El uso del smartphone está plenamente extendido en la sociedad en España, y prácticamente todo el mundo tiene el suyo, incluso muchos niños. Esto está suscitando ciertos problemas relacionados con el acoso y la adicción, y están poniendo a los padres en alerta sobre su uso por parte de los más pequeños.
Durante los últimos meses ya han salido a la luz varios casos escalofriantes en los que se ha descubierto que algunos alumnos han participado en grupos de apps de mensajería con contenido ilegal. Ya son muchos los padres que están a favor de prohibir el uso de estos dispositivos entre los más pequeños. No es un tema que esté libre de polémica, ya que hay muchos casos en los que los padres se los dan porque necesitan comunicarse de alguna manera con sus hijos mientras que los cuida otra, entre otros casos.
En las propias aulas también está presente este problema, puesto que no existe una norma a nivel nacional que regule la presencia de estos dispositivos en el aula, y hay bastante debate al respecto. Pero ¿qué piensan los educadores? En EL ESPAÑOL - El Androide Libre charlamos con Pilar Gredilla, secretaria estatal de comunicación de la Asociación Nacional de Profesionales de la Enseñanza (ANPE); Alberto Tarriño, profesor en la Universidad Internacional de la Empresa (UNIE) y especialista en pedagogía terapéutica; y Rafael Mármol, profesor y director de calidad docente en el Colegio Santa María del Carmen de Madrid, para hablar sobre el uso de los smartphones en clase por parte de los más pequeños, así como sus alternativas.
Necesidad de ley
Actualmente, España no cuenta con una normativa a nivel nacional que regule el uso de los smartphones en los colegios e institutos. Recientemente, tras sucesos como los que han tenido lugar en diferentes partes del país, son muchas las voces que piden que se legisle al respecto. En este sentido, hay bastante consenso, y los tres profesionales con los que hemos hablado opinan lo mismo: debe existir regulación.
Gredilla afirma que "Ahora mismo es una decisión de cada centro y de las comunidades autónomas. No obstante, tiene que haber un consenso entre padres y profesores sobre el riesgo que supone usar móviles a temprana edad. Nosotros, como docentes, tenemos que enseñar a los alumnos, no podemos controlar quién lo tiene y quién no". Esto recalca el papel activo que deben tomar los padres en la educación digital de los más pequeños.
Si cada Comunidad Autónoma hace a su manera las cosas y hay varias normas en este sentido, se debilita el sistema. Debería haber una ley que lo regule para todos igual. "Nos faltan recursos, de todos los tipos, a los profesores y a los centros educativos. Queda mucho por hacer", comenta Mármol. Por otra parte, Tarriño, que también opina que debe existir regulación estatal, sostiene que "es un elemento distractor que impide el normal funcionamiento y desarrollo de las rutinas del aula, a su vez disminuye el número de relaciones e interacciones sociales entre alumnos y por ende, desarrollan menos habilidades interpersonales", por lo que es muy positivo que se entre a regularlo.
Esto, como comentan los docentes, también choca con el hecho de que a los alumnos se les pidan cada vez más competencias digitales, y ven esto positivo de cara a que crezcan sabiendo utilizar la tecnología, pero para ello hay que enseñarles y supervisarles, también en casa.
Educar en su uso
Al hablar sobre la edad a la que dar el móvil a un menor de edad, no hay un consenso respecto a un número determinado de años, pero sí en cuanto a que debe haber un cierto grado de madurez antes de hacerlo. No hay que dejarse llevar por la presión social. El profesor Tarriño opina que "entregarle la responsabilidad a un menor de portar un móvil tiene que ver más con el nivel de maduración de esta que de la edad en términos numéricos propiamente dichos". Este momento llega "cuando no requiera de la supervisión constante de los padres ni aplicaciones de control parental para que haga un uso responsable en tiempo y modo". Por otra parte, Rafael Mármol relata que, en su centro educativo, a los 12 o 13 años suele ser cuando los padres se los regalan, después de hacer la comunión.
Pilar Gredilla sostiene que los profesores pasan un tiempo limitado con los alumnos, y el control del contenido de este dispositivo y su uso debe llevarse a cabo en el hogar. La Secretaria de comunicación del sindicato de profesores de enseñanza pública piensa que "no se puede parar el avance de la tecnología, sería como poner puertas al campo, pero hay que educar en el uso de las redes sociales y de los teléfonos para que se haga un uso correcto".
Aquí, dice Tarriño que también es importante predicar con el ejemplo, sin mirar el teléfono, cuando se está en la mesa comiendo, conversando con los hijos, escuchándoles, siendo proactivos en su proceso de maduración e involucrándoles en la rutina diaria. También es importante pensar en para qué usan los niños la tecnología, puesto que estén habituados a ella no implica que la estén utilizando para aprender. "Me resulta curioso escuchar de esta generación que son nativos digitales cuando mi experiencia profesional me dice todo lo contrario. Tenemos, por desgracia, niños que pueden cambiar de video en YouTube o navegar de manera autónoma por redes sociales, pero que no son capaces de usar Office para hacer un trabajo ni usar de manera autónoma plataformas educativas como Classroom o Meet", reflexiona el docente.
Según comenta el profesor Mármol, la tarea de educar a los niños en el uso de la tecnología no puede solo recaer en los profesores, y es necesario concienciar sobre un uso que no entrañe peligro ni acoso. Para ello, llevan a cabo también algunas formaciones con los padres de los alumnos, que, al final, suelen ser los que más horas pasan con ellos, y quienes gestionan su uso de la tecnología.
¿Qué alternativas hay?
Pese a que pueda estar prohibido en las aulas, por diversas circunstancias, hay padres que necesitan comunicarse con sus hijos a lo largo del día, mientras están fuera de casa, por lo que para ellos es necesario que sus hijos cuenten con un dispositivo que les permita hablar. Hay centros que ya están tomando medidas para evitar el uso del móvil en las aulas, a no ser que sea para una actividad en concreto. Rafael Mármol nos cuenta que al empezar las clases, recogen todos los móviles de los alumnos en una caja, custodiada por el tutor, de forma que aunque lo lleven al colegio o al instituto, no pueda suponer una distracción para el aprendizaje durante el tiempo de clase.
Sin embargo, si está totalmente prohibido llevarlo, hay algunos dispositivos que pueden sustituir al smartphone con la finalidad de que los padres puedan comunicarse con su hijo cuando acaben las clases. Se trata de gadgets, del estilo del SaveFamily Iconic Plus, que es un reloj inteligente que está especialmente pensado para ofrecer una experiencia segura a los niños. Incluye aplicaciones como WhatsApp, pero con un fuerte control parental que haga que el niño o la niña no pueda descargar ni instalar una aplicación sin el consentimiento de su padre o madre.
Una buena alternativa, que no se ve tanto en los centros escolares, también puede ser darles una tarjeta SIM de prepago y un teléfono convencional, no un smartphone. De esta manera, el menor podrá llamar o recibir llamadas de sus padres, pero sin la posibilidad de acceder a redes sociales o a otras plataformas en Internet. Hay marcas, como la española SPC, que siguen fabricando este tipo de móviles, que aún tiene cierto mercado entre gente de avanzada edad que no ha querido dar el salto a los smartphones. Entre sus principales virtudes se encuentran el hecho de que cuentan con una bastante mayor autonomía que los smartphones, ocupan menos espacio y pueden suponer una menor distracción.