La imposibilidad de ganar un Clásico al FC Barcelona, el hecho de perder una nueva Copa del Rey o el haber vencido sólo en tres partidos de los últimos diez disputados han hecho saltar las alarmas del Real Madrid de Baloncesto. El equipo entrenado por Pablo Laso atraviesa la peor racha de la última década tras la derrota ante el Estrella Roja. Y no solo se habla de resultados, sino de las malas sensaciones pese a los grandes nombres que forman la plantilla.
La confianza en Pablo Laso y su trabajo se ha labrado durante los más de diez años que lleva entrenando en la capital de España. Sin embargo, una temporada sin grandes títulos y el contraste con un Barcelona que está siendo superior han hecho que se empiece a hablar de desgaste y de fin de ciclo. Los jugadores han cerrado filas en torno al vasco y la situación recuerda mucho a la del 2014. Un año después, cabe recordar, el Real Madrid firmó su perfect season ganando todos los títulos.
El análisis es claro: al Real Madrid le falta desatascar el ataque. Y eso pasa por la recuperación del puesto de base. Un hombre que organice el juego ofensivo y que acabe con los evidentes problemas para anotar. Thomas Heurtel no ha conseguido hacerse con los mandos. Y ni Sergio Llull ni Williams-Goss se caracterizan por esa cualidad. Para colmo, Carlos Alocén estará el resto de la temporada lesionado.
Sin esa ligereza en ataque, el porcentaje de tres ha caído drásticamente y el Real Madrid con él. Pero tampoco ayuda el estado de forma de algunos jugadores. Ni Yabusele ni Rudy Fernández atraviesan su mejor momento. El balear, de hecho, se culpó tras la derrota en Serbia y mandó un mensaje: "Trabajar, trabajar y trabajar".
Del éxito al desastre
El Real Madrid comenzó la temporada como ya habitúa: ganando la Supercopa Endesa. El equipo merengue dio sus primeros pasos con una plantilla que contaba con numerosos cambios. No iba a ser fácil unir tan rápido todas las piezas de un puzle que siempre está bajo presión. Poirier ya se había asentado en el equipo, pero debían hacerlo Heurtel, Hanga, Williams-Goss y Yabusele.
El equipo de Pablo Laso se reencontró con el Barça de Jasikevicius. El mismo que les quitó la Copa del Rey el año anterior. El mismo que les pasó por encima en los playoffs finales de la Liga. Tras tres cuartos liderando los culés, el Real Madrid reaccionó en el último con una remontada soberbia y un parcial de 12-26 que permitió ganar la Supercopa por 83-88.
¿Cómo se obró tal vuelco al marcador? Con un Sergio Llull que logró 24 puntos y 27 de valoración. Y con un Poirier que se fue a los 16 puntos y 26 créditos de valoración. Pero, como suele ser habitual, fijando el triple como una vía principal para generar anotación. El Real Madrid logró un 48% de acierto, una cifra óptima para los 23 intentos acumulados. La teoría de que cuando el Madrid acierta en el triple gana se volvió a cumplir.
El conjunto blanco inició entonces una gran racha. En Liga Endesa se mostró intratable con el liderato. Y en Euroliga, aunque por momentos vivió altibajos, acabó remontando hasta la primera plaza. El equipo merengue cosechó 23 victorias en 25 partidos disputados desde el 31 de octubre hasta el 28 de enero. Pero la llegada de febrero lo cambió todo.
El mismo Real Madrid que había superado la crisis de la Covid en su plantilla con heroicas victorias, como la lograda ante el CSKA, encadenaba una racha alarmante con la llegada de febrero. Mes de Copa, mes de escaso descanso. La derrota ante el Valencia el 6 de febrero consumó tres derrotas seguidas como local. Pero podía entenderse como un leve bajón antes del torneo de Granada. Desde entonces, tras 10 partidos disputados, el Real Madrid solo ha ganado tres.
El porcentaje de tres
Esta pésima racha iniciada ante el Valencia tiene muchas explicaciones. Al Real Madrid le falta ritmo en ataque. Y ni optando por partidos defensivos ha triunfado. El ejemplo perfecto se vio ante el Barcelona en la final de la Copa del Rey. Pablo Laso, que había perdido los encuentros anteriores ante los azulgrana, decidió dibujar un partido más defensivo. Renunció así a la característica habitual de un Real Madrid que corre y juega a marcadores altos para frenar el potencial ofensivo del rival.
La estrategia funcionó durante gran parte del duelo, pero el Barça acabó rompiendo el muro defensivo y se llevó el título copero. Una de las claves estuvo en el escaso acierto desde el triple. Un término común en esta etapa tan débil del Real Madrid de Pablo Laso. La estadística siempre les sonreía en ese apartado con una media del 36,1% en Liga Endesa y del 33,7% en Euroliga. Pero estos datos, ya de por sí afectados por los últimos resultados, no se han alcanzado en esta serie de derrotas.
