¿Y si hacemos el amor? ¿Con qué frecuencia?
¿Te gustaría que tu relación fuese como al principio? El secreto es el amor y la admiración por el otro. Si la convivencia se ha convertido en costumbre e incluso en malestar, la gratificación de vivir en pareja ya se ha perdido.
El deseo denota que la relación está viva y que la pasión en el sexo, al hacer el amor, está asegurada. Hacer el amor no es lo mismo que practicar sexo; lo primero implica sexo, lo segundo no implica amor. ¿Y con qué frecuencia deberíamos hacer el amor? Pues depende de las necesidades tanto físicas como emocionales, y de la edad. Cuanto más joven más necesidad, y ser hombre también es determinante a la hora de querer y necesitar más sexo. La testosterona hace estragos e independientemente del amor, ésta les empuja a desear y practicar más.
Pero el deseo y la práctica no solo está determinada hormonalmente sino también psicológicamente. Es cierto que nosotras no nos quedamos atrás si tenemos enfrente a un hombre que sepa… eso, un hombre con el que nos sintamos princesas: educado, galante, que nos escuche, que nos haga reír; solamente. Y que sexualmente sepa un poquito, o por lo menos nos escuche.
Ahí está lo psicológico y la magia que empuja a una mujer a desear al otro. Con esta mezcla de testosterona y sensibilidad la emoción al hacer el amor está asegurada. ¿Y la frecuencia? No sirve con encontrarse de forma esporádica, lo ideal sería dos o tres veces a la semana. Alguna mujer -e incluso algún hombre- se echará las manos a la cabeza: ¿Tanto? “Sí, nosotros lo hacemos ¡una vez al mes!”. Pues muy mal. ¿Y por qué vamos a perdernos algo tan placentero?
Durante la actividad sexual se liberan endorfinas endógenas, que son los opiáceos naturales del cuerpo, sobre todo al tener un orgasmo. Las endorfinas te crean un estado natural de relajación y bienestar. ¿Qué bien, no? Placer con amor.
El mejor momento para hacer el amor, psicofisiológicamente, es a la hora de la siesta. Por la mañana no estaría mal antes de ir a trabajar, para salir de casa relajado y muy contento. Por la noche es un buen momento porque la relajación que produce tener un orgasmo facilitará el sueño, pero si el día ha sido intenso dejar para última hora esto hará que el cansancio no haga fluir la imaginación ni la implicación física.
Y durante las relaciones sexuales ten siempre comunicación sobre las fantasías (exprésate, no las reprimas y disfrútalas ), cuenta tus preferencias, gasta bromas a tu pareja, ríete de alguna de sus caras, posturas..., y sobre todo concéntrate y disfruta de algo tan placentero y gratis que está disponible ahí, para unir a la pareja y para pasarlo bien.
Ana M. Ángel Esteban. Psicóloga Clínica, Sexóloga.
Clínica del Rosario. Toledo. 615224680
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