Este martes Vinicius volvía a hacer gala de su madridismo contestando a un seguidor del Real Madrid que había puesto una foto suya mirando al escudo de su camiseta mientras celebraba su trascendental gol ante el Barça en el Santiago Bernabéu. La leyenda del brasileño en el club blanco marcó un antes y un después en ese momento.
El delantero ha vivido una temporada en la que la relación con la afición, con el club, con el cuerpo técnico y con sus compañeros se ha fortalecido hasta el punto de perfilarse como uno de los futuros líderes del vestuario. Desde Raúl González, leyenda del coliseo blanco, no se tenía la sensación de que un jugador tan joven podía tener la trascendencia que tiene este extremo que cumplirá 20 años en el mes de julio.
Vinicius ha demostrado un carácter inusual para un jugador de su edad. Ha entendido lo que significa vestir esta camiseta rápidamente y ha cogido unos galones que le han hecho subir en la escala de líderes de la plantilla. Bajo la sombra de los Sergio Ramos, la tutela de Marcelo y el madridismo de Carvajal y Luka Modric, el brasileño ha evolucionado en su segunda temporada vistiendo y defendiendo el escudo del Madrid.
Evolución
La temporada anterior fue un auténtico máster para él. Los momentos malos, las derrotas, los altibajos y, sobre todo, las primeras alegrías en forma de grandes actuaciones y goles, cambiaron a un jugador que llegó siendo un niño y este año ha pasado a ser un hombre. Aprendió de ese batacazo ante el Ajax en el que se tuvo que retirar antes de tiempo. Entendió lo que eran los Clásicos en esa eliminatoria de Copa del Rey. Y, sobre todo, comprendió que La Liga era la más dura del mundo y que cuesta muchísimo llegar a la última jornada para levantar el título.
Aunque comenzó a un ritmo más lento la 2019/2020, la paciencia de Zidane con él le terminó dando la razón y ha terminado siendo protagonista. Esta temporada ha empezado a hacer realidad la promesa que llegó ya hace más de un año. Es el jugador más desequilibrante del equipo, no tiene nada que envidiarle a Hazard en ese sentido y, poco a poco, está cogiendo el pulso a su déficit goleador.
La gran culminación de su año de confirmación fue su actuación ante el Barça. Desequilibró el partido con el gol y por fin tuvo su primera gran noche como madridista. En el campo solo había otro jugador que diera la sensación de poder cambiar el partido en cualquier momento: Leo Messi. Los azulgranas, ni con uno de los mejores centrales del mundo encima, Gerard Piqué, pudieron pararlo.
Líder fuera del campo
Vinicius también ha cogido protagonismo con el micrófono, dando la cara al final de los partidos y abriéndose a los madridistas a través de su canal de YouTube en el que explica muchas cosas de sí mismo. Defiende a los compañeros cuando no se es justo con ellos, sabe autogestionar las críticas cuando no hace una buena actuación y no deja que nadie manche el escudo que le acogió con los brazos abiertos y le ha dado la opción de ser uno de los mejores de la historia.
El vestuario le ha protegido especialmente. Saben que ahora necesita mucho cariño mientras suma experiencias para poder tener en el futuro una auténtica súper estrella. Vinicius quiere devolver este trato con buenas actuaciones, con humildad, pero sin dejar de poner encima de la mesa todo lo que tiene para que el equipo pueda luchar por todo.
Ese futuro está cada día más cerca. Esta temporada ha demostrado que está para echarse el peso del equipo encima y además responder con creces ante esa presión. Por los pies de Vinicius pasan muchas posibilidades del equipo en los próximos años. Y, si vuelve la competición este año, también estará a disposición de Zidane para ser trascendental.
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