Pablo Laso regresó al WiZink Center y lo hizo, seguramente, con unas sensaciones encontradas. El entrenador volvió a pisar el parqué del Palacio de los Deportes, se paseó de un lado al otro por la banda y hasta se sentó en el banquillo, pero esta vez no fue en el local sino en el visitante.
Aquello que tantas veces hizo como anfitrión, esta vez tuvo que vivirlo siendo visitante en la que ha sido su casa durante más de diez años. Laso se convirtió en el gran protagonista de la previa del partido de la Euroliga entre el Real Madrid y el Bayern de Múnich, acaparó todos los focos y centró todas las miradas de los asistentes en la grada.
El recibimiento del público madridista puso los pelos de punta. El speaker del WiZink Center hizo una larga presentación de Pablo Laso, y en el momento en el que mencionó su nombre se desató un aplauso por parte de todos los asistentes al Palacio de los Deportes que duró más de un minuto.
Los aficionados se pusieron en pie para recibir a uno de los mejores entrenadores de toda la historia del Real Madrid, e incluso a más de uno en la grada se le llegaron a saltar las lágrimas. Precisamente al borde del llanto por una emoción tan grande estuvo también el propio Pablo Laso, que aguantó esta ovación saludando a la grada con una sonrisa en la boca de oreja a oreja.
Fue un momento mágico el que se vivió en el Wizink Center. Mientras los jugadores y los directivos del Bayern presenciaban el espectáculo atónitos, los jugadores del Real Madrid se unieron sin excepción a este aplauso masivo y también lo hizo su sucesor en el banquillo, Chus Mateo.
Incluso en uno de los fondos del Palacio de los Deportes los aficionados llegaron a desplegar una pancarta en honor al exentrenador blanco. "¡Bienvenido Pablo! Esta es tu casa", se pudo leer detrás de una de las canastas.