Feliz día de la Constitución desde Barcelona. No, no es una de mis rebeldías pasar el día de la Carta Magna en Cataluña. Ando por estas tierras por cuestiones familiares. Solo un apunte: vaciar tu habitación de cuando eras pequeña y vender la casa en la que viviste en tu infancia te deja un vacío en el corazón, pequeñito porque son solo cosas materiales pero vacío.

A lo que vamos, desde Cataluña en este día me viene a la cabeza el tsunami de las manifestaciones contra la amnistía que propició el PP. ¿Recuerdan? Se iba a romper España, pero parece que ya no porque ahora el camino es intentar que Junts, el demonio separatista, les apoye para quitar a Sánchez de en medio. En público se iba a romper España y en privado negociaban un posible gobierno.

No nos engañemos, en los ataques recurrentes y cada vez más despiadados de la derecha a Sánchez no hay ni una sola cuestión de ética, de moral, de ideología ni de Estado. Lo único que hay es un objetivo: "cargarse a Sánchez". Por eso, desde julio o desde antes, no sostienen su política en datos, ni en pruebas, ni en sentencias; sostienen su política en hacer bolas de nieve de cosas y casos que o bien se han ido desinflando -¿me explican por qué a estas alturas el hermano de Sánchez está imputado?- o en los que no hay delito ninguno -¿me explican en que más van a indagar de la vida de Begoña Gómez?, ¿querrán saber quien pagó su primera comunión?-. O en dar por válidos los testimonios de un señor que ha cantado la Traviata, pero no ha demostrado nada, y, curiosamente, a pesar de confesar sus delitos, está en la calle.

Y en esto tienen mucho que ver los jueces. Sí, señores: hay lawfare en nuestro país. Algunos jueces son jueces de parte y algunos jueces están pervirtiendo la justicia. Esto, por cierto, es culpa de Sánchez por no haberlo atajado cuando les salpicaba a otros, en vez de a él.

No soy ninguna ingenua y sé que Sánchez no es ninguna hermanita de la caridad. Si alguien demuestra que es un corrupto, que lo pague; pero si hay que echarle, de momento, hay que echarle en las urnas. Pero el escáner al que está sometido ahora no va de corrupción, ni de romper España: va de acabar con él como sea. Y eso lo acredita el PP no solo por lo que dice, sino por cómo lo dice. Ese odio que rezuma el PP les perjudica, les resta credibilidad.

Se me viene a la cabeza una canción de Sabina. 'Gulliver', se llama. Viene a decir que un día todos los enanos, con sus enanos corazones, con su bilis, con su rabia, se revelarán contra Gulliver. Le acusarán de andar en el país de los cansados, de ser el malo en el país de los buenos... No podrán soportar que sea alto, dice Sabina. Les recomiendo que la escuchen. Pobre de ti, Gulliver, porque tienes enfrente a todos los enanos. Me llamo Ángeles y estos son mis demonios