La grabación y reproducción del contenido audiovisual es uno de los principales motores de la innovación dentro de la tecnología. Televisiones, reproductores de vídeo, smartphones, todos evolucionan para que les resulte más sencillo consumir contenido con mayor calidad y diversidad. ¿Hacia dónde vamos? Al 4K y 8K, películas en HDR y hacia la realidad virtual.
Dentro de la realidad virtual, campo muy movido últimamente, nos encontramos con diversos conceptos que tienden a confundirse entre sí. Tres de los más populares: la propia realidad virtual, la realidad aumentada y los vídeos en 360 grados. ¿Tenéis claro lo que implica cada uno para vuestras retinas? Vamos a explicarlos en total profundidad para que no volváis a liaros de ahora en adelante.
Tres términos relacionados entre sí que no son iguales
Los medios tecnológicos hablamos a menudo de ellos debido, principalmente, a los avances que los distintos fabricantes han presentado durante los dos últimos años. Las Samsung Gear VR, Oculus Rift, Google Cardboard, Microsoft HoloLens, Google Glass, LG 360 Cam, LG 360 VR… El panorama geek está cargado de nombres propios con accesorios que no funcionan de la misma manera, aunque sí que mantienen cierta relación: ofrecen una forma diferente de ver el mundo.
Los tres formatos están destinados a mejorar la experiencia de una proyección plana corriente induciendo a que el espectador se sumerja dentro de la acción. Esto ocurre a distintos niveles, yendo de menor a mayor: realidad aumentada, vídeos en 360 grados y realidad virtual. Así, tendríamos una inmersión más profunda en la realidad virtual, algo en lo que influye el reproductor, generalmente unas gafas construidas para aislar del entorno. Empecemos por aquí.
Realidad virtual, cuando visitamos físicamente un mundo que no existe
Está en boca de todos y en las mesas de diseño de los fabricantes más conocidos: la realidad virtual está siendo la revolución que lleva anunciándose desde hace años. Muchos son los dispositivos que pretenden aprovecharla, definiéndose de la siguiente manera:
La realidad virtual es el acceso a un mundo falso que el cerebro entiende como real. La tecnología simula los estímulos, especialmente visuales, que consiguen sumergir al espectador dentro de un universo creado a modo de simulación. La interfaz más común en realidad virtual son las gafas VR: dotadas de doble pantalla para añadir efecto en 3D al visionado, la imagen reproducida se mueve en la misma dirección que la cabeza del individuo. De esta manera resulta posible notar las mismas sensaciones que proporcionaría el mundo creado, generalmente, de manera informática.
La realidad virtual puede apreciarse a distintos niveles, dependiendo de la calidad (y precio) del hardware usado. Una manera sencilla de acceder a ella es utilizar unas Google Cardboard: a pesar de que la sensación no es tan realista, tampoco se aleja tanto de unas Samsung Gear VR. Y si se desea la mejor inmersión, unas HTC Vive con los sensores corporales no tienen rival.
Vídeos en 360 grados, la realidad captada de manera envolvente
Este tipo de vídeos suele confundirse con la realidad virtual porque existe la opción de reproducirse en las gafas VR, pero les falta el componente principal para mejorar la inmersión: ser reproducidos en modo «estereoscópico». O lo que es lo mismo: tener una de las imágenes ligeramente desplazadas para simular la separación de los ojos. También hay vídeos en 360 grados y VR, hay que destacarlo, pero no son tan habituales.
Un vídeo en 360 grados es una película que se reproduce a la vez en toda la extensión del campo visual por más que el reproductor sólo muestre una ventana reducida. Se graban con dos o más cámaras dispuestas en forma esférica para registrar una imagen en ese formato, y permiten al usuario desplazarse por los 360 grados de la escena moviendo la cabeza en dirección a donde desee mirar (o inclinando el smartphone, arrastrando el cursor con el vídeo…). La sensación es la de tener Google Street View en movimiento con la libertad de orientar la visión hacia cualquier lugar y sin que deje de reproducirse la escena en la parte no visible.
No hay nada mejor para explicar algo que utilizar una imagen. O un vídeo, aquí tenéis cinco minutos en 360 grados con un recorrido en bici por una zona turística de Barcelona.
Realidad aumentada, a medio camino entre lo real y lo ficticio
Éste parece un concepto revolucionario, pero lo cierto es que también lleva varios años entre nosotros. De hecho, seguro que lo habéis utilizado alguna vez para ver alguna campaña publicitaria impresa o en videoconsolas: al orientar la cámara hacia un código QR, por ejemplo, podríamos ver un animal, personaje o cualquier objeto apareciendo de dicho código. La explicación concreta de qué es la realidad aumentada es la que sigue:
La realidad aumentada proyecta un elemento falso sobre el resto de la escena verdadera, como si se pudiera observar algo escondido que a simple vista no existe. Lo habitual es disponer de un dispositivo con cámara y una pantalla: una vez enfocada la cámara, la pantalla combinará lo que capte el sensor con el elemento programado. Por ejemplo, podremos ojear una revista y ver el producto de un anunciante con sólo enfocar la cámara del smartphone a la revista. En definitiva: la realidad aumentada combina lo existente con lo sintético para crear una imagen proyectada que es verdad a medias.
Uno de los usos más populares de la realidad aumentada es el que presentó Nintendo con la 3DS, las célebres cartas RA (o AR en inglés, de augmented reality). Basta con colocar una carta sobre la mesa, enfocar la consola e interactuar con el personaje en 3D que aparece en pantalla. También los Invizimals se aprovechan de la realidad aumentada, las míticas Google Glass o diversos métodos de conducción que proyectan las indicaciones en el parabrisas, por ejemplo.
Aunque parezcan el futuro, son ya el presente
Estas tres tecnologías de grabación y reproducción con alta capacidad de inmersión están ya presentes en la actualidad y pueden disfrutarse sin desembolsar mucho dinero. Por ejemplo, resulta posible acceder a la realidad virtual con unas Cardboard en cartón de menos de 20 euros. O ver vídeos en 360 con sólo entrar a esta búsqueda de YouTube. En cuanto a la realidad aumentada… Hay muchas aplicaciones compatibles para Android.
Esperamos que no volváis a confundir los términos: a cada realidad sus características. Y sus experiencias, que merece la pena disfrutarlas todas. ¿Con cuál os quedáis?