Page se fuma un puro
Es verdad que el ínclito y superlativo García Molina está demostrando en Castilla-La Mancha ser más inteligente y estar mejor aconsejado que sus hermanos viejunos de Izquierda Unida, que nunca llegaron realmente a nada en la región, pero el presidente Page es un superviviente tremendamente experimentado y no creo en absoluto que vaya a ponerse nervioso por el órdago presupuestario perpetrado desde Madrid por Pablo Iglesias, que quiere ser el más listo de la clase. A Page, estoy seguro, le ha molestado el picotazo de García Molina y tal vez algún día se lo tendrá que devolver, pero el líder castellano-manchego de los socialistas es el socio fundador de la Cofradía de los Ante Todo Mucha Calma y maneja estas situaciones como nadie en la vida pública de la región. Que un pijo del Club de los Almendritas Saladas de Podemos haya dejado de ilustrarse un rato para ponerse farruquito y marcarse un farol tintado de primarias no parece motivo suficiente para que un tío como Page tenga que ponerse alborotado y pedir el comodín del público o lo que sea.
Al mal tiempo Page siempre le pone buena cara: sabe hacer de la necesidad virtud y de la virtud una oportunidad que antes no existía. Saldrá de esta y se fumará un puro, ya lo conocemos. Ni siquiera Pedro Sánchez, hipotético e improbable vencedor de las primarias socialistas, podría probablemente finiquitarle el bólido al que está subido el presidente de la Junta, que ya iba a la escuela fundada por Pepe Bono y otros talentos de la cuerda cuando García Molina ni siquiera era un proyecto de diputadito que sale mucho por la tele regional y está felizmente encantado de haberse conocido. Nadie es infalible, tampoco Page, pero el golpetazo de los presupuestos regionales parece sólo un vientecillo en mitad de la legislatura que no va a mover nada al menos hasta las autonómicas del 2019, por mucho que este simpático Molina El Tío Razones se ponga estupendo y amague con insultos de guión de los Soprano y discursos bíblicos ante la prensa. Mínimo le faltan todavía tres o cuatro caceroladas en cualquier callejón del gato.
Así que tranquilidad y buenos alimentos. García Molina necesita a Page para tener algo qué decir y calentar sus vistalegres y sus zafarranchos, pero Page, después del primer día, no creo que necesite especialmente a García Molina más que para la rutina y la vida cotidiana y eso lo tiene garantizado desde la noche en que no ganó las elecciones y ya supo por ciencia infusa que iba a ser el presidente regional. Todo lo demás es ruido y entretenimiento. Pedantería y arrogancia. Y lecciones electorales que la gente va aprendiendo para cuando llegue la ocasión de actuar en consecuencia, amén.