La victoria del Real Madrid en Stamford Bridge fue el triunfo de Carlo Ancelotti. Lo necesitaba el entrenador italiano, señalado por la dura derrota sufrida en El Clásico contra el Barça (0-4). Aquel día asumió su error en el planteamiento y lanzó una advertencia: "Yo puedo fallar una vez, pero dos es bastante raro". 17 días después validó sus palabras con actos.
Karim Benzema fue la estrella, pero el dominio blanco en Londres partió del plan tejido por Ancelotti. Su presencia en el banquillo fue clave tras mantener la incertidumbre durante días por su contagio de Covid. A primera hora de la mañana de ayer, el Madrid anunció el negativo de su entrenador y este viajó junto a Florentino Pérez para unirse a la expedición madridista.
Con Ancelotti presente en cuerpo y forma, el Madrid recibió el golpe de moral que sumaba a ese sentimiento de rabia acumulada por el menosprecio sufrido. Líderes holgados en Liga y en cuartos de Champions League, el vestuario veía que se ensalzaba a otros mientras se despreciaba la figura de su entrenador. El golpe sobre la mesa se dio este miércoles contra el Chelsea.
La pizarra de Ancelotti
Con la llegada de Ancelotti al hotel, el entrenador tuvo tiempo para repasar en persona con sus jugadores el plan que su cuerpo técnico ya les había transmitido los días previos. La clave iba a estar en igualar la intensidad del fútbol del Chelsea y ser eficaz en las contras. El equipo, desde el primer al último jugador, lo clavó y sobre el césped se redujo al vigente campeón de la competición.
Para llevar a cabo su plan, Ancelotti dio entrada a Fede Valverde sacrificando a un futbolista con un perfil más ofensivo como Asensio o Rodrygo. El uruguayo, colocado en la banda derecha, fue pura verticalidad y potencia en ataque y una torre en defensa. Su presencia dio más espacio a Kroos y Modric para la salida de balón y la búsqueda de espacios en las contras. Casemiro bordó su función cortando todo.
Tuchel tira la toalla
Viendo la actuación coral del Madrid pareció que delante no hubiera un rival de altura, pero la realidad es que el reto era mayúsculo. El Chelsea nunca había sufrido una derrota a manos del club blanco en su historia y tampoco Thomas Tuchel, invicto ante el 13 veces campeón de Europa dirigiendo a tres equipos en seis partidos: Borussia Dortmund, PSG y el conjunto blue. A la séptima fue arrollado.
¿Cuántos equipos pueden remontar esto?
Tuchel tiró la toalla tras verse pisoteado por el equipo de Ancelotti: "¿Cuántos equipos pueden remontar esto?", reconocía en rueda de prensa. Aceptó que había sido derrotado y que no estuvo tan acertado en la pizarra como su homólogo del banquillo del Madrid. Elegir a Christensen para detener a Vinicius fue un error y el cambio de planteamiento en el descanso fue dinamitado por los blancos a los tres minutos de la segunda parte.
Ancelotti se quitaba méritos en rueda de prensa: "Yo con los jugadores hablo de fútbol y entiendo lo que piensan y lo que les gustaría, pero luego tengo que tomar decisiones absolutamente solo", decía el italiano.
La única realidad es que estuvo excelente al elegir la disposición del equipo en el terreno de juego e inculcar en los jugadores la idea de lo que quería. Su viaje exprés a Londres mereció la pena: horas después regresó a Madrid con un partido redondo en el bolsillo.
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