Sergio Ramos lo volvió a hacer. El defensa del Real Madrid fue duda hasta el último momento para entrar entre los convocados. El zaguero, tocado, se había perdido hasta la primera jornada de la Champions con el equipo merengue. La cosa parecía grave o, al menos, se intuía cierto miedo a que no pudiera estar en El Clásico. Iba a suponer una baja vital para las aspiraciones de un Real Madrid que siempre echa de menos a su líder.
El plan trazado por Zidane y su cuerpo técnico, sin embargo, acabó saliendo bien. El camero descansó, se entrenó en solitario y se unió con el resto del grupo antes del partido contra el FC Barcelona. Confirmada la convocatoria, la situación de Ramos ya estaba clara. Llegaba a tiempo para el Camp Nou y sería titular. El central hizo lo que mejor sabe: determinar un partido.
Ramos lideró la defensa y, con su presencia en el once inicial, se acabaron las dudas que se habían percibido en las últimas horas. La intensidad fue una de las claves del equipo nada más rodar el balón en el césped del estadio culé. El Real Madrid era el que ganó La Liga la temporada pasada: apenas errores atrás y una seguridad en el campo que descuadró por completo al Barcelona. La presencia de Sergio Ramos se estaba notando y El Clásico era el que quería Zidane.
La estrella de El Clásico
La presencia de Sergio Ramos en cualquier partido resulta determinante. No solo por ser el alma de todo un vestuario como ha venido demostrando tanto en la capital como en la Selección. El de Camas aporta en defensa, en ataque y en la organización del esquema táctico sobre el césped. Así es y así se pudo comprobar ante el Barcelona.
El conjunto merengue salió con todo y se adelantó en el marcador. El único despiste desembocó en el gol del empate de Ansu Fati. Tras ese fallo, el Real Madrid se asentó en el partido y apenas permitió acciones de peligro en la portería de Courtois. El Barça quedó completamente desdibujado hasta terminar todo el partido con solo cuatro lanzamientos a portería, frente a los nueve del Real Madrid.
El papel defensivo del capitán fue determinante, pero sería su actuación en ataque la que marcaría un antes y un después. Pasado el minuto 62, el Real Madrid colgaba un balón al área y Ramos peleaba por un remate. Como siempre, propio de su idiosincrasia.
No llegó a rozar el esférico, pero sí forzó un penalti clamoroso de Lenglet. El francés, para frenarle, solo pudo tirar de la camiseta blanca. Un agarrón que no pasó desapercibido y que supondría el 1-2. Ramos lanzó el penalti que él mismo forzó y colocó de nuevo a los de Zidane por delante. El resto, previo gol de Modric, es historia.
Pilar de Zidane
Ramos siempre ha sido clave para todos los técnicos que han ocupado el banquillo del Santiago Bernabéu. Y con Zidane ese papel no se ha visto afectado lo más mínimo. En este inicio de Liga ha jugado todo. Y todo es todo. 495 minutos y dos goles en su haber. Grandes números tratándose de un defensa central.
La temporada pasada, más de lo mismo: 35 partidos en Liga y los tres en los que se ausentó fueron por lesión y sanción. Una importancia que, como no se dudaba, se extendió a la Champions. Dos partidos perdidos por sanción y otro por decisión técnica. Actuaciones que le llevaron a marcar 13 tantos y a encadenar hasta en tres ocasiones dos jornadas consecutivas viendo puerta.
Un vínculo con el Madrid
La carrera de Sergio Ramos en el Real Madrid se remonta al verano del 2005, cuando cambió Sevilla por la capital. Desde entonces, el equipo blanco ha atravesado épocas doradas, crisis deportivas e institucionales y, más recientemente, cinco años ganando cuatro Champions League con Sergio Ramos como máximo exponente.
El capitán de 34 años ha pasado de lateral a central. Y de líder de la defensa a referencia ofensiva, desde Milán hasta el Camp Nou barcelonés. Toda una evolución que le ha permitido resistir tantas temporadas en la primera fila del Real Madrid. Ahora, cuando gran parte de los jugadores de su quinta coquetean con la retirada, Ramos pelea por ir a los Juegos Olímpicos con España y a continuar algún año más en el equipo de Zidane.
Un capítulo que falta por cerrar, bien con su renovación o con una salida, pero que siempre se afrontará en un ambiente de amistad y colaboración. Su peso dentro del Real Madrid y del madridismo así lo determinan. Su conexión con la directiva merengue, además, lo permiten. Bien lo dijo Florentino Pérez nada más ganar la última Liga: "Sergio estará aquí toda la vida". Y un consejo: "Tranquilidad todo el mundo".
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