El Real Madrid nunca se rinde. Es una máxima que aprenden los más pequeños desde que empiezan a sentir cómo late el corazón blanco dentro de su ser. Es una fuerza que no tiene explicación alguna. Cuando le dan por muerto, siempre se levanta y dibuja una gesta más que agranda su historia. Y las de los últimos años casi siempre llevan la firma de Karim Benzema y de Luka Modric, dos viejos rockeros que por muchos años que pasen, nunca dejan de intentarlo hasta el final.
Así reza el cántico de una afición que vibra en cada noche europea con las hazañas de sus héroes. Cuando creen que no cabe más emoción dentro de sus cuerpos, llega el Real Madrid y zarandea sus esquemas para pintarles un nuevo panorama que creían imposible. Así es como el conjunto blanco ha resucitado una noche más en la Copa de Europa. Modric y Benzema, Benzema y Modric, se han echado el equipo a la espalda para tumbar al Chelsea de Thomas Tuchel cuando todo estaba perdido.
El técnico alemán, tras el partido de ida en Stamford Bridge y antes del choque de vuelta, había afirmado que no había opciones de conseguir la machada. La prensa británica definió su cinismo ante los medios como la 'Misión Imposible' en honor de la mítica saga de películas protagonizadas por el afamado Tom Cruise. Sin embargo, en el fondo tenía un poco de razón. No hay quien pueda con el espíritu irreductible de una generación de leyenda que se compenetra mejor ninguna con la magia de un estadio creado para noches tan grandes como estas.
Y una vez más, con la bandera del madridismo en lo alto, sin dejar de cumplir años y ganando quilates de valor a cada segundo que tumba el reloj, Modric y Benzema han dejado otra noche para el recuerdo. El croata se inventó un pase de fantasía para que Rodrygo hiciera el primero. El francés, casi exhausto, esperó su momento para de cabeza anotar el gol que daba el pase a los blanco tras una genial asistencia de Vinicius. Los viejos rockeros se aliaron con los benjamines para meter al Madrid en semifinales.
Benzema, de cabeza al milagro
Si esta Champions tuviera que llevar un nombre, debería ser el de Karim Benzema. El jugador francés, consolidado como el mejor del mundo, está eligiendo la plaza más difícil de todas para dejar sus mejores faenas. Lleva tres partidos consecutivos marcando y siendo decisivo para un Real Madrid que ya desprende aroma de campeón. Porque los blancos nutren su palmarés de resurrecciones como las vividas ante el PSG y ante el Chelsea.
Y si alguien sabe de batallas épicas en esta Champions, ese es Karim Benzema. El delantero galo lleva este curso 38 tantos y 13 asistencias en 38 encuentros disputados. Sin embargo, en la presente edición del torneo continental sus datos se disparan. Ya son 12 goles en nueve partidos. Está decidido a llevarse el trofeo pichichi de la competición, el cual ostenta ahora mismo un Robert Lewandowski que ha quedado eliminado por el Villarreal.
Karim tendrá, al menos, dos partidos más para igualar las 13 dianas del polaco e intentar superarle. Sería otro mérito más que añadir a su infinita lista y que le hacen merecedor de ganar el próximo Balón de Oro, un galardón que tiene entre ceja y ceja a sus 34 años. Porque cada temporada que pasa, Karim es todavía mejor jugador. Más decisivo, más valioso, más grande, más completo, más asistente, más goleador. Benzema ahora mismo lo es todo para el Real Madrid y Ancelotti no dudaba en reconocerlo antes de enfrentarse contra los británicos.
Ante el Chelsea volvió a aparecer, de nuevo de cabeza, para sellar el pase a semifinales. Un gran centro de Vinicius desde la banda izquierda que el francés no desaprovechó. El brasileño esperó el momento justo, apuró mientras el Bernabéu contenía la respiración hasta el encontrar al '9' desmarcado y entrando por el corazón del área. Un testarazo certero que aunque no remontaba el partido, sí lo hacía con la eliminatoria para dar un pase que sabía a gloria.
No era una forma cualquiera de rubricar la gran noche. Benzema, que ya había marcado dos de los tres goles que anotó en Stamford Bridge con la testa, esta vez en lugar de vestirse de mago se vestía de héroe para dar continuidad al sueño de la decimocuarta que, le pese a quien le pese, sigue vigente.
