El Real Madrid tendrá que apelar otra vez a la magia del Santiago Bernabéu. El 4-3 es un buen resultado después de que el Manchester City golpeara fuerte en el Etihad Stadium. Pero si alguien se encargó de levantar al equipo en varias ocasiones fue Karim Benzema. Selló una noche para el recuerdo de no ser por la derrota con un lanzamiento de penalti a lo Panenka. Además de la belleza del disparo, cabe destacar que el gran candidato al próximo Balón de Oro venía de fallar dos lanzamientos desde los 11 metros seguidos.
El galo hizo una demostración de carácter con el brazalete de capitán en el brazo. Con el equipo muerto en el minuto 11 de partido, cuando miraban al marcador y veían un 2-0 en su contra, Benzema tiró de personalidad para empezar a ordenar al equipo. Además, volvió a encontrarse con un gol prácticamente en el primer balón que tocaba. Aprovechó un centro de Ferland Mendy para, con un toque muy técnico, ajustar el tiro al palo izquierdo de Ederson.
Mientras trataba de amenazar el área inglesa, a la vez estaba haciendo una impresionante labor mental con sus compañeros. Karim trataba de hacer buena cada posesión, que los merengues tuvieran más tiempo el balón ante la pegajosa presión del City. El Real Madrid encajaba dos golpes más, pero con Benzema en el campo no hay que dar a los blancos por muertos. Con 4-2 en el marcador, volvió a armarse de valor para tirar un penalti que valía por dos. Acabó con los fantasmas de un 'Panenkazo'.
En el micrófono de Ricardo Sierra explicaba cómo tomó la decisión: "Siempre lo tengo en la cabeza. Si no tiras un penalti, no lo vas a fallar nunca. Es confianza mental y ya está. Tengo mucha confianza en mí". Antonin Panenka nunca se planteó tirar de otra manera el icónico lanzamiento de 11 metros que pasó a la historia. "Jamás se me pasó por la cabeza otra solución. Dos meses antes ya sabía que iba a pasar todo eso", sentenció en una entrevista en la revista española que lleva su mismo nombre.
Es difícil pensar que Karim pensara hace tanto tiempo en lanzar este penalti así. Lo que sí es cierto es que había visto a otros compañeros hacerlo en situaciones complicadas. Sergio Ramos se lo sacó de la manga en la tanda de lanzamientos desde el punto fatídico en las semifinales de toda una Eurocopa después de, unos meses antes, fallar contra el Bayern Múnich en la Champions League. Este martes estaba en juego seguir vivos en la eliminatoria y encender la primera hoguera en el corazón de los madridistas.
Lo hizo con serenidad y templanza. Plantó el balón en el punto de penalti. Dio tres pasos hacia atrás, perfilándose para pegarle con su pie derecho. Pasaron 20 segundos hasta que el árbitro terminó de colocar a los jugadores alrededor del área. Lanzó una mirada al árbitro y obtuvo la confirmación. Da dos zancadas hacia adelante y mete el interior de su bota por debajo de la pelota. Con suavidad, para que el esférico no salga disparado por encima de la portería, le da la curvatura perfecta. Ederson, vencido hacia el lado izquierdo, no puede hacer nada. Es gol.
Ederson también tuvo su papel en la decisión. El guardameta conocía lo que había sucedido hace unos días. El juego psicológico entró en acción nada más se concedió la acción desde los 11 metros. Con una mirada inquietante y que no abandonaba el rostro de Benzema en ningún segundo, se colocó un poco hacia su diestra, la zurda de Karim. Esto le daba impulso para lanzarse a la derecha, la izquierda del jugador del Real Madrid. No hubo intimidación. Cuando ya se lanzaba hacia esa dirección, el francés ejecutó el golpe maestro para que entrase por el centro.
Ante los fantasmas
Carlo explicó en rueda de prensa que nunca han tenido dudas con quién debía de lanzar los penaltis. "Benzema ha entrenado estos días un poco, pero lo iba a tirar él seguro. Daba igual si era a la izquierda o a la derecha o como lo ha hecho, pero era su penalti", sentenció Ancelotti. Una vez Laporte golpeó con su mano el centro de Toni Kroos al área, todos los focos se centraron en Karim. Él había cogido el balón y él iba a ampliar su figura como héroe del partido.
Evidentemente, su cabeza se fue seis días atrás. Más o menos a la misma hora, con una diferencia de unos diez minutos, había fallado su primer penalti ante Osasuna. Sergio Herrera había atajado un disparo que iba raso y a su derecha, despejándolo hacia un lado.
Pero es que siete minutos después se repitió la situación. Misma dirección y un poco más a media altura, pero el guardameta del equipo de Pamplona volvía a golpear con su manopla hacia fuera su tiro.
Cualquier otro jugador habría dudado. Un entrenador que sea un poco supersticioso podría haber dado la orden de cambiar el lanzador. Sobre el campo estaban Luka Modric, que ya ha cogido esos galones esta temporada, o Vinicius Júnior, que pasaba por un gran momento en el encuentro. Benzema es el líder de este Real Madrid. En su partido 600 con la camiseta merengue volvía a escribir otra página en su gran leyenda en la entidad de Concha Espina.
El merengue lleva como seña de su nacimiento como seguidor del Real Madrid el espíritu de las remontadas impregnado. Con este gesto, Benzema lo alertó. Los blancos, como sucediera ante el Paris Saint-Germain y el Chelsea FC, necesitarán que el Santiago Bernabéu sea una caldera. El ambiente de este estadio, en el que flota un aroma especial cuando llega la primavera y suena el himno de la Champions League, hará su parte. Karim liderará a los jugadores sobre el campo para conseguir otro épico pase de ronda. Esta vez sería a otra final de la Liga de Campeones.