José Mourinho está atravesando la época más apartado de los focos que ha vivido en su carrera deportiva. Seguramente desde que estuviera en el Oporto, momento en el que despuntó en el fútbol internacional, no ha gozado de una vida tan tranquila a nivel mediático universal. No obstante, sigue dejando imágenes que son de lo más curiosas.
Este fin de semana se ha convertido en uno de los grandes protagonistas de la Serie A después de haber sido expulsado en el partido entre la Roma y el Hellas Verona. No ha sido un encuentro fácil para el técnico portugués, ya que su equipo ha rendido muy por debajo de las expectativas.
De hecho, el equipo capitolino no ha conseguido pasar del empate ante un rival que se encuentra unos puestos por debajo en la clasificación. Un traspié importante en la lucha que están llevando por coger puestos de competiciones europeas en la próxima temporada. La Roma sigue con la ambición de entrar en Europa League o, al menos, en Conference, como ya hiciera la temporada pasada.
El curso no está siendo sencillo para los italianos y eso se puede ver en las reacciones que tiene el propio José Mourinho en algunos partidos. El último ejemplo ha sido el choque contra el Hellas en el que fue expulsado y en el que terminó encarándose con el árbitro. Una imagen realmente fuerte porque el entrenador luso estaba fuera de sí.
Todo se produjo ya al borde de la finalización y después de que los locales consiguieran salvar un empate para hacer menor sus males. Pero el punto no le servía de mucho a un Mourinho que sin duda también habrá estallado en el vestuario. Sus jugadores se pusieron 0-2 abajo y estaban demostrando una imagen pésima.
El portugués decidió agitar la coctelera y buscar soluciones en el banquillo y para eso tiró de canteranos a los que pidió orgullo y sentimiento por el escudo y la camiseta. Y lo cierto es que los chicos respondieron. En el minuto 20, la Roma ya iba perdiendo gracias a los goles de Barak y Tameze. Pero la historia cambió en la segunda mitad.
La reacción de la Roma
Mourinho dio entrada en el minuto 62 a Cristian Volpato que solo tardó tres minutos en ver portería. Un gol que servía para meter a la Roma en el partido y para dar algo de esperanzas a los de la ciudad eterna de cara a un final de encuentro muy apretado.
The Special One repitió la fórmula que le había dado un éxito parcial en el 79' y dio entrada a Edoardo Bove. El chico salió con la misma ambición que había salido Volpato y solo cinco minutos más tarde conseguía el gol del empate. A la Roma todavía le quedaba tiempo para ir a por algún punto más, pero ahí se quedó su reacción.
No obstante, el final del encuentro fue de lo más tenso y se pudo ver reflejado en el comportamiento de un José Mourinho que terminó fuera de sí. Se excedió en unas protestas ya dentro del tiempo de descuento y el árbitro le enseñó la tarjeta roja. Fue en ese momento cuando el luso perdió los papeles del todo y se metió en el campo para irse a por el colegiado. Parte de su cuerpo técnico tuvo que salir a por él y agarrarlo para que la cosa no fuera a mayores porque estaba decidido a ir a por el juez del choque.
Sin embargo, tal y como se armó el lío por su cabreo, se le terminó pasando. Antes de abandonar el terreno de juego decidió dejar una imagen mucho más amable y se fue al banquillo del Hellas Verona para despedirse de Igor Tudor, entrenador rival. Además, se paró por el camino para dar indicaciones a sus asistentes, saludó al público y por fin enfiló la escalera que daba rumbo a los vestuarios. Mourinho, aunque desde Italia, sigue dando mucho de qué hablar.
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