Ni de centro ni conservador, el Sr. Feijóo se siente atraído fatalmente por la ultraderecha italiana de la Sra. Meloni. No por la Sra. Le Pen, que está muy desgastada en Francia. Y tampoco por el Sr. Orban, de Hungría, que le ha quitado el puesto su competidor y colaborador el Sr. Abascal. El Sr Feijóo se ultraderechiza para ponerse a la moda centroeuropea. Se percibe un rampante utilitarismo en este cambio estratégico. Conocemos los resultados electorales de Austria y los de los Länders alemanes. No realizaré ninguna interpretación de los rasgos sicosociológicos de la personalidad del Sr. Feijóo, como suelen hacer los portavoces y opinadores de la derecha con el Sr Sánchez, para entender el tránsito acelerado que el Sr. Feijóo está haciendo hacia una ultraderecha xenófoba y liberal. Entienden que lo que mola en Europa, o sea, lo que da el poder, es ser de ultraderecha. Por eso el Sr. Feijóo recomienda en España las políticas de la Sra. Meloni. Evitar como sea que los emigrantes pisen las costas de Italia o "concentrarlos" en algún lugar que acepte intercambios de inmigrantes a cambio de dinero. Aquí el mismo Sr. Feijóo identificó a la inmigración con la delincuencia y alguien de su partido pidió mandar a la Armada contra ellos. En cuanto a las aglomeraciones en las islas Canarias no se resuelven porque no quieren. No sabemos qué pensarán ellos y sus seguidores por las muertes incesantes en el Mediterráneo. ¿Habrá que repetir una y otra vez, hasta que descubran lo indiscutible, que los inmigrantes son hombres, mujeres y niños huyendo de una miseria social, política y económica que los esclaviza o los mata en sus lugares de nacimiento?
El Sr. Feijóo, abducido por la ultraderecha, ha recomendado que se haga en España lo que hace la Sra. Meloni en Italia. Allí se está a punto de aprobar un catálogo de nuevos delitos contra manifestaciones que interrumpan el tráfico; crear una comisión técnica que estudie la posibilidad de castración química para agresores sexuales; se prohíbe a los ya emigrados adquirir tarjetas para sus teléfonos móviles y que queden incomunicados o se habla de implantar el servicio militar obligatorio, que en España suprimiera el Sr. Aznar, a petición del Sr. Pujol, cuando el primero hablaba catalán en la intimidad. La reacción en Italia de las medidas de la Sra. Meloni no se ha hecho esperar. Algún juez ha considerado que con las medidas que se aprobarán se vuelve a los tiempos de Mussolini y otro lo entiende como una vuelta a la Edad Media.
El Sr. Feijóo se siente atraído por la ultraderecha no porque quiera quitar votos a Vox, que eso le da igual, sino porque ha iniciado la exploración hacia ese territorio para ver si los mensajes de ultraderecha le aúpan al poder que con el centrismo no puede conseguir. Busca la felicidad nacional, dice. Aunque, primero la suya, después la de sus correligionarios y, si algo queda se lo deja a los españoles. Lean el historial reciente de los gobiernos del PP en España. Tantos vaivenes del centro a la derecha y de la derecha a la ultraderecha revelan la ambición de un partido por obtener el poder, sino fuera porque esa ambición la han convertido en una sicopatía personal y trágica. El recorrido del Sr. Feijóo hacia la ultraderecha, ¿no descubre una dimensión obsesiva del PP por el poder? Mejor así, que decir ser de centro, y actuar como la ultraderecha. Eso establece lo que se está jugando en España.