El destino puede hacer que un niño nacido en uno de los rincones más pobres del mundo se convierta en ídolo de millones de personas. Esta es la historia de Carlos Henrique Casimiro (27 años, Brasil). Un futbolista diferente, al que le gusta hablar en el campo, de carácter tímido y un perfil de jugador defensivo que no suele acaparar portadas, pero que ha acabado por convertirse en uno de los pilares de todo un Real Madrid.
Detrás de esa llegada a la élite del mundo del fútbol hay un largo y duro camino recorrido. Un abandono paterno, penurias económicas para su madre, sus hermanos y él, y un salvavidas que fue para todos el deporte rey en su país. Su padre les abandonó cuando él tan solo tenía 3 años. Este duro golpe desencadenó una serie de terribles consecuencias para la familia.
El propio Casemiro tuvo que madurar siendo aún un niño que debería haber estado más pendiente de jugar que de cuidar a sus hermanos. Incluso tenía que buscarse la vida para dormir fuera de casa en su niñez porque en su casa no cabían sus hermanos y su madre. Una triste historia que ha forjado el carácter de un 'Casi', como así le llaman en el vestuario, que desprende bondad en su mirada y con sus palabras.
La oportunidad del cambio
Casemiro recordó en un medio brasileño que cuando era pequeño y jugaba en el Sao José dos Campos no tenía donde dormir y debía pedir a sus compañeros que le dejasen quedarse en alguna de sus casas para poder llegar a tiempo a jugar los partidos. De ahí dio el salto a los 10 años a las categorías inferiores del Sao Paulo, donde pudo quitarse algunas preocupaciones que no eran típicas de su edad.
Su madre, Magda, debía ir a trabajar y entonces era 'Casi' el que volvía del colegio para calentar la comida y dársela a sus hermanos Lucas y Blanca. "Era el mayor y tenía que cuidar de mis hermanos hasta que ella volvía por la noche", rememoró Casemiro. Cuando ella llegaba, él buscaba dónde dormir, si en la casa de su abuela, en la de su tía... Un superviviente al que el fútbol cambió la vida.
"En el centro de entrenamiento tenía un sitio fijo en el que dormir. Tenía mi cuarto, aire acondicionado, televisión, equipo de música y comida todas las horas del día. Era un privilegio para mí, acostumbrado a tener que cambiar de casa cada noche. No cabíamos todos en la nuestra y así íbamos a veces a casa de la tía y a veces a casa de la abuela. Allí teníamos que entrar todos en la misma habitación y en el mismo baño", reveló el futbolista.
Cambiar de casa cada noche, hacer de padre sin haber cumplido los 10 años, un abandono... y un futuro de estrella para un jugador que ha pasado de ser discutido por su perfil a ser de los más queridos por una afición tan exigente como la del Santiago Bernabéu. Pero paso a paso. Antes de llegar al primer equipo del Real Madrid tuvo que demostrar que merecía un hueco en el conjunto blanco.
Camino hacia el Real Madrid
Con 18 años, Ricardo Gomes decide dar una oportunidad a ese joven y tímido centrocampista que parecía otra persona cuando entraba al terreno de juego. Del dulce Casemiro fuera del campo, a un muro defensivo cuando estaba dentro de él. Pero no fue hasta el 2013 cuando llegó la hora de cruzar el Atlántico para probar suerte en el fútbol europeo.
En el mercado de invierno de aquel año fue cedido al Castilla hasta el final de la temporada 2012/2013. Una oportunidad con la que se ganó el respeto del club, que no dudó en hacerse con sus servicios al final de ese curso después de que incluso llegase a debutar con el primer equipo contra el Betis y fuese inscrito en la lista para la fase final de la Champions League.
"Yo siempre digo que para mí ha sido un placer y un grandísimo honor porque al jugar en la cantera del Real Madrid he disfrutado mucho, conocí los valores de este club, viajar en autobús a Sabadell, conocer el otro lado del fútbol", dijo recientemente el mediocentro de su paso por el filial del conjunto blanco. Y es que tras ese medio curso en el Castilla, Casemiro formó parte de la primera plantilla.
A las órdenes de Carlo Ancelotti ganó La Décima, pero todavía debía de crecer un poco más para poder aspirar a un puesto en el once de gala del equipo y eso le llevó a marcharse cedido al Oporto. Este préstamo estaba pactado por dos temporadas, pero su buen hacer en las filas del conjunto portugués le llevaron al año siguiente de camino de vuelta al Santiago Bernabéu y, esta vez, para no moverse.
Innegociable para Zidane
Desde que Zinedine Zidane aterrizase en el banquillo madridista e incluso antes con Rafa Benítez, el internacional brasileño ha sido un fijo en el Real Madrid -algo que le llevó a serlo también con la Canarinha-. Distintos esquemas e incluso diferentes entrenadores y algo invariable: Casemiro como pilar de un centro del campo junto a Modric y Kroos.
En el conjunto blanco ha ganado desde su llegada una Liga, una Copa del Rey, dos Supercopas de España, cuatro Champions League, dos Supercopas de Europa y tres Mundiales de Clubes. Un palmarés intachable para el que ya mucho consideran como el mejor pivote defensivo del mundo. Esta temporada su estatus ha crecido aún más si es posible y es que cuando no está sobre el terreno de juego, el equipo lo nota y mucho.
Sus datos en Liga lo corroboran. En lo que va de curso en el campeonato doméstico, Casemiro es el jugador que más balones ha recuperado en total (187) y en campo contrario (68), el que más intercepciones ha realizado (44) y también en campo rival (17). Números en el balance defensivo que acompaña con sus cuatro goles y cuatro asistencias entre todas las competiciones en la 2019/2020.
Un futbolista hecho a sí mismo que tuvo que pasar por muchas dificultades hasta llegar a rozar el cielo con sus manos. En el Real Madrid se ha convertido en un ídolo, un ídolo que siempre tiene una mirada y una sonrisa amable para los aficionados. Puro ADN madridista pese a haber nacido a miles de kilómetros del núcleo de la casa blanca.
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