Paco Núñez, presidente del PP de Castilla-La Mancha, es un buen tío. Serio, voluntarista, trabajador, quiere hacer las cosas bien. Pero tiene una sombra que le persigue: no quiere ni oír hablar de María Dolores de Cospedal y se la encuentra por el camino una y otra vez. El ectoplasma que eternamente sobrevuela los tejados y ventanas del PP castellano-manchego y le produce a Paco Núñez unos vértigos y urticarias que le dan escalofríos. Le pasa a Pablo Casado lo mismo con Mariano Rajoy, incapaz de quitárselo de encima y de sacudirse para siempre el pegajoso polvo del camino que la guerra sucia de Cospedal con Soraya Sáenz de Santamaría, y viceversa, ha dejado para mucho tiempo en el PP. En Génova vuelve a anochecer y a Paco Núñez se le apagan los ánimos y las neuronas. Martilleante Cospedal, dolorosa Cospedal. Y Núñez no sabe qué hacer, se le ve incómodo y esquivo, tristón, tantos años atrapado en el bucle de este moscardón político tan cojonero y pertinaz.
El PP es un partido asombroso y el principal enemigo de sí mismo. Su fragilidad, sus complejos insalvables. La propaganda de la izquierda y su intenso y eficaz manejo de los hilos del poder, tan obvio y descarado, se encarga del bullicio y de darle al baile la música y los altavoces, pero es el propio Partido Popular el que agita su proyecto de autodemolición y lo ejecuta como nadie. La perfecta máquina autodestructiva. Los populares hacen muy felices a los chicos del PSOE y se dan muchos disgustos a sí mismos, y ahí está el bueno de Paco Núñez acosado otra vez por los fantasmas del pasado y con el nombre de Cospedal provocando villarejas pesadillas en las portadas de todos los periódicos. A Emiliano García-Page, que viene atizando el fuego en las calderas del PSOE castellano-manchego desde los tiempos del aburrimiento, empieza a no hacerle falta gastar las energías en un incendio que se alimenta solo y que, pase judicialmente lo que pase, de nuevo vuelve a ser arrasador y de duras consecuencias. La generación de Pablo Casado y Paco Núñez puede ser tenebrosamente devorada por Saturno.
Así las cosas, Paco Núñez ha vuelto a quedarse frío. Los telediarios no le dan más que disgustos y no sabe qué decir. Que le pregunten estos días por Cospedal es tan inevitable como su tendencia huidiza al atónito balbuceo pero uno adivina en su mirada una melancolía que no llega del pasado sino de las inciertas costuras del futuro, nostalgia fieramente humana del porvenir que nunca sabemos si vendrá. Un fantasma recorre los campos castellano-manchegos del Partido Popular y desde lo alto otea Page el horizonte y lo sigue viendo despejado y limpio: si el enemigo está despistado, no le distraigas.