Ya sé que el dicho es al revés, “el saber no ocupa lugar”, pero visto lo visto, y tras las últimas tendencias “negativistas” sobre la adquisición de conocimientos, suspensos y repeticiones, el saber no ocupará lugar, pero desde luego, el “no saber” además de ocupar un lugar, en el sistema, puede pesar y por desgracia mucho, pero para el alumno.
No soy de escribir sobre vivencias personales, pero creo que ésta viene al caso. Recuerdo, hace bastantes años, siendo Jefe de Estudios de un centro, que se presentó una familia esgrimiendo que una compañera le tenía “manía” a su hijo, pues le suspendía. Después de escuchar sus argumentos, le contestaba lo siguiente: “Si mi compañera le tuviese realmente manía a su hijo, seguramente lo que hubiese hecho, más sencillo y con menos trabajo, sería calificarlo con sobresaliente aunque no hiciera nada, eso sí que sería perjudicar a su hijo, no este curso, el resto de cursos y seguramente el resto de su vida”. Digamos que una vez revisado lo que sabía, no sabía, había hecho y no había hecho, además de lo más importante, y que casi todo el mundo obvia, concretamente esta familia, en un sentimiento de protección mal entendido, escuchar a la tutora, con la información del resto del equipo docente, tutor en su amplio sentido, que son quienes conocen al alumno realmente y quienes están capacitados para discernir el aprovechamiento o no en cursos posteriores. Pues bien, el susodicho alumno, habría terminado sus estudios sin enterarse de nada ni saber nada, y lo que es peor, pensando que podría afrontar cualquier estudio superior, trabajo e incluso a la vida misma, la real, , no a la idealista, superpija de la muerte donde cualquiera puede llegar a ministro o ministra, es un decir, no me malentiendan, sabiendo lo mismo que una ameba, porque pudiéramos sufrir, en un futuro muy próximo, que nos sumen sin saber sumar, multipliquen sin saber multiplicar, incorrecciones gramaticales, sintácticas o semánticas, apropiaciones literarias fuera de contexto o incluso geográficas y asumirlas como una nueva normalidad.
No estoy ni mucho menos de acuerdo con citar de carrerilla la lista de los reyes Godos, pero no se puede transmitir y no debemos transmitir esa sensación de que en la enseñanza obligatoria se haga lo que se pueda, porque todo requiere esfuerzo, si además le sumas que da igual los suspensos y la repetición, para obtener lo mismo que quien se esfuerza, ya no es lo que puedas, es lo que puedas y quieras, sin nombrar el desagravio que supone para quién sí lo hace, y si encima dices que todos titularán, si no es por lo civil por lo criminal, es una metáfora, apaga y vámonos, el incentivo es cero.
¿Para qué nos esforzamos los docentes en exigir y enseñar un currículo obligado y al que nos debemos para que nuestros políticos se lo salten legislando? ¿Y los valores de esfuerzo y superación? Si el equipo docente considera que el alumno no puede afrontar con garantías el curso siguiente, no es un castigo, es una oportunidad.
El saber no ocupa lugar, por eso mismo, algún ilustrado o ilustrada debiera preguntar a sus funcionarios docentes, de trincheras, cómo se reduce el fracaso y el abandono escolar sin necesidad de que salgan titulados sin saber en qué han titulado obligando por ley a sus funcionarios docentes a aprobarlos aunque sepan es un perjuicio para ellos.
No se preocupen, en breve España no tendrá ni fracaso ni abandono escolar, y ustedes dirán que yo estaba equivocado, que el saber no ocupa lugar si un título dice lo contario.