“Toledo ya huele a Corpus”. Esta es una de las frases más repetidas entre los toledanos durante estos días previos a su fiesta grande. Pero, ¿a qué huele el Corpus? La ciudad durante su Semana Grande destila por los cuatro costados el aroma de las plantas aromáticas habituales en esta zona de los Montes de Toledo: los olores de la mejorana, el cantueso, el romero y, sobre todo, el tomillo perfuman el Casco Histórico de la capital castellanomanchega.
Cada año, el jueves del Corpus, durante las primeras horas de la mañana -sobre las 7:00-, un grupo de unas doce o catorce personas, contratadas a través del Ayuntamiento y la Junta Pro Corpus, se encargan de repartir tomillo por las mismas calles por donde posteriormente desfilará la Custodia de Arfe que corona la tradicional procesión del Corpus Christi toledano.
Una tradición de la que se tiene una primera referencia a principios del siglo XVI. Según Juan Estanislao, historiador y académico de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, nace por una cuestión práctica: “Se comenzaron a utilizar plantas aromáticas para evitar los malos olores sobre todo producidos por las aguas sucias que soltaba un matadero”. El matadero al que se refiere estaba en lo que se conocía como "carnicerías mayores", en la actual plaza del teatro de Rojas.
Tal debía ser el hedor que incluso el cabildo en el año 1511 decidió cambiar el itinerario de la procesión, pasando por donde ahora se encuentra la plaza del ayuntamiento e incorporándose al recorrido habitual a través de la calle del Hombre de Palo, evitando así que la comitiva pasara por la actual calle de Sixto Ramón Parro, cuesta por la que corría el agua sucia proveniente del matadero. Sin embargo, esta modificación provocó un malestar general entre los toledanos, quienes pidieron al rey Fernando el Católico que se volviera al itinerario tradicional que pasaba por los Cuatro Tiempos y la Plaza Mayor -zona del teatro de Rojas-.
Una carta de Fernando el Católico, como recoge Estanislao en su libro La procesión del Corpus Christi en Toledo, consiguió la vuelta al recorrido habitual: “Suplicaronme, mandase probeher, como la Prozesion fuese de aquí a delante, por los lugares e calles acostumbrados”, rezaba el manuscrito. Fue entonces cuando “se decidió echar plantas aromáticas para amortiguar los malos olores”.
“A partir de ese momento se continuó echando plantas olorosas de los campos cercanos, entre ellas, el romero, el tomillo, el cantueso y la mejorana, y ya no para quitar los malos olores, sino como algo honorífico de la eucaristía”, ha apuntado el historiador toledano.
30 metros cúbicos de tomillo
Un total de treinta metros cúbicos de esta planta olorosa -aproximadamente la capacidad de una piscina mediana de una vivienda unifamiliar-, recolectada en una finca de la localidad vecina de Bargas, serán repartidos durante las primeras horas de la mañana de este jueves.
El dueño de la finca, Jesús Ros, ha explicado a EL ESPAÑOL – EL DIGITAL DE CASTILLA-LA MANCHA cómo es el proceso de recogida -nunca arrancado- de esta planta para su posterior secado y esparcimiento por los suelos de las calles. “La planta se corta unos quince o veinte días antes, lo secamos para que produzca más olor y finalmente se reparte por las calles”, ha señalado.
Deshacer la planta completamente es esencial antes de colocarla sobre los adoquines. “Nosotros la desmenuzamos completamente” antes de esparcirla, porque “cuanto más se pisa y se convierte en polvo”, ha asegurado Ros, más olor produce. “Gracias también a que podamos la planta conseguimos que cada año brote con más fuerza y aroma”, ha añadido.