El Real Madrid no pudo con el Alavés este sábado en el Alfredo Di Stéfano. El mismo lugar que, durante los meses de verano, se convirtió en un fortín necesario para ganar la pasada Liga es ahora un estadio donde Cádiz, Shakhtar y los vascos han sabido aprovechar errores de concentración y del equipo en su conjunto para imponerse. Son cuatro las derrotas que suman los de Zidane esta temporada, con la cosechada ante el Valencia en Mestalla, que, junto a otros tres empates, dejan un balance igualado entre victorias y pinchazos.
No acompañó el juego, no hubo suerte con el arbitraje y tampoco salió de la chistera la contundencia del acierto en la portería rival. Todo lo que podía salir mal, se vio desde el principio del choque de este sábado. Nunca habían visto que en tres partidos te piten cinco penaltis en contra, una circunstancia que pone aún más cuesta arriba los partidos. Pero tampoco había fallado Courtois y, en el segundo gol, se vio una acción muy poco propia para el belga.
Así es muy difícil sumar. Todo ello cuando las bajas tienen al equipo más mellado que nunca y sin líderes sobre el campo. El que estaba este sábado era Hazard y se tuvo que retirar del campo a la media hora. Con Kroos y Modric como los jugadores que tenían que tirar del carro, el equipo mostró ímpetu y ganas para remontar, pero adoleció una falta de acierto de cara a la portería que fue determinante para ver cómo volaban tres puntos en tu casa.
Son los propios jugadores los que no encuentran explicación a lo que sucede para que no puedan darle la vuelta a los partidos. Sin que se pueda dar por muerto a este equipo, tampoco se le puede dar por resucitado. Cuando los fantasmas de Villarreal se disiparon entre semana con una gran actuación en Milán, vuelven a aparecer en el partido más sencillo a priori de los que se vienen en esta maratón de ocho que empezó tras el regreso de la competición tras el parón de selecciones.
Al 50 por ciento
14 partidos van de este año y el Real Madrid no encuentra la clave para mantener la regularidad que es tan necesaria a la hora de luchar por títulos. El hecho de ser una temporada atípica por el calendario, los problemas con las lesiones y los contagios de Covid-19 y, sobre todo, una falta de liderazgo y de goles, dejan a los merengues con la duda de qué pasará en el siguiente choque. El aficionado blanco no sabrá a lo que atenerse este martes en Kiev.
Esa misma sensación se traslada al rendimiento de algunos jugadores. Marcelo ya no es trascendental cuando está sobre el campo, Nacho falló después de una gran actuación ante el Inter, Rodrygo es más un agitador que un valor fiable, Asensio deja la sensación de tener más oportunidades de lo que merece tras ver su rendimiento y Mariano, aunque lo deja todo sobre el césped, no ha solucionado el problema con el gol que ha adolecido por momentos el equipo durante el año.
Mil caras
Se han visto varias versiones distintas del Real Madrid. Ante Barça e Inter los de Zidane pusieron encima de la mesa una intensidad, un juego y una concentración distinta a otros partidos. Antes, frente al Betis, Valladolid y Levante, el equipo sí se mostró sólido y eficaz, aunque su puesta en escena dejara que desear. Ya van dos meses de esa racha, demasiado tiempo para una plantilla como esta.
Fue el único momento donde la plantilla sí demostró regularidad. Tras eso ha habido un encefalograma de altibajos con victorias y empates, hasta esta última racha en la que acumulan tres partidos seguidos sin ganar en Liga. Aunque el equipo seguiría arriba si gana esos partidos que tiene aplazados, la temporada está dejando un equipo demasiado inestable para lo que se le pide a una plantilla como esta. Zidane necesita solucionar esos errores y, sobre todo, que el equipo muestre la misma versión ante los grandes como en los partidos ante los más humildes.
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