La sorpresa saltó en los cuartos de final entre Brasil y Bélgica. Si bien se esperaba un duelo igualado y lleno de calidad, nadie esperaba que el conjunto europeo sufriera tan poco durante la mayoría de minutos del partido. La primera parte fue claramente belga y el 0-2 parecía sentenciar. Solo un arreón final dio alas a La Canarinha que se encontró con un verdadero muro.

El encuentro comenzó movido. El balón no lo tomaba nadie y el ida y vuelta gustaba mucho al espectador. Brasil llevaba la batuta en ataque pero el gol no llegaba.  Un remate al palo de Thiago Silva empezaba a hacer temblar a Courtois. Pero Bélgica no quiso quedarse atrás y rápidamente reaccionaba. En un córner anotaba Fernandinho, pero en la portería equivocada. El 0-1 hizo daño.

Brasil ya tenía que remar contracorriente. Y no lo tenía nada fácil. Delante tenía a un Courtois que se consagró como el mejor portero del torneo. Imparable, aunque suene a chiste. Los de Tite se volcaban al ataque, distribuyendo el balón con sus grandes delanteros e intentando incidir por las bandas con un Marcelo que regresaba a la titularidad. En una de esas ofensivas, Bélgica salió al contraataque y dejó tocada y hundida a Brasil. Latigazo de De Bruyne par el 0-2 a 15 minutos del descanso.

Tras la salida de los vestuarios la cosa cambió poco. Bélgica seguía aprovechando las contras que permitía Brasil. No había casi defensas y Alisson se vio en algún que otro aprieto. Marcelo ganaba protagonismo en banda pero sus peligrosos centros no encontraban rematador. Las quejas aumentaban en las estrellas brasileñas. Neymar y Douglas Costa seguían sin sentar a los defensas belgas. Y cuando lo hacían, ahí estaba Courtois. Un tanto de Renato Augusto de cabeza daba vida a La Canarinha a 14 del final. Había mucho partido por delante. Pero el muro era duro. Courtois evitaba el empate tras un cabezazo de Neymar y echaba el cerrojo. Bélgica, con sufrimiento final, empieza a consagrarse en el panorama mundial con estas merecidas semifinales.