Gareth Bale se encuentra sumido en una especie de depresión, en un túnel que parece no tener salida y que amenaza con poner en riesgo su carrera deportiva, esa que hace tan solo unos les hacía ser uno de los mejores jugadores del mundo. Sin embargo, su salida del Real Madrid, lo que se suponía que iba a solucionar todos sus problemas, no ha sido ese remedio infalible que se esperaba.
Cierto es que su situación en el equipo blanco era insostenible. Zidane había decidido apartarle completamente de sus planes y Bale era casi un jugador residual en la plantilla madridista. El francés no le quería y así se lo hizo saber una y otra vez hasta el punto de desquiciar a un jugador que ha sido clave en los últimos títulos del Real Madrid y en la segunda época más dorada en la historia del club.
De hecho, ni Zinedine Zidane ni el Real Madrid han vuelto a levantar una Champions League desde aquella tarde noche en la que Bale se elevó al cielo de Kiev para conectar una chilena imperial, uno de los mejores goles de la historia del fútbol y de las finales de Champions, digno competidor, precisamente, de la gran volea del que fuera su técnico para certificar la novena del Real Madrid.
Este verano, Bale puso rumbo a Londres para regresar a casa, al Tottenham, con el fin de reinventarse y buscar su mejor versión en el hogar que vio sus primeras grandes galopadas, sus primeros buenos goles, donde se convirtió en dos años seguidos en el mejor jugador de la Premier League antes de aterrizar en Madrid para tocar el cielo.
Allí ha coincidido con Jose Mourinho, quien ya lo había querido para el Manchester United unos años antes. El galés era una petición expresa del luso y con él confiaba recuperar su sitio y su alegría. Sin embargo, más allá de alguna sonrisa de liberación en sus comienzos, Bale no ha tenido ese éxito esperado. Hasta el momento ha disputado 15 partidos con el Tottenham, 6 de ellos en Premier League y otros 6 en Europa League, y ha anotado cuatro goles entre todas las competiciones. Sin embargo, los comentarios sobre su rendimiento siguen apareciendo.
Las últimas críticas
El último en hablar de su situación ha sido Graeme Souness, exjugador del Tottenham y también antiguo técnico del Liverpool: "Un jugador de clase mundial, que vuelve al club al que dice amar y es como si estuviera feliz de sentarse en el banco. Si él no está contento con esa situación, y eso es de lo que se le acusó en el Real Madrid, si no está contento, entonces que exprese su opinión, que deje claro a la afición de los Spurs que no está feliz y que no está recibiendo suficientes minutos". Así de duro se mostraba en SkySports.
"Este es un tipo que era genuino, y no sabemos si todavía lo es porque no lo hemos visto lo suficiente", apuntaba en referencia a los pocos minutos que le ha dado Mourinho hasta el momento. "Tiene 31 años, y debería ser su mejor momento. Ahora durante los partidos la cámara le enfoca cada vez que se hacen cambios y parece que no le molesta no ser uno de los jugadores que está para salir".
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