2ªB | Arroyo vuelve a sonreír: ve la luz al final del túnel y seguirá en el Formac Villarrubia
Cuando un jugador sufre un esguince de tobillo, sabe bien que en cuestión de un mes y con un vendaje funcional, puede volver a jugar al fútbol. Cuando sufre una roturilla muscular, sabe que con reposo y una serie de cuidados, la vuelta es cuestión de poco tiempo. En el peor de los casos, cuando un jugador sufre una lesión grave, tipo rotura de ligamento de rodilla o algún menisco, es consciente que, aunque los plazos sean largos y se pase por el quirófano, terminará volviendo a jugar al fútbol.
Pero el caso de Arroyoes, cuando menos, raro, por no decir especial. El mediocentro del Formac Villarrubia se lesionó el pasado 22 de septiembre en el Barranco del Lobo ante el Villarrobledo. A partir de ahí, un calvario por delante. Porque, para empezar, no sabía ni la lesión que sufría. El sentía dolor en su tobillo derecho y le impedía andar con normalidad. Ni mucho menos, correr, saltar o golpear. Después de visitar a varios especialistas, por fin, alguien dio con la tecla. Y es que Arroyo sufría una espondiloartropatía periférica HLAB 27 en su pie derecho. Una vez conocido el mal, se logró el tratamiento. Por fin se había dado con la tecla.
“Gracias a Dios, hoy me encuentro perfectamente. Me lesioné en la jornada 5 en Villarrobledo. Desde entonces, no jugué. Después de ir a varios sitios, nadie daba con la tecla. Al final, me dijeron que tenía un tipo de lesión traumática que no tiene ningún tipo de explicación, por así decirlo. Atacó al tobillo como podía haberlo hecho a otra parte del cuerpo. Me impedía correr y andar… Ha sido horrible”, relataba el mediocentro.
“Gracias a Dios he dado con la tecla y con la medicación y ya estoy bien. Tengo ganas de entrenar y sentirme futbolista. Sin lugar a dudas, ha sido el peor año de mi vida. Eso sí, esta lesión me ha hecho más fuerte en todos los aspectos. Me ha hecho mejorar como persona y como futbolista. Me ha venido bien el confinamiento para aprender muchas cosas y conocerme más a mí mismo”, reflexionaba.
Por eso, a día de hoy “estoy genial. Prácticamente llevo más de un mes entrenando por mi cuenta: hago ejercicios de balón, correr, saltar... Me encuentro perfectamente”. En este sentido, reconocía que “ahora lo veo como algo lejano, pero ha sido un calvario y he salido muy fortalecido”.
Una de las cosas que más tranquilidad le dio de cara al futuro fue la renovación automática con el Formac Villarrubia. “La renovación es un gesto a tener en cuenta y estoy muy agradecido. Por eso, solo pienso en entrenar y llegar a la pretemporada en perfectas condiciones. Estoy muy agradecido, la verdad”, destacaba.
De cara al futuro, Arroyo mantenía la duda y la incertidumbre como cualquier persona en este fútbol no profesional de cara a la vuelta a la normalidad. “No sabemos a día de hoy cuándo empezaremos a entrenar ni cuándo comenzará la liga, pero para entonces estaré preparado”, subrayaba. Además, echaba la vista atrás para recordar esa fase de ascenso que hace un año estaba jugando el Villarrubia y que se terminó con un glorioso ascenso. “Fue un momento increíble para mí y para el club. Siempre te quedan imágenes bonitas y te viene una sonrisa al recordar esos momentos”, comentaba.
Por último, aseguraba que la base del año pasado sería fundamental para el nuevo proyecto blanquiazul. “Sería fundamental mantener la base de cara al futuro, no solo en lo deportivo, sino en lo humano, en cuanto al vestuario. La clave de estos años ha sido el vestuario. Por eso, cuantos más renueven, mejor”, finalizaba.