Sin miedo en el PP a elecciones anticipadas en Castilla-La Mancha
Intento contrastar estas últimas semanas mil opiniones sobre el oscuro túnel en el que anda metida la vida política en Castilla-La Mancha y el giro hacia el acantilado que viene dando la máquina infernal que conduce el presidente Page. Sigo pensando que la legislatura se agotará en mitad de muchas turbulencias pero llegará al final cuando toca su momento, aunque el desconcierto es mayoritario y se extiende por minutos la sensación inevitable de elecciones anticipadas y un cambio de gobierno y de relación de fuerzas en las Cortes de Castilla-La Mancha. Hay encuestas y rumores, pero ni una sola certeza de lo que pueda pasar en los tres próximos meses y la decisión final que pueda o quiera tomar Page: prolongar la agonía sin nuevos presupuestos, consensuarlos con el PP o con Podemos en busca de su aprobación o su abstención o anticipar las elecciones y que venga lo que tenga que venir.
Llegados a este punto, impensable para Page hasta hace tan sólo unos meses, la tragedia ya empieza a ser menor y se ha minimizado el impacto que pueda provocar el terremoto. Al fin y al cabo amanece cada día. A casi nadie asustan ya unas nuevas autonómicas más allá del pánico detectado en ciertos entornos socialistas y a día de hoy parecen más calmadas las urgencias que anteriormente se podían intuir en los alrededores del Palacio de Fuensalida. El miedo se ha interiorizado y se asume como parte del paisaje político regional, de manera que en estas últimas semanas a nadie parece importarle demasiado que tengan que ser unas elecciones a destiempo las que ofrezcan la salida definitiva al abismo castellano-manchego de este verano en marcha. Page rendiría cuentas del escenario al que ha llevado a la región, Podemos no podría esconder bajo ninguna alfombra populista la responsabilidad de haber sido copiloto y el PP, mucho mejor situado, no tendría especial dificultad en explicarle a la gente por qué no ha querido salvar a Page del incendio.
No sé si pronto habrá convocatoria electoral anticipada en Castilla-La Mancha, pero esta opción, tan lejana en abril, hoy está mental y sentimentalmente mucho más cerca y desde luego ya no mete tanto miedo. Algo ha evolucionado en un sentido posiblemente tranquilo y natural y volver pronto a las urnas no inquieta a nadie que no esté directamente afectado por la causa, y ni siquiera a todos. Desde luego en el PP no cierran la puerta a salvar los muebles a Page y abstenerse para que pueda aprobar los Presupuestos y finalizar en su tiempo la legislatura, pero tampoco pasa nada si esta hipótesis termina siendo un imposible y hay que pedir el voto y la opinión del ciudadano entrando en el otoño. Hoy en día veo al PP en calma y expectante, casi puramente espectador: el problema, dicen, es de Page. Castilla-La Mancha es otra cosa. Si la gente tiene que hablar, que hable. No pasa ni media.