La presidenta de la Comunidad de Madrid actuó el otro día como la maja vestida que lleva dentro, la chula de barrio que encandila a la basca, Agustina de Aragón y la libertad o Juana de Arco cercada. Hacía mucho tiempo que no veíamos tono tan pandillero usado en asamblea y, sin embargo, tan cargado de razón. Porque lo de este Gobierno raya lo inefable, hasta el punto de meterse en la cama de alguien para hacerle una paralela con vistas al balcón de la opinión pública. Eso es lo grave del caso Ayuso, no tanto el delito fiscal que hay miles en España con un gobierno depredador en materia impositiva. Átense los machos, que llegan a su cama. La retroprogresía nunca hubiese esperado sueños tan húmedos. Los nuevos Torquemadas, ahora sí, con la moral en el hacha.
Dijo Ayuso que Pedro Sánchez irá p’alante igual que el fiscal. De momento, no ha ido ni el uno ni el otro. Y es que mientras a este país y sus representantes les traiga cuenta el atrezzo de la mentira con el que llenan las alforjas, no habrá solución posible. La máquina de los bulos ya se ha dado la vuelta y ahora expelen burofax contra periódicos serios como este. Al socialismo siempre le ha costado la democracia. Jueces y periodistas se han convertido en el reducto último de la libertad en España, donde quienes no se metan en la cama del Gobierno van sencillamente p’alante. Ese es el descubrimiento universal de nuestra maja desnuda al Sol.
Sánchez y Begoña han creado un aparato que ya le hubiera gustado a Bárcenas, Rajoy y el peperío del sobre encubierto. Básicamente, porque han acrecentado su pecunio con el yo lo valgo de L’oreal. Y han tenido motivos para creérselo. Uno porque ha comprado discursos y votos a cambio de triles y engaños y otra, porque jamás currículo tan bajo dirigió dos másteres universitarios. La Complutense y su rector han de buscarse el prestigio en las costuras o dimitir debajo de un manzano. Aunque claro, eso sería tanto como que el hermano de Sánchez tuviera domicilio fiscal claro.
La maja de Sol alumbra tanto a Feijoo, que se ha quitado las gafas. Con mucho que digan, al gallego le falta punch y le sobra paciencia. También le pasó a Franco, que fue el último en llegar y el primero en quedarse. Mis amigos socialdemócratas dicen en cambio que Bonilla sería mejor porque no suscita rechazo. Puede, no digo que no. Lo que ocurre es que Ayuso desquicia la izquierda entera porque les da en su punto de flotación, la inoperancia de su sistema económico y las castas de su discurso. Nunca hubo una clase social tan diferenciada en España como ahora, con los koldolaris y las begonias languideciendo en otoño. No sabe usted con quién está hablando, es el último invento del socialismo para agenciarse másteres o doctorados. El problema no es de ellos, sino del pueblo que les compra el discurso. La izquierda dice que todo vale con tal que no gobierne la derecha y las instituciones se han convertido ya en un frentepopulismo que las desacreditan y deslegitiman. Lo más lesivo del sanchismo ha sido que el fin justifica los medios. Y la derecha si quiere estar a la altura, ha de saber quién es el que tiene enfrente.
Mientras tanto, Ayuso nos alegra el día en su discurso como de muchachas en flor, a medio camino de una soflama pandillera y choni. No mucho más que la de Sánchez carcajeándose del muro en la tribuna del Congreso igual que si fuera Krasty o Jocker. Es la única que ha entendido al personaje y lo ha conseguido calar. Su antítesis, la mímesis del revés. Ronald Reagan fue actor antes que presidente y marcó el camino. Igual que el Papa Wojtyla. Ambos acabaron con el comunismo, la mayor farsa de la Historia. Sánchez se va a atornillar con llave inglesa y black and decker. Si a él le sacaron a Begoña, algo habría que buscar donde Ayuso. Mire usted con quién se acuesta. No vaya a ser que tenga un Koldo o Cerdán bajo la cama y vaya también p’alante.