Llevo analizando móviles casi dos décadas, y no recuerdo una etapa en la que los tests de rendimiento, los benchmarks, no fueran al menos parte del debate. Es cierto que esto se ha acrecentado en los últimos años, con la fortísima competencia entre marcas y con el aumento de rendimiento de los procesadores.
Siempre hemos sido conscientes de que la cifra arrojada por un test de este tipo sólo servía para comparar un móvil con sus rivales, no para tener una idea de cómo era su uso en el día a día, pero actualmente eso ya no es así.
Los fabricantes priorizan la autonomía
En las últimas semanas dos marcas de primer nivel, Samsung y Xiaomi, han sido cogidas realizando modificaciones no anunciadas de comportamiento en ciertos modelos.
Ambas empresas han decidido que, para que la batería no sufriera más de la cuenta, iban a limitar por software la potencia que era capaz de entregar el procesador usado en algunos smartphones.
Es decir, que preferían que sus móviles fueran más lentos para que la batería durara más tiempo. Tiene cierto sentido. No, en serio, lo tiene. El problema realmente no es ese, sino que cuando se ejecutaban test de rendimiento esa limitación desapareciera.
Y ni siquiera es algo nuevo. OnePlus fue pillada haciendo lo mismo en 2017 con el OnePlus 3T.
El problema no es limitar la potencia, es intentar engañar
Si una marca decide que su prioridad es la autonomía y limita el rendimiento de un procesador en todo momento, benchmarks incluidos, podemos o no estar de acuerdo con la decisión, pero es coherente. Xiaomi nos remitió una respuesta oficial a este caso:
"Xiaomi aplica estrategias de control de la temperatura para garantizar una experiencia óptima del producto, sobre todo en el caso de las aplicaciones más exigentes, que suelen utilizarse durante periodos prolongados. En muchos de nuestros dispositivos, ofrecemos 3 modos de rendimiento, que permiten a los usuarios ajustar el equilibrio entre rendimiento y eficiencia energética. A nivel de sistema, todas las optimizaciones relacionadas con el rendimiento de las aplicaciones tienen en cuenta muchos factores esenciales, como el consumo de energía, el rendimiento y el impacto térmico”.
Lo que no es coherente es que el móvil se comporte de una forma con esos tests, para poder presumir de cifras, y luego sea casi imposible exprimir esa potencia haciendo literalmente cualquier otra cosa.
Y más si se oculta esa información y no se toman medidas hasta que hay un escándalo. Eso sí, parece que este tipo de decisiones afectan a las ventas de ciertos modelos, al menos en Corea del Sur.
Los benchmarks ya no son fiables
Por todo esto, hacer test de benchmarks es algo que ya no tiene sentido ni para comparar el rendimiento bruto de dos móviles, porque no sabes si ese rendimiento será siquiera parecido al que tendrá un usuario cuando use ese móvil para jugar, hacer fotos o navegar, que es la idea primigenia de este tipo de pruebas.
Obviamente, los desarrolladores de estos tests no tienen culpa de que las marcas tomen esas decisiones, y no han dudado en eliminar los modelos de sus listados, pero dado que hemos visto a firmas de primer nivel modificando el comportamiento de sus terminales ya no sabemos si cuando hacemos una prueba de cualquier móvil esa cifra sirve para algo que no sea que el fabricante presuma de su nuevo dispositivo.
Te puede interesar
- Cómo hacer que la pantalla de tu Xiaomi se encienda cuando llegue una notificación
- "Funciones especiales" de Xiaomi: estas son las 6 que puedes usar en tu móvil o tablet
- El truco de Xiaomi para que una app no pueda conectarse a internet
- Cómo bloquear los ajustes rápidos desde la pantalla de bloqueo en Xiaomi para que nadie pueda acceder a ellos