Que no, que no hay manera de derrotar al Real Madrid esta temporada. No está preparado aún para perder el equipo de Chus Mateo, que en el partido ante el Mónaco demostró una vez más que es de largo la escuadra más en forma de Europa. Los blancos borraron del mapa a un rival que quiere aspirar a hacer cosas grandes en la competición continental pero que se vio reducido a la mínima expresión en el WiZink Center. [Así vivimos la victoria del Real Madrid ante el Mónaco]
En poco más de cinco minutos dejó encauzada la victoria el Real Madrid en un partido que, sobre el papel, iba a dejar una gran batalla de poderes. La intimidación de Tavares en el plano defensivo durante el primer cuarto y el acierto de Llull desde el triple en el segundo fueron aspectos fundamentales que sirvieron para quebrar el envite.
Así, la segunda mitad fue coser y cantar para los de Chus Mateo. El entrenador pudo repartir esfuerzos y gestionar las energías de los suyos porque jamás dio la impresión de que el Mónaco tuviera una mínima capacidad de reacción.
Gracias a este autoritario triunfo, el Real Madrid sumó su victoria consecutiva número 19 en lo que va de temporada. Todo lo que ha jugado lo ha ganado, pero este último triunfo ante el Mónaco fue de muchos quilates. De momento no hay nadie capaz de frenar a los blancos y su balance de 8-0 les afianza como líderes en solitario de la Euroliga.
Sin demasiada historia
El calendario no da tregua al Real Madrid y el Mónaco se presentaba en el WiZink como un rival muy a tener en cuenta. Los monegascos querían ser el primer equipo esta temporada en mojarle la oreja a los de Chus Mateo y lo cierto es que plantearon un arranque de encuentro igualado.
Mediado el primer cuarto, el marcador reflejaba un 8-8 que invitaba a pensar que los blancos tendrían que sudar la gota gorda para sacar el partido adelante. Sin embargo, todas esas previsiones se fueron pronto al traste con el primer estirón de los locales. Tavares ajustó las tuercas en defensa y dio una auténtica exhibición de poderío bajo el aro, con 4 rebotes, tapones y una sensación de intimidación fuera de lo común.
Musa, con el primer triple blanco, empezó a abrir la brecha y el Mónaco comenzó a desquebrajarse. El Real Madrid pudo correr por la cancha al contraataque y eso puso el partido en un 17-10 que obligó al técnico visitante a detener el encuentro de manera forzosa. No quería que se le escapara de las manos la situación viendo cómo estaba el panorama, pero desde luego que no lo consiguió.
El Real Madrid se sintió a gusto, Campazzo se unió a la fiesta con acciones espectaculares y hasta un alley oop entre el Chacho y Poirier levantó al público de sus asientos. El resultado, un 30-20 al término del primer parcial que comenzaba a poner las cosas muy de cara para los locales.
El segundo cuarto fue la tumba del Mónaco. Con la interrupción no acertó a cambiar la cara y el Real Madrid se la pintó. Yabusele acertó desde la línea de triple, pero sobre todo fue Sergio Llull el que iba a dar uno de sus habituales recitales. Empezó a probar suerte con sus 'mandarinas' y todas ellas fueron entrando en la canasta. Una, dos, tres... A cada cual más espectacular, así que eso puso el choque en un 53-39 al descanso.
Ni siquiera tras el paso por los vestuarios se atisbó algún pequeño síntoma de reacción por parte del conjunto del Principado. El Real Madrid manejó la situación a su antojo y en ningún momento peligró una victoria que ya estaba encarrilada. De hecho, otro arreón de los de Chus Mateo elevó la diferencia por encima de los 20 puntos, y aquello fue una losa demasiado pesada de levantar para los visitantes, que bajaron los brazos.
Con 30 puntos de ventaja (80-50) entró el equipo blanco al último cuarto. Ahí ya sólo tenía que divertirse para asegurar su victoria consecutiva número 19 de la temporada. Y no un triunfo cualquiera, porque después de haber tenido que sufrir hasta el último segundo en los dos últimos choques, esta manera de ganar a un aspirante a todo es un nuevo impulso. Este Real Madrid es un auténtico cohete.