El comunicado del Fútbol Club Barcelona tras la sentencia del 'procés' encendió la mecha que el independentismo necesitaba para querer convertir El Clásico en un acto de propaganda política y mostrar su rechazo a la decisión tomada por el Tribunal Supremo.
"La prisión no es la solución", aseguró el club azulgrana con unas palabras que no sentaron nada bien en LaLiga por la proximidad del encuentro ante el Real Madrid y los problemas que estas podrían originar en la competición.
Solo 48 horas después, la organización presidida por Javier Tebas pedía que se cambiara el orden de los partidos entre Barcelona y Real Madrid. Es decir, que el próximo 26 de octubre se disputara El Clásico en el Santiago Bernabéu y no en el Camp Nou como había decidido el sorteo.
Esta petición de LaLiga, que no apoya ni Barça ni Real Madrid, será estudiada por el Comité de Competición y la próxima semana se tomará una decisión definitiva. De los tres representantes que decidirán, uno es puesto por LaLiga y otro por la RFEF. El tercero, un independiente de consenso.
Un aquelarre 'indepe'
Uno de las razones que han llevado a LaLiga a realizar esta petición es su desconfianza en la seguridad del Camp Nou. El Barcelona ya disputó contra Las Palmas el encuentro a puerta cerrada el 1-O del referéndum y, a pesar de ello, un espontáneo saltó al césped con un cartel.
LaLiga tampoco quiere que su producto estrella se convierta en un acto político retransmitido en directo para el mundo entero. Además, existe la posibilidad de que haya incidentes en el estadio una vez que el independentismo ha decidido tomar el Camp Nou para convertirlo en el escenario principal de la manifestación convocada para el 26 de octubre.
Un peligro para los jugadores
Por su parte, en el Real Madrid se tema por la integridad de los jugadores en un partido que la plantilla espera "más tenso incluso que el día que regresó Figo al Camp Nou". Es decir, se está ante "El Clásico más caliente de la historia". También existe cierta incertidumbre por los problemas que podría tener la plantilla a la hora del traslado hacia el estadio si, tal y como se teme, puedan existir enfrentamientos en las calles y que varias carreteras sean cortadas por el Tsunami Democrático, los nuevos CDR.
El Barcelona debe garantizar la seguridad del partido y para ello debe detallarlo en las alegaciones que presentará ante el Comité de Competición. LaLiga intentará impedir las pancartas políticas, pero al final es el propio club azulgrana quien tiene el control de los accesos. Además, la idea de que juegue con la 'senyera' o bien haga el calentamiento vestido de amarillo no agrada ni a LaLiga ni a la RFEF.
La posición que tome el Fútbol Club Barcelona es clave para que se dispute o no El Clásico, aunque el comunicado enviado el pasado lunes no tranquiliza y más bien inquieta. En caso de que tenga que ser aplazado por motivos de seguridad el partido, ya se baraja la fecha del 18 de diciembre como una de las posibilidades.
Sin embargo, LaLiga no está por la labor de que se celebre El Clásico entre semana. Las televisiones pagan una gran cantidad de dinero por los derechos del fútbol y no poder disfrutar del mejor partido de la competición en un fin de semana se traducirá en una gran pérdida de audiencia sobre todo en otros continentes.
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