De los 10 partidos disputados, solo en cuatro se han alcanzado estas cotas desde el perímetro. De los cuatro, tres se ganaron y solo uno se perdió. El balance ya es de por sí clarificador. Ante Valencia se alcanzó un 45% de acierto, pero teniendo en cuenta el marcador final de 93-94 se pudo entender la derrota como un resbalón propio de un partido a muchos puntos. Ante Unicaja, Breogán y Lenovo se fue del 34,6% como mínimo hasta el 53,8% de máximo.
En los otros seis partidos, todos ellos perdidos, el Real Madrid se ha mostrado paupérrimo en el triple. El porcentaje ha sido alarmante en partidos como ante el Barça, previo a la Copa del Rey, donde apenas se alcanzó un 9,1% de acierto. También ante Zalgiris, donde el Real Madrid jugó uno de sus peores encuentros del curso con un escaso 6,7% de acierto. Moviéndose entre esa cifra y menos del 25% de acierto, el Real Madrid no ha podido resurgir.
El claro ejemplo se vio ante el Estrella Roja, donde cuajó un porcentaje lo más cercano a la estadística con el 24,3% de acierto. Gran parte de la culpa la tuvo Sergio Llull, que maquilló ese dato con una buena racha en el tramo final. Sin embargo, las 'mandarinas' del balear no fueron suficientes y el Real Madrid se quemó en el infierno de El Pionir. La ausencia de un tirador puro se nota, y todo mientras Jaycee Carroll continúa en la web del Real Madrid, pero desaparecido en lo que respecta a sus planes profesionales.
El cansancio
El Real Madrid se ha mostrado falto de ideas en ataque. La temporada pasada se logró esquivar la baja de Facundo Campazzo, el verdadero creador de juego del equipo merengue. Pero esta temporada se está echando en falta un nombre que lidere las ofensivas merengues. De hecho, se ha visto a jugadores como Adam Hanga o Causeur subir el balón en más de una ocasión. La reciente baja de Carlos Alocén, por si fuera poco, acrecentará el problema en el puesto de base.
Esa ausencia de un jugador rompedor en el uno es una de las claves para entender las malas elecciones en ataque. Junto a la falta de concentración, han multiplicado las pérdidas por partido del equipo. La media era cercana a las 12 por encuentro tanto en ACB como en Euroliga, pero ante el Estrella Roja se aumentó hasta las 16, contra el Barça hasta las 17 y contra Fenerbahçe hasta las 14.
Si a eso se le suma el cansancio, el cóctel mortal ya cuenta con todos los ingredientes necesarios. Al Real Madrid se le ve agotado, desconectado, fuera de su imagen habitual. A la vista del calendario, es comprensible. Los partidos aplazados y la Copa del Rey han reducido al máximo el descanso de la plantilla.
La primera semana de febrero, por ejemplo, se jugaron cinco partidos en apenas 11 días y ocho encuentros en 18. No ha sido hasta la llegada de marzo cuando se ha podido contar con más descanso. Este, sin embargo, no ha surtido efecto. Desde la derrota ante el Zalgiris el día 24, el Real Madrid ha contado con unos inéditos 11 días para coger fuerzas y tranquilidad tanto física como mental. El resultado ha sido de tres derrotas consecutivas para esa racha de 3/10.
La caída de Yabusele
El tiro exterior y las pérdidas no son la única explicación al momento del Real Madrid. Tampoco el cansancio o la falta de concentración. El bajo nivel de algunos jugadores ha supuesto otro golpe a la plantilla. El equipo confeccionado a principio de temporada generó una notable ilusión. La llegada de Gabriel Deck reafirmó esa condición de favorito del cuadro blanco. Pero esta última racha ha llegado con el bajón de algunas de estas estrellas.
Un caso podría ser Edy Tavares, al que en varios momentos de los partidos se le ve perder la calma. Una actitud normal a la vista de sus constantes denuncias de faltas no pitadas, pero que acaba pasando factura al grupo en general. Tavares cuenta con la estadística a su favor, pues en los últimos cuatro partidos de ACB (tres derrotas y una victoria) ha ido de los 15 a los 23 de valoración. Y en Euroliga, en las derrotas ante Barça y Zalgiris, sumó 35 y 20 créditos respectivamente. Dentro de los altibajos, los datos le avalan.
Este escenario no se repite con otros como Yabusele. El francés contaba con promedios superiores a 10 puntos y 12 de valoración en Liga Endesa. Pero ante Valencia se quedó en nueve créditos y ante Baskonia no superó los ocho. En Euroliga, contra el Barça fueron siete, Zalgiris -2 y Estrella Roja apenas cuatro.
El Real Madrid buscará la reconciliación con sus aficionados este jueves ante Olimpia Milano. La confianza en Pablo Laso a mitad de temporada sigue intacta. Las notas se pondrán a final de curso y conscientes de que el vitoriano, técnico histórico en el Real Madrid, es el entrenador más capacitado para superar esta situación.
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