Jesús Espada. Foto: Europa Press.

Jesús Espada. Foto: Europa Press.

Cultura

El relato con el que el periodista Jesús Espada ha vuelto a ganar un concurso de cartas de amor

El galardón será entregado el próximo 25 de julio en Cobisa (Toledo). 

13 julio, 2024 12:25

El periodista y director de Informativos de Radio Televisión Castilla-La Mancha (CMM), Jesús Espada, ha vuelto a alzarse con el primer premio del concurso de Cartas de Amor de Cobisa (Toledo) con su texto 'Tenemos que hablarlo', que versa sobre una infidelidad. 

Se trata de la segunda ocasión en la que Espada se alza con el galardón, después de lograrlo hace 10 años con 'Por si mañana', una emocionante carta de un enfermo de Alzheimer a su mujer que se hizo viral en todo el mundo.

Será el próximo jueves 25 de julio cuando el periodista recibirá el premio, con motivo del inicio de las fiestas patronales de Cobisa. Un día en el que también entregarán el premio del concurso en la categoría de cartas locales a Roberto Pisa, por 'Attman'.

Tal y como ha informado el Ayuntamiento, el certamen de Cartas de Amor de Cobisa, consolidado desde hace años como referente literario que promueve el género epistolar, ha contado este año con una participación de casi 200 autores, con cartas remitidas desde Canadá, Chile, Florida, Italia, París, Berlín, Argentina, Colombia, Cuba, Perú y Venezuela, además de prácticamente todas las comunidades de España.

Carta ganadora

'Tenemos que hablarlo'

Víctor Palmiches (pseudónimo de Jesús Espada)

'Tenemos que hablarlo'. Eso dijiste. Así, de esa manera que dices tú las cosas.  Con ese aplomo tan tuyo, que tanto he admirado siempre, con esa serenidad inalterable que resiste cualquier circunstancia, con esa autoridad que le pones a las palabras y a los gestos, dejando claro que eres tú la que mantiene el control de la situación, incluso en momentos de tensión. Y este era sin duda un momento de mucha tensión. Al menos para mí.

'Tenemos que hablarlo'. Eso fue lo que se te ocurrió en medio de esa escena de gran alboroto sexual, cuando te percataste de mi presencia bajo el quicio de la puerta de nuestra habitación. Me quedé paralizado, incapaz de articular palabra ante semejante espectáculo carnal, tan diferente -no podrás negarlo- al que tenía lugar muy de vez en cuando en ese mismo escenario. Podrías haberme dicho aquello de que "esto no es lo que parece", pero no, a ti lo que te salió fue un "tenemos que hablarlo" mientras te enfundabas en la sábana con ese aire solemne que le pones tú a las cosas y te incorporabas en la cama -nuestra cama- al tiempo que tapabas con el edredón al tipo con el que acababas de componer un auténtico concierto de jadeos, con éxtasis final incluido.

Si hubiera podido reaccionar tal vez habría expresado algún sentimiento. ¿Qué se yo? Rabia, ira, tristeza… lo lógico, supongo, ante semejante episodio. Otro en mi lugar la habría liado parda, pero yo no, yo me quedé allí inmóvil, como un pasmarote. Lo habitual en mí, pensarás tú. Y no te falta razón. Si fuera de otra manera no me habría ido al salón, ni me habría quedado sentado en el sofá sin decir nada. Y al menos podría haber montado en cólera cuando vi pasar por delante a mi amigo Antonio, ese tío al que tú no soportas, que me lo has dicho más de mil veces; un imbécil, que no hay quien le aguante, decías. 'Lo siento mucho, de verdad', me pareció que mascullaba entre dientes mientras salía, sin mirarme y con la camisa a medio abrochar. Cuando crees que nada puede empeorar las cosas resulta que aún es posible otra vuelta de tuerca en el potro de castigo. Ya me veía venir el pitorreo a mi costa. Cornudo y apaleado.

Y otra vez la misma frase: 'Tenemos que hablarlo' me dijiste de nuevo cuando nos quedamos solos, con la misma firmeza que ya habías mostrado en la habitación. No te digo yo que con altanería, pero pareciera que eras tú la que exigías explicaciones. Que yo no sé muy bien qué podía decir en ese momento, pero vamos que desde entonces ya no he podido decirte nada porque no contestas a mis llamadas y me has bloqueado por tierra, mar y redes.

Así que, aunque nunca te hicieron gracia mis declaraciones de amor por escrito, he decidido recurrir a esta carta para decirte que tal vez estemos a tiempo, que otras veces ya superamos tus 'deslices' porque, otra cosa no, pero no podrás decir que no he sido generoso. En nuestra cama y con el Antoñito, sí. Y con una pasión desbordante, también. Pero todo eso, llegado el caso, también 'tenemos que hablarlo'.

Pd. Sabes que te quiero.