Madrid ya tiene su salón y Trapiello su Madrid
Andrés Trapiello es el escritor de los libros peregrinos. Preciosos y singulares, sorprendentes, y haciéndose por su camino siempre incierto hasta que los alcanza el lector y cierra el círculo de su viaje. Maravillosa obra en marcha, luminoso salón de los días y las letras. Son los de Trapiello libros que andan inquietos por la vida, por la suya y por las nuestras, queriendo ir a su lugar sagrado y terminando por llegar al corazón y la pasión de sus lectores, que supongo somos una pequeña gran legión, tan entusiasta como persistente. Enjambre arrebatado. En esa infinita batalla de la literatura que libra Trapiello desde siempre, y que le ha convertido en uno de los grandes autores españoles de nuestro tiempo, en calidad, cantidad y vehemencia, escritor total y grafómano, torrencial y fascinante, en ese encendido peregrinaje nos ha llegado “Madrid”, que es como un milagro y como si, después de leerlo, fuera el libro que estábamos esperando de tan puro “trapiello” y tan bonito. O sea, que faltaba este “Madrid” y aquí lo tenemos ya, una delicia y una lectura ensimismada.
Andrés Trapiello ha escrito su “autobiografía” de Madrid, un libro cautivador, pero también mestizo y saltarín, y por eso mismo un “trapiello” de pura raza: navegante de escritura portentosa, ágil y amenísimo y llevando dentro casi todos los Madrid que son posibles y buena parte de la memoria sentimental del escritor, que es memoria madrileña pero también de cualquier parte, o sea literaria, histórica, española y mucho más. Memoria de la vida. En “Madrid” está el Trapiello que tanto nos gusta a sus lectores, cruzado con las historias, grandes y pequeñas, de esta ciudad a la que todos queremos tanto y que aquí se nos enseña con la mirada de un enamorado y la perspectiva de quien lo ha vivido casi todo en ella y sabe cómo contarlo maravillosamente: o sea, el escritor, el cronista, el paseante y, por supuesto, el novelista, que también esta es la última gran novela de Madrid, abarrotada de historias y personajes, rincones y arrabales, reyes y mendigos. Amores y leyendas.Trapiello cuenta Madrid y se cuenta a sí mismo, y todo en este libro termina siendo un homenaje, también a la literatura y a la vida. Nos llega tan vivo “Madrid” porque está traspasado de gentes, de lugares y de libros, late el alma y el bullicio de la calle, y a ratos parece que sus páginas no son más que una feliz y original excusa para rendir culto a Cervantes y a Galdós, a Velázquez y a Goya, el escenario de una exaltación. Una gran declaración de amor. Al mundo, a estar vivo, a poder contarlo.
Admirablemente editado, el “Madrid” de Trapiello, sus hermosas fotografías y reproducciones, todo lo que este libro significa, son una carta de afecto y ternura y un regalo que nos ha traído este tiempo turbulento, con muchas páginas emocionantes, un comienzo abrumador y una historia de Madrid que termina por impresionarnos, el impacto por ejemplo de capítulos como el de la segunda república y la guerra y la mirada tan libre y personal que el escritor despliega en torno a esta tragedia y sus protagonistas. La libertad de Trapiello, su independencia, ese ir a su trantrán por los senderos que de siempre conocemos por el resto de su obra. Envidiable forma de escribir. En fin, un libro que es la vida: Madrid ya tiene su salón y Trapiello su Madrid, y los dos son ahora un poco más grandes. Carecen de importancia mi opinión y el fervor que siente uno por los libros de Andrés Trapiello, esa obra monumental y caudalosa, pero tampoco pasa nada: algunos ilustres de campanillas y bocinazos estruendosos, lo mismo da almendritas saladas que panchitos revenidos, probablemente no le darían el Cervantes ni a Cervantes, así que no gastemos más la prosa y pasemos al siguiente episodio. Que es el de brindar por “Madrid” y por haberlo disfrutado tan intensamente: echemos otro trago de dulces melancolías.