Ser el mejor del mundo no es una tarea para nada fácil. Prueba de ello es que a Cristiano Ronaldo no se le permite fallar. Ni una vez. Lo que se le olvida a la mayoría de las personas es que también es humano, y como tal, tiene derecho a caer y levantarse las veces que se consideren oportunas.
A pesar de que el crack portugués no esté en su mejor año, siempre y cuando sea comparado con las apoteósicas cifras en otras temporadas, el de Madeira no se da por vencido. Sigue partido tras partido enfadándose consigo mismo cuando las cosas no le salen bien o cuando ve que la grada le exige. Y es que para el luso, él mismo es su peor enemigo. Siempre quiere más y más y cuando no lo consigue se bloquea durante unos segundos y luego se obliga a mejorar. Y, además, acaba respondiendo sus críticos y también a sí mismo.
El delantero portugués marca 0,64 goles -sin contar penaltis- por 90 minutos de juego, una cifra algo inferior a los 0,82 del año anterior y los 1,1 de la temporada 2014/2015. Tira a puerta menos como madridista y su acierto en los remates ha disminuido respecto a los últimos años. Sin embargo, sigue siendo generoso y reparte asistencias a diestro y siniestro. Además, hay que recordar que esta temporada ha descansado más y jugado menos minutos.
Por ello, es necesario que todos los madridistas hagan memoria y echen la vista atrás. Deben proteger a la estrella blanca, al que ha batido récords, al futbolista que siempre da la cara y se muestra siempre inconforme con lo que consigue. Cristiano Ronaldo se merece más que nadie ser respetado, pues año tras año, cuando nadie cree en él, vuelve a ganar títulos vestido de blanco con ese hambre insaciable de gol y de seguir superándose día tras día.
Aunque en la Copa del Rey ya no tenga oportunidades, el crack portugués ofrecerá su mejor versión en el terreno de juego para poder ganar el ansiado título de Liga. Para ello ya está concentrado en cambiar la agridulce imagen que dejaron en Balaídos y volverá a hacer temer al Celta.