Vivimos en la era de la digitalización del todo. Hemos asistido a la concentración de discos bajo el formato mp3, la reducción de toscos libros a un puñado de megas gracias a los eBooks y así con fotografías, documentos y un largo etcétera. También con el dinero. De las cartillas pasamos a las tarjetas de crédito y de ellas a las aplicaciones móviles o sistemas como Samsung Pay (que llegará este otoño a Europa).

Incluso en los últimos años se ha llegado a acuñar una nueva divisa digital, el Bitcoin, que simplemente no opera con efectivo. Pero, ¿qué pasaría en un mundo sin dinero en efectivo? ¿cómo sería nuestro día a día sin los monederos de toda la vida y sin poder las monedas de toda la vida?

En cinco años: más pagos móviles que operaciones con efectivo

El avance de los pagos móviles parece inexorable. Un estudio de VISA cifraba en cinco años el tiempo que debía transcurrir para que las operaciones a través de smartphones superasen a las operaciones en efectivo. No solo Samsung está en ello:  Apple lanzó Apple Pay y Google, que ya tuvo en su momento Wallet, afina ahora una plataforma llamada Android Pay. En este listado aparecen gigantes como Paypal e iniciativas como la española Kuapay.

Sea como sea, esta tendencia parece haber calado hondo en algunas sociedades y es que, tal y como recogen en eldiario.es, el Gobierno de Dinamarca lanzó al aire este mismo año una idea peregrina: acabar con la obligatoriedad de tener que aceptar dinero en efectivo a partir de 2016.

Dinamarca pretende acabar con la obligatoriedad de aceptar efectivo en enero de 2016

Según los datos que recogen en este medio, España y Alemania son las dos naciones -dentro de Europa- que más utilizan las monedas y los billetes, según cifras del propio Banco Central Europeo. Por contra, los países nórdicos son los que más se decantan por medios alternativos al efectivo. Sin embargo, y a pesar de las costumbres hispanas o germanas, la conclusión generalizada es contundente: el uso del dinero en efectivo está mermando.

El artículo ofrece otra serie de interesantes datos en los que se atestigua «que la fisonomía de la industria del sector» financiero está mutando en todo el mundo. A mayor evolución y desarrollo de un país mayor diversidad en los medios de pago, según el informe de Pwc que recogen. En cabeza está Norteamérica, donde solo el 51% de las operaciones se realizarían con dinero físico. En el otro extremo de la balanza estaría África, con unos guarismos que ascenderían al 99%.

Pros y contras de un mundo sin dinero en efectivo

Según coinciden en señalar la mayoría de expertos, la desaparición del dinero físico y de su uso permitiría un mayor control de capital, impactando de lleno en la línea de flotación de la evasión de impuestos y la economía sumergido que ven en el efectivo su principal herramienta. Otras de las ventajas que generaría la extensión de las tarjetas de crédito o las aplicaciones móviles seria una mayor seguridad para los usuarios que podrían ver reducido el número de atracos y el sistema sería más eficiente. 

Un mundo sin efectivo podría reducir la evasión de capitales y los atracos. Sin embargo, todavía son muchos los colectivos que hacen un uso alto de esta herramienta en todo el mundo

Sin embargo, otro informe firmado por el economista jefe de Citigroup advierte que el 85% de las transacciones todavía se realizan en efectivo ya que el uso de la moneda entre colectivos desfavorecidos o personas mayores es muy alto, incluso en las economías más avanzadas y que por ello conviene preservar este método, por lo menos, para operaciones por valor inferior a cinco dólares.

En el artículo firmado por Juan Cruz Peña Pérez se recogen otras opiniones como las de Ricardo G.Zaldívar, expresidente de Attac España o la de Rodolfo Rieznik, directivo de Economistas sin Fronteras. Ambos coinciden en señalar que esto generaría más desigualdades y pondría a los bancos en una situación de mayor poder. 

Desafíos de un mundo sin dinero en efectivo

De esta manera se presentan varios desafíos. El primero de ellos el de crear un mundo sin dinero físico que fuese inclusivo con todos los estratos de la sociedad. Habría que crear un sistema integrador, de uso muy fácil y asequible: tanto para mayores como para personas desfavorecidas o con menores recursos.

Muchos ven en los smartphones una vía para esto, pero este horizonte parece lejano por la adaptación que tendrían que llevar a cabo también millones y millones de comercios y establecimientos en todo el mundo. El segundo sería el de establecer controles que evitasen prácticas abusivas por parte de las entidades financieras, que tendrían mucho más poder de decisión al tener que operar si o si a través de sus sistemas. Algo que también abriría la puerta a nuevas formas de control y desafíos para la privacidad: en un mundo sin dinero en efectivo quedarían registros informáticos de todas mis operaciones y, por tanto, se podría conocer hasta el último céntimo que gasto y en qué lo gasto.

Las dudas también surgen sobre la responsabilidad del diseño de estas nuevas herramientas de pago: ¿deberían ser las empresas tecnológicas quien liderase esta creación o deberían ser los bancos?

Vía | eldiario.es