El diputado David Llorente, un ejemplo
A mí me cae muy bien David Llorente, el diputado-activista de Podemos en las Cortes de Castilla-La Mancha. Es un tipo serio y coherente y le considero un político necesario y honesto. Mi lejanía ideológica con Llorente es de la misma magnitud que mi cercanía con su sensibilidad social y su apasionada defensa de las causas en las que cree. Admiro su talante y la fe que pone en sus valores, aunque a ratos me resulten tan distantes e incomprensibles. Conozco poco al diputado pero creo que es un chico de convicciones y principios, un perfil tan poco habitual entre los políticos de casta que su presencia en la vida pública castellano-manchega es reconfortante y enternecedora. Un río transparente. A mí me encanta que alguien así tenga un escaño en las Cortes regionales y haya traído este aire fresco a la política clásica. Feliz verso suelto en la vieja jerarquía verticaloide de su partido, David Llorente es un tío joven en la física, en la química y en la rebeldía y a mí eso me gusta tanto que me ilusiona y vuelve a llenarme de utopías. Veo a Llorente y estoy viendo un ejemplo frente a la política acomodaticia, ramplona y entrecosida de lugares comunes tan habitual en su partido y en los otros. No hay color con los jefecitos regionales de Podemos, ya tan adocenados y a lo suyito.
David Llorente, en fin, es la coherencia y la línea recta y diáfana. Agua clara en la política regional, un tipo bienvenido. No creo en su ideología ni que sea la clase de político que desde un cargo público de gestión vaya a ser capaz de resolver los problemas de la gente, pero sí valoro mucho su capacidad inspiradora y su activismo honrado y de buena fe, una clase de dirigente que crea conciencia social, abre horizontes y nos propone un camino abierto que seguir, creas o no en él, vayas o no a seguirlo alguna vez. El diputado Llorente es un político-verdad, una nueva mirada al horizonte y los sueños. Otra perspectiva: su ejemplo, su manera de hacer y la de aquellos que son como él, me conmueven política y socialmente, entre otras razones porque me generan incertidumbres, me retuercen por dentro y me llenan felizmente de tantas dudas. Frente a las chirriantes y viejunas estructuras políticas de los partidos, Podemos y los demás, frente a las imposturas y la hipocresía ambiental, es una alegría que David Llorente tenga asiento en Gilitos. Y lo ocupe, además, sin haber perdido su sitio en la calle, de forma auténtica y humilde.