Han sido cuatro goles de Karim en el global de la eliminatoria de los cinco que ha marcado el equipo. Y ya son siete tantos en la fase decisiva de esta Champions después del estelar hat-trick ante el PSG. El hombre de la Copa de Europa que a sus 34 años sigue dando mucha guerra y que tiene la ambición y la ilusión de un niño que está empezando en esto. Sin embargo, Benzema es un guerrero curtido en mil batallas que sigue sacando la cara por los suyos con la delicadeza de los artistas más refinados.
Modric pone el alma
Sin embargo, y a pesar del gol y del gran partido de la ida, esta eliminatoria de Champions será recordada por más cosas. Por el papel que han tenido jóvenes como Fede Valverde, Camavinga, Vinicius o Rodrygo, que demuestran que no solo hay presente, si no también futuro en este equipo. Y por un nuevo recital, el enésimo, del quien se siente un padre en ese vestuario plagado de futuras estrellas. Se trata de Luka Modric, que a sus 36 años sigue poniendo el Bernabéu en pie con la facilidad que tienen los genios para crear arte.
El mediocentro del Real Madrid tiene una sensibilidad especial para jugar. Incluso en sus días más difíciles, ya que no estaba haciendo gran partido, sobre todo en la primera mitad. La presión alta del Chelsea, que dejó sin ideas en la salida de balón a los merengues, ahogó a un 'Lukita' que se vio atado de pies y manos.
No obstante, se aprovechó de que en su menudo físico cabe un tanque de combustible más grande que el de un transatlántico. Lo de Modric es una fuerza de la naturaleza. Ni siquiera el misterio del vino, que cada año que pasa gana en valor, puede explicar el idilio que tiene Luka con el paso del tiempo.
El centrocampista balcánico forma con Benzema una pareja de viejos rockeros que sigue teniendo enamorada a la afición. Podrá venir por detrás quien venga, incluso el deseado Kylian Mbappé, que el lugar que se han ganado estos dos en el corazón de la hinchada jamás podrá ocuparlo nadie. Y es que valen su peso en oro y lo demuestran por encima de todas las cosas aunque enfilen ya el final de sus carreras.
La última maravilla de Modric, además, fue la que abrió el camino de otra noche grande. Cuando todo estaba oscuro, cuando el equipo estaba contra las cuerdas, el croata iluminó a los suyos con un pase antológico. Un toque con el exterior que superó a las torres del Chelsea y que abrió un agujero que no existía, pero que él encontró.
Dejó solo a Rodrygo en el único despiste que tuvo Antonio Rüdiger en todo el encuentro para que este marcara el primero del Madrid, forzara la prórroga y se pudiera soñar con la heroica. El central alemán, que se lución el coliseo blanco, no daba crédito a la genialidad que acaba de crear un jugador que no tiene parangón con ningún otro en el fútbol actual.
Se puede mirar 20 años atrás y no habrá nadie con la calidad que desprende Modric. Y se podrá mirar otros 20 años hacia delante, y Luka seguirá sobre el verde del Bernabéu dando clases magistrales de lo que es mimar la pelota y trabajar como el que más. Con este pase, Modric selló su asistencia número 17 en su carrera en la máxima competición continental. Con 36 años, Luka está en el curso que más pases de gol ha dado. Ya son cuatro, un auténtico escándalo.
La brillantez de Modric se explica con datos que incluso sonrojan. A pesar de aparecer en cualquier zona del campo, de tener que dar pases arriesgados que se terminan convirtiendo en asistencias o en balones claves, el balcánico promedia en este curso más de un 90% de acierto en sus ideas y en sus intentos. Datos que demuestran por qué es un elegido que llegó al Real Madrid para hacer historia.
Así fue como una vez más, la pareja de ídolos del madridismo volvió deslumbrar en otra noche grande en el Santiago Bernabéu. Ni siquiera hizo falta el mejor partido de los blancos, ni un arrebato de locura como en la remontada ante el PSG.
Solo ellos vieron donde estaba el camino del éxito en una noche que muchos no olvidarán jamás. Si el conjunto merengue termina levantando el título en París, será de obligado cumplimiento echar la vista atrás y darle el agradecimiento que se merecen estos dos genios que entre los dos suman la friolera de 70 primaveras.
El día que se retiren, aunque todavía falte mucho viendo su estado físico actual, el fútbol soltará una lágrima en señal de duelo porque se marcharán dos genios que llevaron su condición a la máxima expresión. De momento, siguen dando alegrías al Real Madrid y lecciones a toda Europa.
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