados perros que te impedirán seguir y por lo tanto tendrás que esquivar.

Crashy Cats es un Super Mario Run con gatitos destruyendo cosas. ¿Qué más quieres?

El principal problema de este juego es que… eso es todo. No tendremos más que seguir recopilando puntuación y podremos hacer poco más que recorrer el escenario rompiendo cosas con nuestro minino. Sí, tiene su gracia, pero se trata de un juego pensado para aquellos que quieran matar el rato con algo simple y llano. Por lo que no te esperes un Monument Valley con este título.

Una estética típica pero acertada

Ya hemos visto esta estética en repetidas ocasiones. De hecho, muchos de los juegos actuales se basan en tres líneas de diseño bien reconocibles: Material a lo Monument Valley, 3D a lo Asphalt y Retro a lo Crashy Cats. La cosa es que este juego no hubiera sido lo mismo sin este aspecto tan pixelado y hay que decirlo: le queda bastante bien.

Todo el juego tiene un aire indie adorable muy marcado que ayuda a la sensación de sencillez. Ya hemos dicho que este juego no se basa en un entretenimiento muy extenso, pero no busca nada más. Cosa que agradecemos y nos ayuda a desconectar de otros juegos más densos como The Room.

El problema principal nos lo encontramos con su carácter. Seguro que ya habréis adivinado la principal pega de este juego: el freemium. Y como en el caso de alguno de sus hermanos, este freemium no es el más acertado de todos.

Publicidad y micropagos un poco inútiles

Crashy Cats sigue el mismo modelo (del cuál ya me quejé) que Tape it Up!. Con el dinero obtenido de las puntuaciones, consigues monedas (algo contradictorio) y con ellas, desbloqueas loot boxes y demás. El problema es que esto no beneficia en nada al jugador, sin pasar de ser unos cosméticos básicos para tu gato.

Puedes desbloquear otros gatos y complementos para este. Pero hay publicidad y puedes adquirir estos añadidos pasando por caja. Y la pregunta que me hago es: ¿por qué? ¿Por qué en un juego tan sencillo nos encontramos otra vez con este modelo? Bajo mi punto de vista, no tiene la más mínima lógica.

Por lo demás, tenéis Crashy Cats gratis en la Google Play con el freemium asomando la patita. No deja de ser un juego entretenido que instalas por inercia buscando algo a lo que engancharte en tu Android. Y si buscabas algo así, este juego cumplirá tus expectativas. Además, repetimos: es un juego de gatos. Y los gatos gustan a todos. ¿O no? Vale, ya paro.